Investigando sobre el perfeccionismo y la autoexigencia di con esta charla de la psicóloga americana Carol Dweck para The School of Life. Como me gustó tanto, compré su libro, Mindset: How to Fulfill your potential, pese a que el título en cualquier otro momento me habría tirado para atrás rápidamente.
Sus amplias y claras teorías sobre la personalidad me abrieron un nuevo campo de observación —inmenso— sobre cómo me he enfrentado yo a mis habilidades y mis talentos (y cómo me han enseñado a enfrentarme a ellas mis padres y maestros, básicamente) que me ha ayudado a entender más de mí y de mis reacciones frente al trabajo.
Tanto la conferencia como el libro están en inglés, por lo que no voy a extraer nada literal, pero me gustaría comentar algunas de las cosas que me ha enseñado y las nuevas herramientas que me ha dado para enfrentarme a mi perfeccionismo.
…
Para empezar, hay quien piensa que el perfeccionismo es una virtud. También quien cree que es un vicio. Y por supuesto, quien cree que es ambos a la vez.
Por un lado te hace sentir fatal contigo misma y respecto a los demás, te lleva a compararte y te incita a querer todo el tiempo llenar unos huecos —supuestos defectos— que no dejas de ver. Es una carrera sin límite que suele resultar obsesiva y que no te permite a veces avanzar como quisieras en la vida. Lo haces todo con tensión, lo haces lento (porque necesitas hacerlo muy bien) o ni siquiera te permites hacerlo o terminarlo para no tener que enfrentarte a la realidad “defectuosa” que va a obligarte a mirar una vez esté acabado. Por otro lado, por supuesto, ser perfeccionista te impulsa a conseguir cosas buenas y mejores resultados, es decir, lo que logras hacer lo haces sin duda muy bien, te ocupas de llegar siempre más allá que los demás, implica mucha admiración proyectada hacia ti y te obliga a estar siempre atenta, activa, en crecimiento constante. Por supuesto, es algo bueno perseguir la excelencia, cómo no.
…
Según la señora Dweck, hay dos tipos de mentalidad. En la charla los aplica al perfeccionismo, en el libro los aproxima desde un sentido más amplio. Yo voy a quedarme comentando la visión, más concreta, de la charla.
Hay dos tipos de perfeccionista. Voy a llamarlos A y B para que nos aclaremos.
El A es el que considera que lo que tiene y lo que es, que su talento y sus habilidades, son las que son, y son naturales, le vienen dadas. A esto lo llama “fixed mindset”, mentalidad fija.
El B es el que considera que lo que viene dado es un punto de partida, y que con esfuerzo y dedicación y aprendizaje irán creciendo y mejorando. A esto lo llama “growth mindset”, mentalidad de crecimiento.
El A (“mentalidad fija”) es un perfeccionista que no se permite hacer nada ni medio mal, porque medio mal, o mediocre, o normal, o regular es mal del todo. O es el mejor o no es nada. No quiere sentirse nunca tonto, inadecuado, menos que otro.
Necesita sentirse más listo o más hábil que los demás (sea cual sea el grupo: una clase, un trabajo, un deporte, la familia, la sociedad…), necesita saber que, cuando haga el ejercicio de comparación que hace todo el rato, siempre saldrá ganando en algo.
Además, necesita tener siempre razón, que no se le discuta nada, que no se observe ningún fallo, porque pillarle en un error es fatídico para su autoestima. Por ello, tiende a buscar culpables fuera y tirar los errores hacia otros lados, justificándose. Por miedo a sentir que no tiene valor.
Cuando detecta a alguien que destaca, que es un modelo a seguir, le admira, pero lejos de motivarle le desmoraliza y acaba pensando que nunca conseguirá llegar a ese nivel, no sabe cómo hacer el camino para llegar hasta ese punto.
En cuanto al esfuerzo, siente que uno solo puede o debe hacer las cosas para las que tiene una habilidad natural y, por tanto, el esfuerzo no es un camino válido. Cree que si tienes que esforzarte para conseguir algo, es que no tienes el suficiente talento, así que no podrás destacar de forma natural y sencilla, de modo que mejor que no lo intentes. Cree que el esfuerzo es para los imperfectos.
