Lejos de lo que parece, el título de esta cuarta entrega de La Peor Emprendedora del Mundo no hace referencia a una de esas frases de las grandes empresas en sus páginas “Quiénes somos”, que siempre se esfuerzan por decir algo tipo “Nuestro gran compromiso: la calidad y la satisfacción del cliente”. Obviamente no voy por ahí.
Mi compromiso es mi manera de encontrar balance entre las múltiples contradicciones y las ideas opuestas o aparentemente paradójicas con las que me enfrento cada día. Es posible que tú también te hayas tenido que enfrentar a algunas, o que tengas las tuyas propias, algo como “haría esto y también haría lo contrario”. Y no me parece que sea una cuestión de no tener las ideas claras o de inseguridad, sino más bien de que cada elección implica unos resultados y a veces los querríamos todos o no querríamos ninguno.
De ahí que sea necesario llegar a un compromiso con una misma, o a varias decenas de ellos, y encontrar el punto de balance en el que o bien ambas cosas sean posibles en cierta medida o bien decidamos de qué lado están ahora mismo nuestras inclinaciones.
A mí no me parece nada fácil, no sé cómo lo vives tú.
Te dejo con las 19 ideas de este cuarto episodio y te espero con tus observaciones, reflexiones o contradicciones propias en los comentarios bajo el artículo o en redes con el #lapeoremprendedoradelmundo.
1 /
Me comprometo conmigo misma no cuando me exijo algo y me obligo a cumplirlo sino cuando, estando en medio de una decisión, me permito encontrar una posición en la que poder sentirme cómoda.
2 /
Por ejemplo: quiero que mi negocio crezca y generar mucho más beneficio pero quiero que la empresa siga siendo lo más pequeña y manejable posible.
Y además: quiero que mi empresa se mantenga lo más pequeña y manejable posible pero quiero quitarme de encima todas las tareas que no sean estrictamente de creación de contenido.
Estos deseos me han ido llevando, sin apenas darme cuenta, a tener a dos personas más trabajando conmigo habitualmente y a varios otros freelances de forma más puntual. Me han ido llevando a formar una sociedad en lugar de seguir operando como autónoma. Me han ido llevando a tener que ser una jefa en lugar de una autoempleada (y a gestionar el trabajo de un equipo en lugar del mío solamente).
No son cosas que me hagan especialmente feliz, pero no he encontrado forma de evitar lo uno sin comprometer lo otro.
3 /
Pienso en cómo sería volver atrás, a cuando simplemente mantenía un blog por placer, contando lo que me venía en gana y viviendo al día con él, sin esperar nada a cambio. Siempre acabo llorando como si algo se me hubiera arrebatado para siempre, como si se hubieran roto todos los platos y no hubiera forma de recomponerlos.
4 /
Lo mejor es que un negocio crezca. ¿Lo mejor para quién?
5 /
Recientemente conocí a una chica que había montado un espacio para cuidar niños por la mañana. Tenía espacio para 8 niños y estaba contenta porque cada año lo llenaba. Yo le pregunté, ¿no podrías contratar a alguien más y abrir también por la tarde para poder tener más niños? Me dijo que lo que ganaba era un sueldo suficiente y así vivía más tranquila que añadiendo más niños o más horas o más cuidadoras y que, además, el espacio estaba en su casa y quería que su casa por las tardes fuera un espacio para su propia familia. A punto estuve de preguntar si no le saldría más a cuenta entonces alquilar un espacio fuera de su casa, con más capacidad y más posibilidades. Me callé a tiempo y me dio hasta vergüenza.
6 /
Hay gente a quien le cuesta mucho trabajar en casa, igual que hay a quien le cuesta mucho trabajar sin la presión de los plazos de entrega. Yo nunca he tenido problema para concentrarme cuando quiero y donde quiero (siempre que emocionalmente esté por la labor, si no, ya puedo estar en un monasterio budista que no hay manera de producir nada digno), ni para marcarme mis propios plazos de entrega o gestionar siempre el trabajo con adelanto suficiente para no estresarme demasiado.
