Desde hoy hasta Navidad voy a compartir contigo los ejercicios de reflexión a través de la escritura que he hecho este año para prepararme el cierre de 2020 y la apertura de 2021.
Son propuestas hipersencillas que no dan nada de pereza y que no requieren sentarse largas horas a escribir. De hecho, las puedes apañar haciendo listas casi siempre —por supuesto, también puedes escribir mucho más, siempre a tu gusto y con tus ganas—, eso sí, si de verdad quieres sacarles todo lo que pueden dar, te recomiendo que vayas antes a por La Llave.
La Llave es mi método de autoanálisis para la escritura personal, de hecho, es un ejercicio también muy sencillo (a mí me gusta todo fácil pero profundo) con el que en solo 6 pasos vas a entender qué estás diciéndote realmente tras esas palabras aparentemente inocentes que hayas escrito. Además, vale la pena que lo conozcas, porque lo podrás usar para literalmente cualquier cosa que escribas.
¿Sabes eso de “es que tengo un lío y no sé ni cómo estoy”? No te pasará mucho más, si usas La Llave. Te dirá cómo estás. Te dará hilos de los que tirar. Información muchas veces oculta en tu inconsciente.
Pero a lo que vamos, el ejercicio de hoy se titula De “un año para olvidar” a “un año para recordar” y va a ayudarte a sentir agradecimiento genuino. No del obligado de ese de no-tienes-nada-por-lo-que-quejarte-deberías-estar-agradecida-de-tus-problemas-del-primer-mundo sino del que sale del corazón y te calienta el cuerpo cuando pones la riqueza de la realidad por delante. Y oh, spoiler alert, la riqueza es todo: lo bonito y lo menos bonito.
Pruébalo, anda. Vete hoy a dormir con un poco más de amor :)
¡Dale al play!

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