El tipo B, el de “mentalidad de crecimiento” quiere buscar la perfección, pero desde el lugar de saber que lo va a hacer lo mejor que pueda, que habrá errores y que seguirá aprendiendo de ellos. Su misión principal es aprender. No está interesado en competir o compararse, sino en colaborar y mejorar. Busca retos que le ayuden a crecer, pero por él mismo, para su propio desarrollo. Le interesa el proceso, pero también el resultado. No es que no aspire a lo mejor, sino que acepta que es algo que se logra de forma progresiva.
Cuando se encuentra con alguien que le supera, en vez de desmoralizarse y compararse para salir perdiendo, piensa en cómo puede aprender de esa persona, quizás intentando que le haga de mentor o preguntando para tratar de sacar el máximo jugo a la experiencia del otro. Las personas más hábiles o inteligentes le impulsan a seguir creciendo, a seguir esforzándose.
Y el esfuerzo, por supuesto, es su manera de avanzar. Sabe que sin él no conseguirá nada. Lo aprecia como una herramienta, cree que cuanto más te esfuerces mejor serás, por tanto, no hay nada de malo en esforzarse, no pone de manifiesto tus carencias sino tus ganas de mejorar. El esfuerzo es una oportunidad para ser mejor y lograr esa perfección eventualmente.
Este último, sin pretender ser el mejor ni desbancar a nadie, suele conseguir más las metas que se propone, porque se compromete mucho más con el proceso de aprendizaje y de consecución de objetivos. También porque lo afronta de forma más relajada, menos crítica con uno mismo, y esa misma tranquilidad le evita situaciones de parálisis, ansiedad, sobrecarga o sobreexigencia.
…
No sé si a alguien le resuenan cosas del tipo A, a mí desde luego me suenan muchísimas, si no todas. Es verdad que con todo el trabajo personal de los últimos años he ido dejando la mayoría de estas cosas atrás, pero de pequeña yo era la viva imagen de la “mentalidad fija”. Literalmente me dolían los errores. Y aunque es verdad que mi perfeccionismo, aunque fuera del tipo A, me ha llevado a sitios estupendos (y estoy feliz de lo que he logrado), también es verdad que el camino no ha sido estupendo en realidad. No lo he vivido como un proceso de crecimiento agradable hasta muy recientemente, más bien al contrario, se me hacía muy difícil lidiar con mis propios sentimientos al respecto de la posibilidad de fracaso, de error o de mediocridad (entendida como “normalidad”).
Pero esa diferencia, en los últimos tiempos, lo ha cambiado todo.
Entender esto lo ha cambiado todo.
…
He pasado de querer esconder todos mis errores a poder mostrarlos con mayor naturalidad. De no querer ni mirarlos a atenderlos y buscarles soluciones. He pasado de evitar situaciones potenciales de fracaso a buscarlas y enfrentarlas con paciencia y respirando hondo, para convencerme a mí misma de que el fracaso realmente no dice nada malo de mí, no me convierte en una persona defectuosa.
Es cuando me enfrento a cosas que me cuestan cuando encuentro los mayores aprendizajes, es cuando me esfuerzo que encuentro mayores recompensas. Es al dedicarme con tesón y perseverancia cuando siento que crezco. Antes todo lo que hacía lo hacía bien, porque no probaba nada que pudiera salir mal, pero me aburría y me sentía vacía. Ahora me arriesgo, pero me siento valiosa y con energía. Aunque salga regular. Y si sale regular, lo enseño igual.
…
He descubierto que es en el momento en que sales del camino de la perfección cuando empiezas a meterte en el camino de reconocerte a ti misma y a encontrarte con quién eres de verdad.
Mientras te peleas con la perfección llevas puesta una máscara, que no solo te cubre antes los demás, sino que sobre todo te impide verte a ti misma. Y no verte a ti misma es probablemente el mayor de los vacíos.
Te mando un abrazo enorme y nada perfecto,
Hola Deb,
Justo leyendo estas líneas he caído en la cuenta de mi propia progresión. También, hace un tiempo me hubiese identificado con todos y cada uno de los puntos de la personalidad perfeccionista de A. Sin embrago, ahora mismo en este punto de mi vida, disfruto mucho y me reconozco más como la personalidad B.
Y digo disfruto, porque aunque sigue sin gustarme equivocarme y no hacer las cosas perfectas, mientras las llevo a cabo lo paso bien, porque me doy permiso para probar cosas nuevas que quizá al fin y al cabo no se me den ni tan mal como esperaba. Y como dices, aunque salgan regular o mal, pues te queda la tranquilidad y la esperanza de ir mejorando con esfuerzo.