Me pregunto si esas personas no se acostumbraron demasiado a la antiautonomía que les (nos) enseñaron ya en el colegio, o si simplemente no tuvieron unos padres como los míos que sin usar las palabras siquiera me transmitieron la idea de “hay que hacer lo que hay que hacer cuando hay que hacerlo, ya descansaremos después”.
7 /
“Hay que hacer lo que hay que hacer cuando hay que hacerlo, ya descansaremos después” me ha servido muchísimo para conseguir lo que he ido necesitando, me ha convertido en una persona eficaz y productiva, comprometida con el trabajo, poniéndolo siempre en primer lugar, me gustase más o me gustase menos. Gracias a esa idea estoy donde estoy y tengo la autonomía y libertad que tengo.
“Hay que hacer lo que hay que hacer cuando hay que hacerlo, ya descansaremos después” también ha supuesto la mayor carga de mi vida, mi talón de Aquiles. Me olvidé de cómo jugar, de cómo disfrutar, de cómo relajarme. Siempre pensando en si ya estaba todo hecho o si aún podría hacer un poco más, si sería suficiente o si aún podría esforzarme un poco más, cuestionando si ya era momento de descansar o estaba siendo muy vaga y perdiendo mi valioso tiempo.
8 /
Cada una de las cosas que creemos saber sobre nosotros, cada una de las lecciones que llevamos por estandarte y tenemos en tan alta estima, tienen una cara y una cruz. No se trata de abrazar lo uno y evitar lo otro, se trata de verlo en conjunto, agradecer por lo que te ha hecho crecer y entender cómo te ha limitado para, en la medida de lo posible, rebajarlo hasta un nivel sostenible donde no te esté haciendo daño.
La eficiencia, la necesidad de perfección, la productividad. Estas tres las llevamos la mayoría de emprendedoras como una carga de luces y sombras. Nuestro propio teatrillo chino.
9 /
¿Descansar? A veces no sé ni cómo hacerlo. Puedo no estar trabajando semanas y seguir completamente activa y alerta por dentro, agotada, como si nunca me hubiera detenido.
10 /
La tremenda ilusión que me hizo descubrir que me había buscado un trabajo en el que dedicar tiempo a mí misma y a mi crecimiento personal no hacía sino convertirme en alguien cada vez más buena en mi profesión. Me sentí afortunada y poderosa, me dio hasta envidia de mí misma. Qué suerte, pensaba. Qué bien lo has hecho. Menuda maniobra. Qué maestría, te ha salido redondo. Luego me di cuenta de que ciertamente era una maravilla, pero de que si necesitaba justificación profesional para hacer algo por mí misma y por mi bienestar, seguía estando en el fondo del lodo.
11 /
Me parece haber entendido, porque de vez en cuando ya lo consigo, que en mi caso la posibilidad de descanso real solo pasa por soltar. Soltar la idea de que el negocio es vital, de que si me despisto se derrumbará, de que nadie puede hacer las cosas como yo, de que el peligro acecha tras cualquier mínimo error. Soltar la idea de que es lo más importante para mí, de que sin él no soy nada ni nadie, de que si se va a pique sería el fin de mi dignidad. Cada una de estas ideas (y todas las que vienen detrás, inacabables) es como una cuerda atada a mis brazos y a mis piernas. Por eso, soltar. Nada de eso es verdad.
12 /
Soltar no es olvidarte o ignorar, ni hacer como que no pasa nada, ni hacerte creer que tú puedes con todo y seguir adelante. Soltar no es decir que te importa todo un pimiento y no tener dirección. Soltar es aceptar lo que viene y navegarlo siguiendo tu brújula interior. Entrar en las tormentas sin pretender que sean días soleados. Ceder el control de tu vida a la vida. Al fin y al cabo, nunca lo tuviste. ¡Twitéalo!
