Hay una cosa que me alegra el corazón invariablemente cada vez que la veo: atisbar a lo lejos picos de montañas nevadas. Son la promesa de que hay lugares diferentes al que estoy ahora mismo, y que si quisiera, si lo necesitara, cuando quisiera, podría acudir a ellos y sentir algo distinto, entrar en un universo distinto. Pasar del cemento a la nieve. De la tierra a la nieve. Inundarme de blanco y hundir la cara en el frío. Hacer bolas. Hacer la croqueta. Pisotearla para oír cómo cruje.
Hacer otras cosas en un paisaje completamente distinto. Cambiar de aires. Salir de mí.
No es como pensar en Japón o en Siberia o en paraísos lejanos. Las montañas nevadas se ven desde donde estoy. Esa es la diferencia. Porque si se ven, es que están a una distancia alcanzable. Son reales. Podría caminar hasta ellas si quisiera, teniéndolas todo el rato a la vista.
Y caminaría con una promesa alentadora, con un fin en mente, que no desaparece de mi campo de visión. Algo real con forma real que se va acercando y acercando a medida que avanzo.
…
Muy diferente a hacer el camino sin saber a dónde vas, sin tener algo sólido a lo que agarrarte, sin saber si está cada vez más cerca o no. Yendo a ciegas.
Completamente distinto.
Lo mismo pasa con el emprender, o de hecho, con cualquier objetivo que te marques en la vida, pero como aquí hablamos de emprender, pues lo mismo pasa con el emprender.
Imagínate que quieres algo diferente en tu vida, y no logras ver qué es. No tienes ese referente perfectamente dibujado a lo lejos, recortado contra el cielo. Solo tienes una idea vaga, pero no puedes ponerla en términos alcanzables, se emborrona y se desfigura porque no se ve.
No puedes hacerte a la idea de cómo será algo que no puedes ver, que no has visto nunca. No puedes creerte lo que te cuentan. Puedes tener fe, y confiar, como con cualquier religión, que lo que eliges creer existe. O puedes agarrarte a lo que ves y convertir un sueño lejano en un camino real, que estás andando en este momento. Quiero decir que, en realidad, solo hay camino cuando andas. Cuando estás inmóvil lo único que existe es un paisaje también inmóvil a tu alrededor.
…
Y no estoy hablando de tener ya el panorama de lo que te vas a encontrar en la montaña decidido de antemano en tu cabeza (te auguro que nunca va a ser tal y como tú te lo imaginabas), no estoy hablando tampoco de saber ya qué camino debes tomar a cada momento, ni de saber qué clase de árboles te esperan en esas montañas, ni qué ríos vas a encontrar, ni si habrá puentes para cruzarlos, ni si para cuando llegues la nieve estará derretida.
Solo estoy hablando de tener una dirección visible (por misteriosa, lejana, peligrosa o insegura que sea) y ponerte en marcha, despacito y con persistencia.
…
Las aventuras que te esperan en ese camino nadie va a poder avanzártelas, y no habrá libro ni curso ni experto ni máster que simplifique el trayecto ni controle todos las rutas ni las condiciones meteorológicas. Ni que te garantice que cuando llegues allí vayas a disfrutar de lo que veas alrededor. Ni que te asegure que vas a ser capaz de llegar donde creías.
¿Dónde estaría la aventura entonces? ¿Dónde quedarían la magia y las sorpresas si pudieras controlar todo lo que va a pasarte si empiezas a caminar? ¿Querrías leer un libro del que ya conocieras el final y en el que la protagonista no tuviera ni medio problema ni media sorpresa ni media aventura para llegar a cumplir su misión? Sería el libro más aburrido del mundo.
Así que si las montañas nevadas te llaman a lo lejos, no esperes a que sean ellas las que vengan hacia ti. Levanta el culo de la silla y cambia tu paisaje.
Un abrazo,
Justo ayer compartía un vídeo que hablaba de la fe en una misma para conseguir lo que quieres. Es lo único que añadiría a tu texto.
“Cuando estudiamos – y hemos estudiado algunos de los inventores más grandes de la historia – nos damos cuenta que la clave, a la hora de dar el salto a por sus logros, nunca fue lo que sabían. Era la fe que tenían y la pasión que albergaban hacia sus sueños.”
Un abrazo, bella.
Nazaret
Me ha encantado. Se necesita mucho valor para ponerlo en práctica.
Un texto genial. Sin duda, la imagen a distancia de aquello que queremos conseguir es fundamental visualizarla constantemente aunque, como bien dices, al llegar a ella nos encontremos con algo un tanto diferente a lo que esperábamos. La montaña nevada no es un hecho consolidado; es un motor, un contrato.
¡Gracias por compartir! :)
Hola Deb! Me llamó mucho la atención el título de este post, precisamente porque me he sentido identificada contigo: desde mi casa también veo los picos nevadas de las montañas y siempre me han llamado. Aunque no vaya allí arriba, siempre sé que están ahí, esperando por mí y por cualquier persona que se atreva a subir. Pero yo no lo he hecho (en el sentido literal, me refiero). ¿Y si en la vida real pasa justo lo mismo, como con esas montañas, que al tenerlas tan cerca, presentes, te dices: siempre puedo subir? Pero nunca lo haces… Desde luego no es mi caso, pues yo sí subí a la montaña de mi vida hace unos años, en parte porque te conocí a ti. Pero hay mucha gente que no se atreve o lo va aplazando, creyendo que ya lo hará… Y el tiempo sigue pasando y las montañas siguen ahí, la nieve desaparece durante la estación del verano y vuelve en otoño. Las montañas nos llaman pero pocos se atreven a subir. Porque un cambio muchas veces significa romper patrones, normas, salir de nuestra zonita segura y enfrentarnos a lo nuevo. Y creemos que no tendremos fuerzas para afrontarlo. Me pasó a mí durante demasiados años y puedo también entender que sea algo que todos llevamos dentro: el miedo a equivocarte o a pasarlo muy mal. Y es que como bien dices, éste es el precio a pagar por perseguir tus sueños: es una aventura, nadie te garantiza resultados ni tampoco te dirá que va a ser fácil, sino más bien, todo lo contrario.