La verdad es que el esfuerzo y la perseverancia son bases fundamentales del crecimiento, y si no somos capaces de verlo así, nos costará mucho avanzar y descubrirnos tal como somos.
Un saludo y gracias por abrirme los ojos con tu artículo, hoy va a ser un día genial :)
Que genialidad! Gracias por compartir esto.
Que bueno es parar, pensar y analizar… efectivamente gran parte de mi vida fui del tipo A y hoy me reconozco del tipo B. Cuesta, pero gratifica :)
Gracias Deb, beso!
Hola Deborah!
Me ha encantado este post, la verdad es que durante prácticamente toda mi vida he sido la viva imagen del tipo A, la típica empollona de clase que no se arriesgaba mucho por miedo al fracaso y que se estresaba mucho ante cualquier posibilidad de cometer un error. Afortunadamente, eso ha ido cambiando poco a poco pero aún me está costando por ejemplo enseñarle a las personas de mi alrededor los dibujos que he estado haciendo durante este último año porque sé que no son tan buenos como los de gente a la que admiro. Habrá que seguir trabajando para liberarse de ese tipo A, yo creo que es posible :)
Un abrazo y gracias por el post!
Rosa
Gracias Deb por compartir esto. Es muy clarificador y potente. Aunque una se viva en sus propias carnes, leer palabras externas que describan trocitos de su personalidad es un alivio. Un besito
Vaya, el perfeccionismo, qué gran tema!!
Yo soy una persona muy exigente, lo sé, lo reconozco, y vivo con ello. :-) Es más, ahora mismo, hasta me río de ello! Afortunadamente, también como tú llevo unos años en que estoy pasando de la personalidad tipo A a la tipo B. Sobre todo, a mí lo que más me dolía era comprobar cómo otras personas podían mostrar sus errores sin sentir miedo, o atreverse a hacer cosas que yo quería hacer pero me aterraban a la vez, por el temor al fracaso o al rechazo de los demás (como escribir un blog)
Suerte que cambiamos, que crecemos, que nos hacemos más compasivas hacia nosotras y que, con ello, podemos ayudar y entender a los demás.
Feliz día!
Genial!!!
Yo soy del tipo B desde siempre.
Gracias por compartir.
Hola Deb!!!
Muy interesante el artículo o reflexión de hoy. Nunca me he considerado perfeccionista, pero tampoco sabía que existían dos tipos.
Me gusta hacer las cosas bien, por supuesto, pero admito que a veces me he quedado al 70% por ejemplo en la facultad o en el instituto. ¿Podría haberlo hecho mucho mejor? Por supuesto, pero el dolor es demasiado alto.
Quizás sea un tipo B, que sabe que con la práctica y el hábito se mejoran las destrezas.
¡Muy interesante como siempre!
Saludos.
Hola! Interesante post…
Me acabo de dar cuenta de que yo siempre he sido tipo B. Aprendiendo iba perfeccionando habilidades, mejorando y sintiendome mas segura.
Pero desde que creé mi blog ydecidido la empresa que quiero crear, me he convertido en el tipo A. Y no avanzo. Me bloqueo porque lo que escribo y creo no es “suficientemente perfecto”…
Y eso me lleva a no mostrarlo, a no vender y a no darme publicidad ni me conozcan. ¿Para qué, si no esta perfecto???
Gracias por este post y volvere a ser yo. A ir avanzando y a mostrar mis creaciones aunque no sean “perfectas”.
Hasta pronto!!!
Ahhh yo la verdad que nunca he sido perfeccionista, pero sí que alguna vez me he desmoralizado ante el brillo de alguien, pensando que yo no llegaría. Es humano, es normal, he esrito sobre ello y lo he procesado. Está muy bien saber acerca de estos dos tipos, y saber que desmoralizarse ante el éxito ajeno no hace más que frenarte a ti misma, es como que ya te estás dando un mensaje de antemano sin haberlo corroborado por tu cuenta, antes de hacer nada.
Me veo reflejada en algunos puntos del perfeccionista A y sin embargo creo que hay cosas en las que ya no soy así, que poco a poco ya no las hago. Quizás se trata de crecimiento personal y, como dicen algunos comentarios más arriba, con el tiempo vas cambiando del A al B.
