Lo que necesitas es acción, solo acción

trampas

 

Seguro que hay gente genuinamente positiva en el mundo. Yo conozco a muy muy pocos. La mayoría de nosotras somos normales, unos días estamos bien, otros psé, otros tirando a mal y un montón de ellos apestan y nos vamos a dormir sintiendo que nada se ha movido y que vivimos en un permanente día de la marmota de trabajo y esfuerzo y reveses y achuchones (no de amor precisamente, de los otros). Algunas, pese a todo, ponemos buena cara ante el mundo y mala cara en nuestra casa. Nuestros animales, parejas o hijos nos escuchan llorar o blasfemar más de lo que parecería normal o sano. Pero los demás no suelen verlo.


Nosotras tampoco les vemos, así que asumimos que están muy contentos y que cuando dicen que todo está bien es que está realmente bien. Y nos da una poca bastante rabia que todos estén tan bien y nosotras tan regular.

 

Nuestras vidas podrían estar desmoronándose pero seguiremos tratando de ayudar a esa amiga que siempre llora en público mientras nosotras nos tragamos las lágrimas de lo nuestro. Nos cagaremos en todo lo que pasa en el trabajo pero seguiremos sonriendo mientras nos dicen todo lo que hemos hecho mal o el enésimo cliente se pone insoportable sin motivo y nos toca agachar la cabeza. Nos quedaremos en casa comiendo una tarrina de litro de helado con una botella de litro de cerveza y viendo una reposición de Friends por sexta vez mientras el mundo revienta afuera, todos pasándolo bien menos nosotras.


Y entraremos en las redes sociales para confirmar lo penosa que es nuestra existencia y leeremos algo en Facebook, una cita de alguien que murió hace décadas que no sabemos ni quién es u otra que alguien se inventó ayer a la que añadió un dibujito, pero que dice algo muy sabio, como que la vida es para disfrutarla o que nosotras lo merecemos o que si lo deseamos lo suficiente se hará realidad. Por un momento se nos iluminarán los ojos, y dejaremos de estar hechas un gurruño en el sofá, nos incorporaremos y nos decidiremos a hacer algo importante, algo que cuente.

 

Nos ha despertado de la miseria, y vamos a hacer de nuestra vida algo verdaderamente emocionante. Nos vendrán muchísimas ideas y visualizaremos una vida realmente estupenda. Cogeremos ese libro que siempre hemos querido leer, o sacaremos el móvil para unirnos a los amigos que están tomando cañas en algún bar, o decidiremos iniciar un tablero de Pinterest con frases motivadoras, para tenerlas todas juntas y que hagan efecto múltiple y ayudar así también a quien llegue a dicho tablero. Porque ahora que nos sentimos tan bien creeremos que tenemos el poder de cambiar el mundo. Porque sí, porque todo el mundo puede.

Nos haremos una lista bien larga de todas las cosas que vamos a hacer mañana, de todas las que vamos a hacer los próximos meses, de todas las frases que nos vamos a repetir en el espejo hasta que se nos queden grabadas, de los cursos a los que nos vamos a apuntar y de los pasos a seguir para resurgir de entre las sombras. Ahora ya no vemos sombras, ahora todo es luz. Una vida nueva nos espera a partir de mañana.

Hoy nos dormiremos con alegría y entusiasmo y tendremos dulces sueños. Cuando abramos los ojos, como cada día, tardaremos unos segundos en situarnos. Apagaremos el despertador con desgana y recordaremos que hoy tenemos que ver a un cliente especialmente horrible. Pero, oh, aquí tenemos nuestra lista y nuestro tablero de frases especiales que queremos ir memorizando para no perderlas. Nos invadirá una sutil emoción, y nos pondremos a hacer el café. Queríamos empezar a desayunar bien por fin pero no tenemos nada en casa así que tendrá que esperar a mañana. Hoy aprovecharemos para peinarnos y arreglarnos con un poco más de mimo. Nos pondremos la camiseta de los días especiales, la ropa interior de ir a petarlo, porque sí, porque necesitamos sentirnos bien. Una de las frases lo decía, que para estar bien feliz hay que pintarse los labios bien rojos.

Para el momento en que lleguemos al trabajo nos habremos cruzado con una vecina que siempre se queja del ruido que hacemos los fines de semana, y habremos tenido ganas de que la atropelle el autobús de una santa vez. Habremos mirado mal al conductor del metro porque nos ha cerrado las puertas en la cara, con lo que le hubiera costado a él esperarse un puto segundo. Habremos tenido que agarrar fuerte el bolso porque han pasado unos con pinta de ladrones que iban de un vagón a otro y habremos desaprobado mentalmente y con una bajada de ojos la actitud de la chica que se comía una bolsa de Cheetos para desayunar en nuestra cara, la del obrero maloliente que se ha quedado dormido frente a nosotras y la de esa madre que le estaba hablando fatal a su hijo. Hay gente que no debería tener carnet de padres, con ese carácter agrio.