Gracias Deb y gracias María. Muy bueno el mensaje de prestar atención al tema de postponer una decisión importante pensando que siempre va a estar ahí. Me he sentido identificado. De repente un día descubres que la montaña ya no tiene accesos, o se ha quemado parte de su vegetación… Y perdiste la oportunidad cuando notabas ese empuje de ir hacia ella y descubrir esos encantos que imaginabas. Un abrazo.
Jajajajajaja
Hola Deb!! Y el resto de lectoras. Justo estoy en este apasionante mundo de las nuevas aventuras, y justo la semana pasada escribí unas líneas que me has casi pedido que os las enseñe: http://margaritasmountain.com/vuelta-al-aneto-merengues/
Espero que os guste.
El placer de las montañas nevadas, de los horizontes infinitos, del sabernos que podemos recorrer el camino que queremos sin conocer el final…
Suerte, valor y fuerza para seguir adelante a todas las que estamos haciendo lo más difícil que es creer en los sueños… e intentarlos!
Genial artículo para empezar con fuerzas renovadas tras estos días de «relax». Totalmente de acuerdo contigo con el hecho de que una de las cosas más importantes es la de «ponerse en marcha» y nunca perder ese ritmo, sea más ligero o más acelerado. Seguiremos sacando las borrascas de la panorámica para poder ver bien esas montañas nevadas. Un abrazo Deb.
El otro día escuché a Zig Ziglar hablando de metas en la vida. Y contaba una gran historia sobre nosequé tío que es una máquina con el arco. Es tan bueno con el arco que ha cazado hasta tiburones bajo el agua con su arco y una flecha. Sin embargo, Zig sostiene que en 20 minutos puede conseguir que des más dianas que este personaje. Asumiendo, claro, que antes le vendan los ojos al arquero. Entonces perdería gracia, ¿cómo vas a darle a una diana que no ves? Esto encaja con los que no vemos las montañas. Pero va más lejos aún, ¿cómo vas a darle a una diana que no tienes? :)
Hola Deb … y a todas/os… No sé si es casualidad o qué… pero hace unos pocos días cambié la imagen de fondo del Facebook por una preciosa cadena montañosa envueltas en un aun más precioso manto blanco de pura nieve… levantándose magestuosas sobre un bellísimo horizonte lleno de árboles…
Hola Deb! Que bueno que es leerte siempre, me llegó mucho este texto. Hace poco más de 6 meses salí de mi zona de confort, como se le dice, renuncié a mi trabajo y acá estoy intentando vivir de lo que me gusta, pero sin poder lograrlo, siento que estoy en crisis, pienso que debería dejar de pensar de imaginar cosas y ponerme a buscar un trabajo fijo.
No se que hacer, pero me doy cuenta que es porque no tengo una meta clara de mis objetivos, tal vez sea eso.
Gracias por escribir tantas cosas positivas, abrazo!
Hola Evangelina! Perdon que me meta a responderte después de tanto tiempo. Leí este artículo y me puse a leer los comentarios. Creo que en ese momento te hubiera dicho que quizas podrias buscar un trabajo de medio tiempo y que prepares el terreno para desarrollar tu sueño sin tomar decisiones radicales que te hagan justamente desistir de él. Ojala sigas persiguiendo tus sueños.
Un abrazo!
Pensamiento=Energía=Acción. Para llegar a ésta última primero generamos el pensamiento, el deseo. A partir de ahí y una vez convertido en energía, lo que cuesta, lo que realmente implica un compromiso y por ende la fuerza que contiene la VOLUNTAD es cuestión y trabajo de cada uno.
Saludos
Teresa
Muchísimas gracias por este post. Para un ratón de ciudad que adora vivir en el campo como yo ha sido más que útil. A mover el culo. Un abrazo.
Estimada Deb, un gusto saludarte nuevamente.
El verdadero camino es aquel que construyes en la marcha. El que te cuentan es el camino idealizado o perturbado, pero es el que ves mientras estás detenido. Por ello, aventurarse a caminarlo se trata de probar, reafirmar o desmentir lo que te han dicho, aprender y seguir soñando para seguir experimentando el recorrido.
Un abrazo desde Chile.
Paulina.
Muchas gracias, está bello.
Muchas gracias por este texto. Es impresionante Deb como aciertas con las metáforas y los mensajes que nos trasmites. Clavas justo allí donde debes. Cada lector por separado se lleva su lección y cada uno de alguna forma se ve identificado. Gracias
“…solo hay camino cuando andas. Cuando estás inmóvil lo único que existe es un paisaje también inmóvil a tu alrededor.”
Me quedo con esta frase, por que son de esas que se te quedan y te hacen reconocer tan claramente como un bofetón una realidad.
Gracias.