13 /
Intento dar lo mejor que puedo cada día pero no puedo dar nada si estoy vacía. Soy una jarra con mucha capacidad, pero no tengo un sistema de autollenado automático. Cuando he dado suficiente, necesito ir a la fuente y recargar. Esa es mi verdadera obligación si pretendo ser de servicio a los demás con mi trabajo y si pretendo, en algún caso, vivir feliz en mi pellejo. Una jarra vacía no calma la sed de nadie, es un objeto inútil.
14 /
Siempre que se habla de minimalismo pongo mucha atención. La idea de una vida simple me seduce: pocas cosas, poca gente, pocas obligaciones no deseadas, poco trabajo, poco mantenimiento. A cambio, el maximalismo que deja el minimalismo a su paso: mucho espacio, mucho tiempo, mucho descanso, mucho ahorro.
15 /
Otra contradicción: quiero que mi trabajo llegue todo lo lejos posible pero no quiero ser famosa ni popular. Siempre me pregunto si no hubiera sido mejor para mí crearme un personaje falso desde el principio y hacerle un catfish al universo. Un pseudónimo que todo lo cure. Un muro de protección.
16 /
Otra contradicción más: creo que soy demasiado sensible y emocional para tener este trabajo y creo que sin ser tan sensible y emocional no me iría tan bien en este trabajo.
17 /
Ganar más haciendo menos, parece el título de un curso de estos de engañabobos, pero lo creo enteramente posible. Aún no he sabido llevarlo a la práctica del todo. El día que lo logre tendré que inventarme un curso. O no, porque no tendré necesidad de crear otro curso para ganar más. Lo escribiré gratis en mi montón de tiempo libre. Prometido.
18 /
Lo más grande que he hecho en la vida, la obra más importante y el milagro más supremo, lo he hecho sin hacer nada, solo estando presente. Se llama gestar un bebé. No hablo aquí de que la maternidad sea imprescindible (para mí nunca lo fue), ni que sea más grande que mi profesión (las veo al mismo nivel de importancia para mi desarrollo vital). Hablo de que nunca, jamás, en mi vida, me imaginé que yo podría hacer algo tan gordo sin ponerle nada de esfuerzo, simplemente con mi mera presencia. Para alguien tan acostumbrada a pencar y sudar por todo no es una idea nada desdeñable. Y hablo de un embarazo lleno de molestias físicas y en un momento vital muy bajo pero, aún así, reitero el “sin esfuerzo”: el niño se forma solo con todo lo que va necesitando sin que yo tenga que estar pendiente de que no le falten células y tenga todos los deditos de los pies.
Ojalá las empresas también se creasen así, esperando pacientemente a que la vida haga su trabajo y tire los dados por su cuenta a cada segundo.
19 /
En mi despacho tengo mis dos postales favoritas. Las compré en mi viaje en solitario a Islandia, el último día, antes de ir al aeropuerto, y fueron mi regalo de despedida. Son el retrato de dos ovejas jóvenes: una blanca, otra negra. La blanca me mira de frente, la negra está de perfil y la tengo siempre puesta de forma que mire hacia la blanca. Me hablan de la hermosura infinita que hay tanto en la luz como en la sombra, de la imposibilidad de separar lo uno de lo otro o de que siquiera exista una si no existe la otra. Sé que no son la misma oveja, pero para mí, como si lo fueran. Las miro y me veo. Ese es el compromiso.
…
La Peor Emprendedora del Mundo es una sección mensual en la que comparto mis reflexiones, sensaciones y contradicciones sobre la complejidad personal que me supone emprender (en la acepción habitual, referida a los negocios, pero también aplicable a ser emprendedora en la vida misma).