Mientras caminemos por la calle mirando con atención nuestro stream de Twitter habremos sido supersarcásticas con un asunto político y nos habrán dado tres fav's, pero también habremos leído la respuesta de una persona que insinúa que lo que decimos no tiene ningún sentido. En nuestra mente la ha fulminado un rayo pero decidiremos que somos tan buenas personas y que estamos en un momento tan zen que no vamos a darle el placer de nuestra respuesta. No somos de las que hacemos guerras por Twitter con nuestro perfil anónimo. Ahora ya no. A partir de hoy no. Estamos muy por encima de todo eso.


Al llegar a la oficina desplegaremos nuestra lista de tareas maravillosas, pero decidiremos que vamos a revisar todos los mails y todas las cuentas de redes sociales, lo que implicará un buen rato de seguir enlaces, leer entradas de blogs y chafardear a ver qué hace tal o cual. Luego, dispuestas a iniciar nuestra primera tarea, nos llamarán por teléfono y tendremos que resolver un asunto urgente. Luego iremos a desayunar, porque ya se está haciendo tardecito y tenemos bastante hambre.

 

El día continuará tal que así y para cuando se suponga que es hora de ir a casa la lista de tareas estará bajo una pila de papeles y nuestra mente bajo una nube de humo negro. Nos iremos corriendo porque hemos quedado justamente con una de esas amigas que siempre está triste y se nos ocurrirá que ya que vamos podríamos hablarle de esa frase de ayer y de nuestro tablero de Pinterest. No lo hacemos, porque su conversación y su drama ocupa todo el rato y todo el espacio. Cuando llegamos a casa, sin embargo, estamos derrotadas y mentalmente agotadas de nuevo.


El día ha resultado ser más de lo mismo y no hemos cambiado el mundo en absoluto, aunque quizás la chica que comía Cheetos se lo pensará de nuevo antes de hacerlo otra vez en público. Seguimos teniendo esa presión en el pecho. Nuestro ex sigue sin llamarnos. La señal divina que esperábamos hoy tampoco ha aparecido.

 

Cenamos cualquier cosa y nos apoltronamos a ver Juego de Tronos. Cuando termina twitteamos algo inteligente sobre Tyrion y nos preparamos para luchar contra el conato de insomnio que vemos que se avecina.

Mañana será otro día. Mañana lo haremos mejor.

Nos dormimos por fin pensando que quizás podríamos imprimir las imágenes del tablero de Pinterest y ponerlas en un tablero real frente a la cama. Es importante irlo recordando. Nosotras nos merecemos una vida mejor. Tenemos que vencer las dificultades. Tenemos que mantenernos positivas. Una mente positiva es una vida positiva. Keep calm and carry on.

En sueños un montón de gente nos persigue por un edificio en ruinas, entre ellos la chica de los Cheetos, y nosotras les sacamos un madero con un montón de papelitos enchinchetados repletos de frases geniales. Cuando las ven se vuelven zombis y nos quieren comer vivas y resulta peor todavía. Al final llegamos al metro y mientras bajamos corriendo las escaleras nos repetimos en un mantra que nos vamos a salvar de esta, que no podemos morir todavía, que tenemos toda la fuerza y el coraje y la valentía necesarias y que vamos a vencer al universo con ellas. El conductor del metro nos espera y cierra la puerta en las narices a la chica Cheetos y a la vecina quejica, pero dentro del vagón está sentada nuestra amiga triste con los ojos rojos como platos y unas ojeras negras hasta los pies. Nos da tanto miedo verla y ver su tristeza infinita que nos despertamos bañadas en sudor y con un mal cuerpo considerable.

Y quizás, si los astros se alinean a nuestro favor en ese preciso momento y el destino quiere hacernos un favor, puede que nos dé por pensar que igual no necesitamos intentar tener pensamientos positivos todo el tiempo, igual simplemente necesitamos dejar de esperar que el mundo se organice a nuestro favor y ponernos a trabajar en la dirección de las cosas que realmente queremos, sin dejar que las miles distracciones o las falsas esperanzas o los sucedáneos momentáneos tapen los agujeros.


Y así, quizás, dejemos de poner tiritas y busquemos experiencias que de verdad nos saquen de la comodidad y la inercia, y nos hagan pensar por nosotras mismas y encontrar nuestras propias respuestas, en lugar de tratar de adaptarnos a mensajes que un buen día se inventó otra persona.

 

Un abrazo,

 

 

 

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