Llegó diciembre y con él la tercera entrega de La Peor Emprendedora del Mundo. En esta ocasión, y para celebrar el mes en que más nos juntamos con amigos y familia y reina ese supuesto espíritu navideño de quererse mucho y hacerse regalos, vengo con este mismo tema: las relaciones.
Porque una no vive como una ermitaña (yo un poco sí, aunque no tanto) y al final, emprender va dejando sus huellas tanto en nosotras como en nuestra forma de relacionarnos, tanto en lo puramente personal como en las relaciones profesionales. Yo no veo las cosas como entidades separadas, todo depende de todo y todo afecta a todo, así que pienso que no viene mal un poco de conciencia o de observación respecto a lo que sucede (o lo que ha sucedido) en nuestra vida social, familiar o personal desde que tenemos nuestro negocio.
Te dejo con las 21 ideas de este tercer episodio de #lapeoremprendedoradelmundo:
1 /
Si tu trabajo es una parte importante de tu vida es bastante probable que te sientas culpable. Especialmente con la gente que te rodea. Especialmente con aquellos a los que estás quitando espacio y tiempo de estar contigo porque estás eligiendo dedicárselo a tu trabajo.
2 /
Relaciones de pareja de una emprendedora: si nos dedicamos algún domingo y cenamos juntos todas las noches, ¿será suficiente? Si cuando voy de vacaciones con él me llevo el ordenador, ¿serán vacaciones para los dos? Si el tiempo que pasamos juntos lo uso para contarle cómo van las cosas en mi negocio, ¿estoy arruinando nuestra relación? Si no confía demasiado en mi proyecto, ¿debería seguir con él? Si estamos empleando su sueldo para financiar todos nuestros gastos personales y también los de mi empresa, hasta que funcione por sí misma, ¿me estoy aprovechando, se resentirá luego? Si cancelo nuestra cita de esta tarde porque me ha salido un evento, ¿estoy priorizando correctamente?
3 /
Relaciones maternales de una emprendedora: si vuelvo a trabajar a los cuatro meses después del parto y dejo a la niña en una guardería, sabiendo que podría organizarme para trabajar menos sacrificando quizás los beneficios en mi empresa, ¿soy una mala madre? Si no puedo permitirme “conciliar” como querría porque del dinero que saco depende nuestra estabilidad económica, ¿debería sentirme culpable? Si pusiera en una balanza todo lo que creo que mis niños necesitan económicamente versus el tiempo que querrían pasar conmigo, ¿qué elegirían, y qué elegiría yo? ¿Van a reprocharme cuando sean mayores que no estuve lo suficientemente pendiente y que mi trabajo parecía más importante que ellos, o van a entender que eso era importante para mí? ¿Será suficiente llegar a la hora del baño y la cena y leerles un cuento cada noche? ¿Es importante para mí que me vean como una mujer exitosa que ha perseguido sus sueños aunque eso les costase tenerme más cerca? ¿Van a tener que ir a terapia por mi relación con el trabajo? ¿Debería poner en pausa todo esto hasta que se hagan más mayores? ¿Hasta cuándo exactamente?
4 /
Relaciones familiares y de amistad de una emprendedora: me voy a perder esta reunión porque tengo que trabajar, a la próxima no falto. Mira, es que no me da la vida, pero a ver si pasa esta fase y nos vemos algún día. Ahora en cuanto termine con esto te respondo al WhatsApp que te debo desde hace una semana, sorry.
Y por otro lado, las de ellos: Al final vamos a tener que hacer un Skype para hablar contigo, ¿no? Hija, te veo muy flaca, ¿ya paras para comer? Deberías relajarte y salir más, mujer, que el negocio no se va a mover de donde está. Es que no se te ve el pelo, qué pasa, ¿es que tienes otros amigos o solo sales con la gente de tu sector? Porque, ¿qué era exactamente lo que hacías?
5 /
Trabajar para ti te absorbe, tanto a nivel físico (de tiempo y energía) como mental (ya me dirás si puedes parar de dedicarle pensamientos aunque estés fuera del despacho). Si no lo detienes, sigue absorbiendo y cogiendo espacio y energía, como un dementor. La idea de ponerte límites a ti misma se impone.