Sin embargo, es una sección abierta que está esperando tu aportación. Puedes elegir cualquiera de los puntos, o el tema en general, o una frase en concreto, y transformarla, comentarla, ampliarla, crear a partir de ella en el formato que quieras. Puede ser un artículo en tu blog (en ese caso déjanos el enlace abajo en los comentarios), una entrada de cualquier tipo en redes sociales (márcala con #lapeoremprendedoradelmundo para que podamos seguirla también), una imagen, un dibujo, un poema… Lo que se te ocurra. Un comentario al final del artículo también sirve, obviamente :)
Yo publico mi entrada la primera semana de cada mes, tú puedes publicar la tuya a lo largo de ese mismo mes y de ese modo iremos construyendo una conversación plural y rica en la que todas tengamos voz y representación.
Porque me temo que todas nos sentimos alguna vez #lapeoremprendedoradelmundo, ¿verdad?
Un abrazo,
P.D.: Si te perdiste las tres primeras entregas de La Peor Emprendedora del Mundo, puedes leerlas aquí: LPEDM 1: Mi Vocación, LPEDM 2: Mi Visibilidad y LPEDM3: Mis Relaciones
Muchas gracias por compartir tus reflexiones a partir de tus experiencias. De este artículo, comparto todos los puntos que dices y, de ellos, me quedo con dos: siete y trece.
Mis padres también me transmitieron la idea de lo importante que es cumplir con las obligaciones y retrasar el descanso hasta que las tareas de dichas obligaciones no solo estuvieran hechas, sino que lo estuvieran de la mejor forma. Efectivamente, esta forma de pensar me ha traído muchos éxitos pero, también, muchos problemas. Identificar el punto medio está siendo mi objetivo.
En cuanto al trece, , a través de las redes sociales se puede conocer a personas como tú, que sois mi fuente de inspiración pero, echo en falta el contacto personal de un café en unas jornadas simplemente. Hoy por hoy, las obligaciones familiares y laborales no me lo permiten así que espero a las newsletter como agua de mayo y llenar la vasija un poquito.
Muchas gracias por tu labor.
Me acuerdo bien de esas postales. Un abrazo.
Deb, me han encantado tus reflexiones. Precisamente es una de estas contradicciones la que creo que hasta que no resuelva no me va a dejar arrancar con mi negocio online.
Hace 5 años que emigré a Austria para trabajar de ingeniera. Gracias a El Ideatorio creé un blog en el que ayudo a otros ingenieros a emigrar. Y aquí viene mi gran contradicción:
¿Por qué creé el blog? Porque emigrar es una experiencia que me ha transformado y quiero ayudar a otros a que vivan lo mismo.
Pero… ¿por qué creé el blog? Porque quiero tener un negocio digital para poder volver a España y ver más a menudo a mi familia.
¿¿Entonces?? ¿¿Quiero ayudar a la gente a emigrar cuando lo que yo quiero es regresar??
Siento que tengo que justificarme cada vez que toco el tema de querer volver. Sin embargo, no cambiaría por nada los años vividos lejos de casa.
Me tranquiliza ver que no soy la única con contradicciones afectando a los cimientos del negocio.
¡Un abrazo!
Hola Deb (hola a todos),
Yo estoy igual que Eva :) pero sin irme tan lejos como Australia (de hecho estoy en España pero separada por un mar, 800 kilómetros y pocos vuelos).
Y siento lo mismo que ella y lo mismo que describes en esta entrada… contradicción constante…
Quiero volver a mi tierra pero al mismo tiempo quiero estar aquí donde hay más oportunidades para hacer crecer mi negocio.
Además, no sé soltar… es algo que no va conmigo… y sé que sería súper positivo para mi. Estoy poco a poco haciéndolo pero me cuesta… ¡horrores!
Si alguien tiene un truco mágico, que me avise, ¡me vendría bien! ;-)
Un saludo
Interesantes reflexiones sobre las contradicciones que todos tenemos y que no confesamos. En las webs y en las redes sociales mostramos lo bonito, el resultado. ¿Quién tiene todo claro al 100%?. Quizás, la mayoría de las veces ante las contradicciones nos quedamos en el punto medio, tal y como cuenta Aristóteles sobre la virtud en su libro Moral a Nicómaco. Gracias por compartirlas. No estás sola en esto.