Quizás lo que más me llama es que frente a que siempre he creido eso de que sin esfuerzo no hay recompensa (mi frase de cabecera durante mis años de facultad era “ningún camino fácil lleva a ningún lugar especial”), sí que me he saltado hacer cosas que de antemano sabía que no me saldrían bien.
Esto último ha ido cambiando, quizás porque desde hace un tiempo intento salir de ese lugar tan práctico llamado “zona de confort”. Creo que es ahí donde uno de verdad aprende y encuentra lo que estaba buscando.
Un saludo y feliz semana!
Berenice
Gracias por el post Deb! Me lanzo a escribir mi mediocridad ;-D Creo que llevo dentro según que tema toca el tipo A y el tipo B. El tipo A, es el que suele no dejarme escribir en blogs porque mi respuesta tendría que ser igual, o sino más inteligente y graciosa que el blogger mismo. Suele tomarme a veces 2 horas para contestar un simple email porque tiene que ser perfecto la forma, el fonda, la reflexión etc..… Dios mío que cansancio! Así que gracias por tu blog, me he lanzado a escribirte .. y ahora mismo me estoy esforzando no borrar, corregir, volver a leer 5000 veces y acabar este simple comentario en menos de 10 minutos. pff, casi conseguido.
Hola Deb!
Genial tu post.
En esta vida todos somos un poco A (en todos las situaciones) e intentamos ser B y aspiramos lograrlo al 100%.
Yo en estos momentos me siento “mentalidad en crecimiento”, no sólo por el empeño que estoy poniendo al nuevo emprendimiento, sino a la vida en general. Escucho mucho más a los de a mi alrededor y después opino y/o actuo.
Un fuerte abrazo ;)
Hola Deb!
Creo que toda la gente que conozco hemos pasado un poco por las dos fases, que en la mayoría de los casos todo no es A o B. Yo por ejemplo me siento muy identificada contigo, creo que antes era más A, ¡qué doloroso era ver cómo todo el mundo tenía algún talento innato y yo ahí, teniendo que trabajar como una loca para ser medio mediocre!, ahora después de mucho trabajo personal me esfuerzo cada día por ser B y llegar más lejos más equilibradamente. Creo que también es cuestión de madurez, con los años la perspectiva de lo que eres, sientes y vives puede cambiarte mucho.
Un saludo y muchas gracias por tus post!
¿Cuál soy yo? Fui A -mentalidad fija y mega cuadriculada- hasta los 30 años, y tengo claro que mi hijo mayor ha supuesto mi espejo. En él empecé a ver que ese nivel de autoexigencia para lograr hacerlo todo “perfecto” no era nada sano. Le provocaba tantísima frustración, y baja autoestima. ¡Le hacía sufrir muchísimo! Tal y como yo lo había vivido siempre -sin ser consciente, claro. Así que, de repente lo vi claro, y con ello comencé a aceptarme tal y como soy y a ser mucho más flexible. Ahora estamos re-aprendiendo juntos y eso ¡mola mucho!
Hola Deb, leyendo tu post me he ido identificando tanto con el A, como con el B. Actualmente , y creo que toda mi vida, soy un hibrido, ya que muchas veces soy del tipo B, arriesgo y no siempre lo perfecto es lo que lanzo pero aún así lo intento. En otras ocasiones no salgo de mi coraza a no ser que lo tenga muy claro que es la versión única. Estoy intentando convivir con mis imperfecciones y transmitiendolas al exterior, lo que llaman ahora salir de mi zona de Confort. Pero es muy duro.
Me alegra comprobar que muchas ya sois tipo B. Pero yo me identifico mucho con el comentario de Sylvie Pouland…
Gracias , me encanta todo lo que escribes , ha sido muy útil para mi . Tengo 50 años y estoy emprendiendo un negocio , tus escritos me ha motivado mucho .
La autoexigencia… esa amienemiga! Creo que lo común es que desde pequeñas, nos enseñan a ser muy autoexigentes. El fracaso no está contemplado… ¡la sociedad nos enseñan a ser del tipo A! No hay tiempo para contemplar el proceso, las caídas, las recuperaciones, las circunstancias que se te cruzan en el camino…
Cuando llegas a una cierta edad te das cuenta que la única forma de crecer es acercarte a la gente que sabe, aprender de ellos y aplicarlo con tu toque único y personal. Compararse de forma continua sólo hace ir hacia atrás, y machacarnos!