6 /
Cuanto más inoculada tengas la creencia de que tú eres lo que haces y de que vales por lo que tienes o por lo que consigues, más difícil te será despegarte del trabajo, con más compulsividad te entregarás a él. Yo me di cuenta de que tenía este problema cuando me fijé en que lo primero que le preguntaba a alguien nuevo era “¿a qué te dedicas, en qué trabajas?”. Esa era mi medida para todo y todos. Sin esa información me parecían incompletos, no podía entender quiénes eran.
De la misma manera, no podía entender quién era yo si me separaba de mi trabajo. No tenía otros puntos de referencia para tratar conmigo misma. Fuera del trabajo, no me encontraba valor.
7 /
Me di cuenta, mucho después de haber emprendido, que en mi familia todos habíamos terminado siendo emprendedores. Quizás por eso nunca me dio vértigo la idea, no me pareció algo que no pudiera ser. Después de trabajar por cuenta ajena y ver que no me sentía cómoda, la puerta estaba abierta. No hizo falta ni comentarlo, no era un debate en casa.
Me di cuenta, mucho después de haber emprendido, que la mayoría de mis amigos (al menos los más cercanos) eran freelances. Su empresa eran ellos mismos y sus servicios.
Ya con mi primer negocio empecé a relacionarme con personas nuevas que estaban en el mismo punto que yo, creando sus pequeños negocios creativos y ajustándose a sus recién estrenadas vidas independientes. No creo que haya nada que acompañe mejor y que dé más salud mental que juntarte y comunicarte con personas que están en las mismas y que no te conocen “de antes”.
8 /
El problema con quien te conoce “de antes” puede ser que no se termine de adaptar a quién eres tú “ahora”. Eso pasa cuando emprendes o cuando la vida te trae cualquier cosa que te hace cambiar en un corto período de tiempo. Siempre habrá quien prefiera a la persona que ya conocía, bien por comodidad, bien por costumbre, bien porque esa nueva tú les hace cuestionarse cosas de sí mismos que no son agradables de mirar. Solo hay una manera de lidiar con ello: ¿tenemos ganas de seguir haciendo el camino en mutua compañía, nos apetece a los dos?
9 /
Endogamia sectorial, a examen. Los múltiples beneficios de relacionarte con personas de tu sector acaban comiéndose muchas veces a los múltiples beneficios de relacionarte con personas que no tienen nada que ver con lo que haces (soplo de aire fresco como mínimo). Es un pez que se muerde la cola, porque el círculo, si se lo permites, va creciendo solo y es posible que —como yo— te encuentres con que todas las personas nuevas que van entrando en tu vida son emprendedoras y, por supuesto que te parecen interesantes y tenéis cosas en común y temas de los que hablar, pero… ¿no me estaré excediendo? ¿Tendré que apuntarme a clases de yoga presenciales para tener amigas que sean administrativas o azafatas o maestras? ¿Realmente podremos ser amigas o no tendremos nada que decirnos?
Acabar alejándote por inercia de todo el que no se parezca a ti profesionalmente.
10 /
Al contrario, forzar estas relaciones por interés profesional. Vigilar cuando estás buscando obtener un beneficio para tu negocio de una relación personal. ¿Me quiere por mí o por mi negocio y lo que puedo hacer por ella si somos amigas?
Yo soy partidaria de desarrollar la amistad de forma natural y ver si realmente se alarga y mantiene antes de hacer ningún tipo de negocio, trato o promoción mutua juntos. Si no, directamente, no finjo nada íntimo y pido o propongo lo que ando buscando desde una relación cordial pero puramente profesional. He visto muchos malentendidos y disgustos cerca. Alguno también me ha tocado a mí, o lo he provocado yo. Frases como “pensaba que éramos amigos” o “no me esperaba esto de ella, yo nunca lo hubiera hecho”. Asuntos profundamente desagradables.
11 /
Valorar también que mantener unas cuantas relaciones “interesadas” quita tiempo y espacio a las relaciones genuinas y auténticas que podrías estar teniendo si dejases de poner por encima de todo tu negocio. Otra práctica que te empobrece por dentro.