Me ha gustado mucho este post, porque se habla poco de las contradicciones (que existen, y muy gordas) en el “glamouroso” mundo del emprendedor digital.
Sobre todo me he quedado pensando en la 9…
La verdad es que el tiempo EFECTIVO que la mayoría de personas, sobre todo quienes tenemos trabajos autónomos, pasamos trabajando no es demasiado alto. Quizás 4-5 horas al día, a veces ni eso. Lo he medido con una aplicación que se llama Klok.
Sin embargo el tiempo que pasamos PENSANDO en el trabajo es altísimo. Es que uno puede estar semanas de vacaciones, o días sin hacer nada, y no tiene la sensación de desconectar. O vas dando un paseo y se te ocurre una idea para el negocio, y si no la apuntas temes perderla para siempre… O estás cenando con tu pareja, y te está contando algo, pero tú estás dando vueltas a tu próximo lanzamiento, o a las ventas de tu infoproducto, o a lo que les pasó a tus clientes.
Es un tema que yo particularmente tengo pendiente de resolver: el cómo desconectar de verdad. O quizás… el quid de la cuestión es que no hace falta desconectar. Que se puede vivir de manera saludable integrando vida-trabajo-formación-empresa-relaciones-clientes, todo y el “querer desconectar” nos pone en un estado de presión que complica más las cosas. Who knows.
Ahí estamos, resolviendo, gracias por este post, ¡un abrazo!
Brava Deb, estás bravísima esta temporada. Enhorabuena, excelente trabajo. Besos
¡opino exactamente igual!
Bueno muchachita,
A mi me parece que con lo jovencita que te encuentro tienes las ideas muy claras, incluso te das cuenta de que lo simple es lo más difícil.
Me ha gustado mucho tu post, pues yo, a punto de emprender y ya en mi segunda faceta de la vida, como la historia del águila, me encuentro en que o me transformo o muero, y me doy cuenta también en lo que dices de que mi propio compromiso a veces se tambalea justo por la misma razón que comentas. Merece la pena? pues no lo sabré hasta que no actúe. Aquí estoy.
Te felicito, el año y a ti. pues te siento muy muy sincera y eso a mí me encanta.
Maite
me siento tan identificada en todas tus contradicciones, tu manera de expresarlas me dan claridad en esos nudos internos que me provocan. y lo que me encanta de las contradicciones es que me conectan con mi profunda humanidad, con mis propios limites que me obligan siempre (despues de mucha pataleta eso si) a la bella rendición…
Hola, me quedo pensando en el ejemplo de la chica que cuida niños en su casa. Es verdad, con mentalidad de negocio bien vienen las ideas que le diste. Pero ella lo tiene muy claro, hasta donde quiere llegar, y cuáles son sus prioridades u objetivos. Hay mucho para aprender de este ejemplo, siempre y cuando quieras vivir una vida más liviana sin tanto equipaje….por supuesto que esto depende de cada uno y sus objetivos y o prioridades…muy interesante….
Hola Deb, hola compañeras!
La historia de la guardería me ha recordado un poco a mí…
Justo antes de meterme en este lío de los negocios online, tenía un Centro de Pilates, Yoga y Danza Moderna. Negocio propio donde yo era la única empleada.
Durante los 6 años que estuvo abierto, lo llené hasta la bandera, conseguí ganar más pasta de la que podía gastar y trabajar 8 horas solo de lunes a jueves. ¡Increíble! ¡Me sentía realmente afortunada porque además es un trabajo que me apasiona!
Mis clases tenían plazas limitadas, 9 personas como mucho (puede que 10 si tenía que hacer alguna excepción), pero en el local me cabían 16. Apretaditas, pero cabían.