¿Qué herramientas soléis usar cuando os da el bajón y véis que os acercáis a la personalidad del tipo A?
Madredelamorhermoso! Peazo de post como espejito mágico donde veo reflejado mi propio proceso de los últimos…ocho años! Fue durante mi formación como terapeuta que me dí de bruces con la Dª Perfecta (tipo A) que llevaba bien encajada en cada poro…luego me flexibilicé, acercándome al tipo B, pero en este momento presente tengo claro que la “tipa A” sigue luchando por seguir ahí, poniéndome trabas y trampas. Poner consciencia en ello me facilita el camino, aunque leer tus palabras me recuerda que no puedo bajar la guardia, porque Dª Perfecta A sigue al acecho, disfrazada muchas veces de Dª Perfecta B, así que, perfeccionistas: al loro!
Una perfecta imperfecta ;)
Hola Deb,
Me parece genial el articulo.
Te comento que llevo sufriendo bastante la frase “tu es que eres muy perfeccionista” . La culpable principal soy yo por dejar lugar a considerar esto un defecto y dudar de mi misma. Después de un tiempo empecé a defenderme diciendo que no había nada mal en ser perfeccionista. Ya sabemos que la perfección no existe pero el camino para conseguirla es la que nos hace crecer aún sabiendo que no la vayamos a conseguir. Hacer las cosas lo mejor posible es una forma de perfeccionismo y no hay que dejar a otros que se rían de tú intento de llegar a una meta inalcanzable e irreconocible. La muerte también es irreconocible pero aún así seguimos luchando, no para alcanzarla sino para vivir la vida de la mejor manera posible.
El principal problema de conflicto con los perfeccionistas es el tema de exigir mucho a si mismo y a otros. Ver donde está el limite es la solución. En esto estoy yo, bailar a gusto en estos limites.
Gracias por compartir ideas geniales
Para empezar no soy perfeccionista…Me reconozco a lo bestia en el perfil B, pero la verdad es que mi objetivo no es la perfeccion, como no lo es para quienquiera que se identifique con ese perfil creo yo…La perfeccion no existe (Y qué bien que asì sea!), o mejor, no se consigue jamàs… siempre hay por dònde mejorar.
Gracias, eres toda una inspiración! :)
Sólo puedo decir que: trabajar con un tipo de mentalidad fija es una pesadilla!!!
Y que, sin duda, es mucho mejor para la salud ser de crecimiento :-)
Un abrazo, Deb!
Hola, Deb!!
Primera vez que comento en tu blog, a pesar de ya llevar siguiéndote casi dos meses. Pero es que esta entrada, es LA entrada. Muchos posts tuyos me han gustado mucho y me identifico con ellos, pero es este el que es más o menos la explicación a mi gran problema.
Leyendo tus palabras y los comentarios me siento en algún tipo de junta Alcohólicos Anónimos, pero me da tranquilidad saber que es posible sacarse ese sentimiento de encima, cosa que desde el año pasado yo ya estoy logrando.
Ojalá este post llegue a muchos más, porque estoy segura de que bastantes están rogando por leerlo aunque no lo sepan.
Un abrazo!
Otra Deb…
Me ha encantado esta reflexión profunda a cerca de ser prefeccinista y lo que ello acarrea.
Yo me siento más identificada con la B creo que estar en continuo aprendizaje es gratificante, refuerza aquello que probablemente sea algo innato para muchos y da seguridad. A fin de cuentas uno puede tener un don pero no nace aprendido.
Hay qué tener humildad para dejarse enseñar y copiar a los qué han triunfado, qué por algo lo habrán conseguido.
Con copiar no quiero decir plagiar, eh?
Gracias Deb, siempre tan inspiradora.
Bueno, pareciera como si la A fuera orgullosa y la B un poco más humilde. Jeje :)
“…Cuando detecta a alguien que destaca, que es un modelo a seguir, le admira, pero lejos de motivarle le desmoraliza y acaba pensando que nunca conseguirá llegar a ese nivel, no sabe cómo hacer el camino para llegar hasta ese punto…”
Hubo un momento de mi vida que entré en parálisis precisamente por eso, (sin darme cuenta como poco a poco me hundía) justo como lo explicas, me he sentido tan y tan identificado con esa descripción.