12 /
Pertenecer a un grupo, sentirte parte de algo más grande que tú, relacionarte con gente que comparte tus mismos valores, objetivos o ideas es ciertamente algo agradable, que nos hace sentir muy seguros y arropados y nos da mucha fuerza para seguir adelante cada día. Esto, a la vez, tiene una cara B: pertenecer a un grupo o identificarte con un sector puede hacer que te asimiles poco a poco y vayas perdiendo tus rasgos característicos e identificativos, tus maneras propias de proceder. Por el bien de encajar, nos desencajamos de nosotras mismas. Un grupo solo debería servirte si en él puedes manifestarte en todo tu esplendor particular.
13 /
Los grupos en los que nacemos, que no elegimos realmente (familia, barrio, religión, estrato social, ciudad, colegio…) versus los grupos en los que elegimos estar. De ambos, cuando somos adultas, podemos salir cuando necesitemos.
14 /
Hay épocas en las que no tengo ganas de ver ni escuchar ni hablar con prácticamente nadie, y épocas en las que necesito acción social en mi día a día. No es ni malo ni bueno, no necesito forzarme más hacia un lado o hacia otro. Viene tal y como necesito, y si me escucho, puedo aceptarme así como soy. No todo el mundo va a sentirse cómodo con esta manera de comportarme, claro. Para aceptar mis ausencias hay que aceptarme al completo, y no soy plato de buen gusto para todos. Me pregunto si acaso preferirían que fingiera que tengo ganas de verles o estar con ellos. A mí la gente puede llegar a hundirme, si no la administro bien.
15 /
Poner por delante tu agenda o la de los demás: una de las decisiones más difíciles y relevantes para nuestro bienestar, que tomamos cada día sin apenas darnos cuenta. No hay una respuesta correcta, creo yo. No siempre es lo uno o lo otro. Es observar cada vez, qué quieres hacer, qué se siente adecuado, qué te dice tu cuerpo. Si lo haces de este modo en lugar de en modo automático, podrás ser responsable de tu decisión y estar presente cuando la ejerzas. Si ganas tú, no te avergüenzas (no eres egoísta, no estás abandonando a nadie, no estás siendo mala amiga/esposa/hija/lo que sea). Si ganan los demás, no te cuestionas (no has perdido el tiempo, no estás siempre a su servicio, no eres siempre menos, no haces todo por ellos, no eres una víctima). Encontrar el equilibrio en este punto te convierte en la mejor amiga que puedes tener y en la mejor amiga que pueden tener. Estás disponible cuando realmente estás disponible.
16 /
Hay quien no tolera que seas tú misma, sino quien ellos se han imaginado que eres. ¡Twitéalo!
17 /
Todos ponemos sobre los demás lo que nos gustaría que fueran y nos decepcionamos u ofendemos cuando se salen del papel que les hemos asignado.
18 /
Lo que no toleras de alguien es lo que no toleras de ti o lo que no te permites a ti. No hay más. El día que toleres todo lo que eres (lo claro y lo oscuro, oscurísimo) y te permitas ser exactamente quién eres, no tendrás apenas conflictos con nadie. Lástima que ese día probablemente no vaya a llegar nunca.
19 /
Dicen que somos el resultado de la combinación de las cinco personas con las que más tiempo pasamos (o con las que más nos relacionamos, ya que ahora muchas relaciones son virtuales o a distancia y pueden ser igual de intensas). Yo me he llegado a sentir bastante orgullosa de esto por lo general.
20 /
Sentirte más cerca emocionalmente de personas a las que has visto tres veces en la vida que de amigos con los que has pasado horas y horas y horas.
21 /
Una mala relación con tu hijo es pedirle que sea como tú quieres. Exactamente igual de malo es cuando te comportas así con tu negocio, cuando lo consideras una extensión de ti misma y no le permites ser quién es sin pensar que cada pequeño error está poniendo en evidencia tu capacidad como emprendedora o incluso tu calidad como persona. Soy tan culpable de esto último… Espero hacerlo mejor como madre.
…
La Peor Emprendedora del Mundo es una sección mensual en la que comparto mis reflexiones, sensaciones y contradicciones sobre la complejidad personal que me supone emprender (en la acepción habitual, referida a los negocios, pero también aplicable a ser emprendedora en la vida misma).