La perfección es buena si te hace mejorar, pero como leí alguna vez por ahí, también puede ser tu “Dark Side” y entonces es de los peores venenos, porque eres tú contra ti mismo atrapado en un círculo mental vicioso.
Gracias por compartir esto Deb, de verdad. Sin ánimo de nada, a mi el perfeccionismo me hizo suspender un master, justo cuando lo tenía todo para aprobarlo, o como también se podría en metáfora futbolera: “teniéndolo todo de cara a gol y con la portería vacía, fallé”
Muchas cosas de las que leo aquí, me van reconciliando conmigo mismo poco a poco. Un fuerte abrazo!!
Brutal, eres una crack escribiendo, me ha encantado el post de hoy y me he sentido muy identificada, ya puedo ponerle nombre a mis sentimientos y mi estado de ánimo de hace una temporada. Hacía tiempo que no me sentía tan identificada con un texto, jolín de verdad. Sigo con mi lucha entre el A y el B…. ¿algún día conseguiré acercarme más al B y que el A se quede dormido en algún rincón? ¡Quién sabe! Mil gracias, me guardo este post en favoritos.
Ser imperfectas nos libera de la exclavitud de mirarnos en el espejo de los demás.
Ser imperfectas nos enseña a ser nosotras mismas.
Ser imperfectas nos muestra nuestro verdadero yo.
Hace poco tiempo que también me he dado cuenta, cómo tú, que soy mejor aceptando que soy imperfecta y mostrándolo. Buen post Deb!
Nunca lo habría explicado mejor, soy un clase A de libro, los errores me frustran y me hacen daño durante mucho tiempo, porque no los olvido, van conmigo siempre y cuando se hacen más presentes por alguna razón, aún me dan punzaditas en el estomago. No llevo bien la critica y el equivocarme, si me he tomado taaaaaanto tiempo hasta hacer algo, tanto estudio del tema, tanto control, considerar todas las posibilidades… ¿cómo puede venir ahora alguien y ponerme algún pero??? ; pero tampoco llevo bien el triunfo ni destacar, difícil equilibrio; me ha pasado la infancia destacando sin quererlo y sin esfuerzo, y en esa etapa en la que huimos de eso me ha causado rechazo; me gusta hacer las cosas bien, pero no me gustan que me lo reconozcan, quizás por miedo a crear expectativas y después no estar al nivel.
Gracias Deb, reflexionar sobre este post y otros me ha hecho encontrar mi piedra en el camino, sabía que era perfeccionista, pero no sabía hasta donde llegaba a paralizarme, y sobre todo, acabo de comprender que yo misma me saboteo porque, en realidad, exponerme me asusta, pero la posibilidad de que vaya bien hace que me muera de miedo.
Algún consejo en la sala para permitirme a mi misma llegar más allá?
Besos
Hola Deb. Yo la verdad es que desde pequeñita he tenido muy claros mis límites. Me enfadaba cuando era mas joven, pero llegó un momento en el que los he llegado a aceptar, y por ello soy de las que se esfuerzan por aprender. Y ahora siendo mayor me he dado cuenta de que todo es cuestión de practica, ensayo y error y al final lo aprendes. Lo único que hace falta son las ganas. A lo mejor es también por eso que mis proyectos van más despacio, pero de momento da igual, me lo tomo con calma.
Otra cosita, quería dejar un comentario en tu último post del Ágora, con mis respuestas, ya que finalmente pude tomar un poco de tiempo para ello… Pero puede ser que hayas desactivado los comentarios? Te importa si lo dejo aquí? Un abrazo
http://valentinamusumeci.com/debate-en-el-agora-de-oye-deb/
Gracias a este post me estoy leyendo el libro y me está encantando!! :)
Gran post. Justo lo leí ayer y hoy veo un vídeo de Elsa Punset explicando algo parecido pero enfocado con el éxito.
https://www.youtube.com/watch?v=w_Q0st2jTZ4
También tuve mi época de perfeccionista, la cual acabó el día que conocí a una perfeccionista, peor que yo (al menos eso pienso), y me di cuenta que estaba perdiendo y acabando con una buena parte de mi por ser así. En ese momento lo dejé. Costó un montón, pero hoy en día soy menos perfeccionista y mucho más feliz :)
Un abrazo,