Sin embargo, es una sección abierta que está esperando tu aportación. Puedes elegir cualquiera de los puntos, o el tema en general, o una frase en concreto, y transformarla, comentarla, ampliarla, crear a partir de ella en el formato que quieras. Puede ser un artículo en tu blog (en ese caso déjanos el enlace abajo en los comentarios), una entrada de cualquier tipo en redes sociales (márcala con #lapeoremprendedoradelmundo para que podamos seguirla también), una imagen, un dibujo, un poema… Lo que se te ocurra. Un comentario al final del artículo también sirve, obviamente :)
Yo publico mi entrada la primera semana de cada mes, tú puedes publicar la tuya a lo largo de ese mismo mes y de ese modo iremos construyendo una conversación plural y rica en la que todas tengamos voz y representación.
Porque me temo que todas nos sentimos alguna vez #lapeoremprendedoradelmundo, ¿verdad?
Un abrazo,
P.D.: Si te perdiste las dos primeras entregas de La Peor Emprendedora del Mundo, puedes leerlas aquí: LPEDM 1: Mi Vocación y LPEDM 2: Mi Visibilidad.
Este tema en especial me ha tocado la fibra, en general en el sector emprendedor veo pocas relaciones genuinas porque en la mayoría, lo que nace de esa relación es un interés de relación laboral.
Hey! y eso está bien si vamos del palo de business, todas tenemos un negocio, pero a mi, lo que me rechina es el tratar de hacer chupipandi cuando lo que me pase a mi, en el fondo te importa 3 mierdas. Creo que hay un perfil de persona más sensible a ésto, que le gusta hacer negocios con alma y creo que muchas de estas personas, nos encontramos aquí, en Oye Deb.
Y otra cosa, el punto de para encajar, nos desencajamos de nosotras mismas es buenísimo. En lugar de mirar para adentro, tendemos a mirar para afuera para desarrollar nuestros negocios.
Beso
¨Fuera del trabajo no me encontraba valor”
Hace unos meses dejé mi trabajo para mudarme a Dubai siguiendo a mi marido. Y aquí estoy, ejerciendo de “mamá sin trabajar”. Yo, que llevo trabajando desde hace casi 20 años. Que siempre “pensaba mal” de las mamás que no trabajan. Al principio me sentía mal, fatal. Terror a responder a la pregunta “¿De qué trabajas?”. Poco a poco lo voy similando, interiorizando y aprendiendo a disfrutar.
He sido emprendedora y he trabajado para otros. Y los últimos años trabajando para otros me dejaron tan estresada, agobiada y harta de todo, que este “descanso” me está viniendo fenomenal.
Mis ganas de emprender están volviendo a florecer del largo letargo invernal en las que estaban sumidas y mi cabeza le va dando vueltas a como volver a “darme valor”, más allá de un trabajo y sobre todo más allá del “que dirán”.
Siempre me gustó escribir, pero rsólo lo hacía en “tiempos de crisis”, como terapia personal para expresar mis miedos, preocupaciones o cabreos. Ahora lo hago por placer y para ayudarme a encauzar mis ganas de emprender.
Gracias Deb por este espacio abierto.
Deb, me ha encantado el artículo. Muy interesante como siempre y capaz de hacerme reflexionar. El tema de la conciliación vs. emprendimiento siendo mujer; las relaciones interesadas:; las verdaderas relaciones; las relaciones con la pareja vs. las responsabilidades laborales o aspiraciones personales… Voy a tener que leerlo de nuevo y hacer unas cuantas anotaciones importantes. Un placer leerte, como siempre. Sin duda, creo que vas a ayudarme ahora mucho también en tu nueva etapa de madre-emprendedora. Porque a veces aún me hago un lío en cómo llevar esta etapa de la maternidad “dignamente” sin sentir culpas ni remordimientos por querer dedicar horas a mi trabajo.
Un abrazo,
Cirs.
Me has tocado particularmente con algunas de tus reflexiones, Deb.
> “La idea de ponerte límites a ti misma se impone”.
Llevo poco como emprendedora y me da miedo que gustándome lo que hago y con tantas ganas de aprender y avanzar como tengo, el negocio acabe convirtiéndose en el pilar fundamental de mi vida, en lugar de simplemente en uno más.
Y si me da miedo es porque ya lo he experimentado. Cuando estudiaba y trabajaba como ingeniera sacrifiqué muchos momentos y relaciones para dedicarle tiempo al trabajo. Todo giraba en torno a él. Como resultado acabé por perderme y no saber quién era más allá de esa etiqueta de ingeniera.
> “Fuera del trabajo, no me encontraba valor”.
Yo tampoco… Por eso decidí al romper con el trabajo y la que había sido mi vida anterior irme lejos y hacerlo sola. Busqué vivir nuevas experiencias que me ayudasen a descubrir nuevos aspectos de mí sin condicionamientos. Y empecé a valorarme por lo que soy, más allá de por lo que hago.
>”El problema con quien te conoce “de antes” puede ser que no se termine de adaptar a quién eres tú “ahora”.
En esas estoy, desubicada tras haber vuelto de ese viaje. Transformando mi entorno social al haberme transformado yo tantísimo, pero sin tener claro con quién o dónde encajo.
> Ahora…yo cada vez me siento más tranquila y en paz y eso sólo puede ser buena señal. Sólo espero seguir trabajando por encontrar mi sitio, sin llegar a desencajarme de nuevo ;)
¡Un abrazo!
Oye, Deb, me he sentido tan identificada con las reflexiones de esta entrada que creo que tengo que plantearme muy seriamente si las decisiones de mi empresa, mis nuevos proyectos y mi futuro laboral están demasiado (por no decir exclusivamente) centrados en los demás. He empezado con un “eh, esto me pasa a mí… Eh, esto también.. Uy, y esto!” y rápidamente se ha convertido en un “Inés, míratelo un poquito.” Muy revelador, porque soy bastante ermitaña, me suele importar muy poquito lo que piensen los demás y me deshago de relaciones raras con mucha facilidad… Hmm, ¿igual no tanto? Sea como sea, gracias, Deb, por quitarme el antifaz.
Deb,
De verdad gracias por “vomitar” este post lleno de ese tipo de verdades que viven en nuestras entrañas de emprendedoras pero difícilmente alguien logra traducir a palabras. Hasta que llega Deb, claro. He ido diciendo eso de “touchée por aquí”, y “touchée por allá también”… pero la que más tocada me deja es la 21. Porque conforme los hijos van creciendo, y mi mayor no tiene más que 5 añillos de nada, vas viendo lo dificilísimo que es eso de transmitir valores, formas de ver la vida y de estar en familia y en sociedad sólo a través del ejemplo. Sin sorprenderte a ti misma aleccionando a tu propio hijo con una parrafada insoportable. A veces caigo por pura incapacidad e impotencia. Me veo en el espejo de sus preciosos ojitos atentos y me digo: ¡por favor, cállate de una vez! Pues con nuestros negocios, lo mismo. Lo que veo es demasiado chat chat chat y demasiado poco predicar con el ejemplo. He pensado así desde que recuerdo, pero personas como vosotras me ayudáis a no olvidarlo… Gracias :)
Abrazos de la granaína!
Siempre me sentí culpable por trabajar y dejar a mis hijas al cuidado de mi mamá. Ahora que tengo 51 años y mis hijas ya son mayores (20 y 23) me doy cuenta que les he dado un buen ejemplo y ahora cuando no les puedo comprar algo y les digo “cuando tu trabajes te lo podrás comprar” sé que estoy poniéndoles la muestra todos los días. Quiero que sean como yo, que se esfuercen y que sean capaces de ser productivas y sobre todo de tener independencia económica, solo así creo yo se es ciento por ciento libre
Últimamente me he sentido sola, y ojo, me gusta estar en soledad la mayoría del tiempo, pero quizás me refiero más a… poco comprendida. Me he sentido poco comprendida.
En mi sector la mayoría de gente me parece vacía, egoísta, ególatra e hipócrita. No quiero mezclarme con gente así, así que me he ido aislando de esos círculos.
Esto solo hace que aislarme más, y que no tenga ganas de ver a nadie y me sienta más cómoda en mi soledad y cuando llegue alguien que la rompa me parezca que lo haga de forma hostil, sobretodo si no lo elijo yo misma. Ando en una época de cambios y tengo mucho que pensar, tengo muchas personas a las que conocer, gente con la que hablar, pero nunca sé encontrar personas nuevas adecuadas. Y debo decir que tengo más de una amiga en sintonía, pero por x o por y no acabamos de coincidir porque nuestros caminos han acabado yendo a diferentes sendas.
Supongo que son épocas, y ya se sabe, el invierno es de recogimiento, de ivernación. Demasiado al pié de la letra es también dañino pero… ahora mismo es necesario :)
Un saludo, Deb!