Si echamos cuentas, con eso de los grupos reducidos perdía una auténtica pasta porque además solía tener lista de espera y gente para llenarlos.
Pero encontré el equilibrio: conseguí trabajar las horas que quería, metiendo a la gente que quería, haciendo un trabajo que me gustaba muchísimo y ganando el dinero más que suficiente para vivir la mar de tranquila.
Mis amigas, mi familia, la gente con negocios, no entendían mi filosofía de vida.
¿Por qué solo trabajas de lunes a jueves y con 9 personas por clase, pudiendo currar de lunes a sábado por la mañana, meter 15 personas por clase y forrarte literalmente?
Pues porque estaba súper tranquila, me divertía, tenía tiempo para hacer otras cosas, mi local pequeñito me parecía una monada, no necesitaba a nadie para hacer nada porque el volumen de trabajo que tenía me permitía hacer todo sola.
No es que no metiese a nadie porque considerase que no lo iban a hacer como yo (que también), pero tener que estar pendiente de emplead@s me resultaba un engorro que me quitaría mucha más libertad de los beneficios que iba a producirme.
Todas las personas tienen contradicciones. ¡Pues anda que no me da la gente la lata cada vez que me ven con un cigarro en la mano!
“¿Tú? ¡Con lo sana y deportista que eres!”
Sí, pero también somos humanas, imperfectas y libres.
GRACIAS POR TANTA SABIDURÍA Y VIVAN LAS CONTRADICCIONES
¡Vivan!! :))
Olé por ti, Tania! Qué experiencia más buena la de tener tu escuela de danza 100% a tu manera… Los negocios unipersonales tienen algo de doméstico, todo se imprime de la personalidad de una… seguro que entrar en tu local, como estar en el blog de Deb era como ser una invitada en tu casa. Enhorabuena por haber tenido esa experiencia y por haber sabido aprender de ella, y pasar página. Un abrazo grande! :)
Felicidades Deb!! Cada día me gustas más.
Hilando con lo que dice Amparo, siento que no se trata de desconectar del trabajo o desconectar de las obligaciones familiares o desconectar de…..sino de CONECTAR, de estar absolutamente presente (en mente, corazón y alma) en cada situación.
acabas de dar en el clavo, justo lo que necesitaba ahora.
gracias
Encantada Deb, acabo de terminar de leer esta cuarta entrega y acabo de emocionarme.
Es verdad que me pilla en un momento emocional alto, pero es que lo que escribes expresa fenomenal todo lo que llevo por dentro y quiero darte las gracias por esto y por todo lo que me aportas. Te encontré este año pasado, de casualidad, y no me pierdo la Debsletter.
Intento emprender, poco a poco, trabajando por cuenta ajena me resulta costoso y también complicado. Pero sé que lo voy a conseguir ( o eso espero ) Me doy cuenta también de lo influenciada que llego a estar sobre la educación recibida y de la relación que existe con mi familia, sobre todo con mis padres, en fin… muchas cosas que estoy descubriendo y que antes las dejaba pasar. Puedo decir que me estoy descubriendo a mi misma, ahora, con treinta y dos años. Alucinante.
Gracias por todo Deb.
Un abrazo, María.
Si puedes Deb, si podéis… os aconsejo leer la vida de Michael A. Singer en su libro “El Experimento Rendición” . Cuando te rindes a “lo que es”… 💚
Me esta encantando la edición de este año. Enhorabuena por tu trabajo. Mis contradicciones van muy unidas a mis miedos, tengo un trabajo por cuenta ajena, es un trabajo cómodo a media jornada donde lo que gano cubre mis necesidades básicas y económicamente no necesito más para vivir, además tengo tiempo para dedicarle a mi hija y a mi marido, pero por otro lado siento que estoy completamente estancada, que yo podría dar mucho más de mi, que podría ofrecer más al mundo y por mucho esfuerzo que hubiese que poner tengo otras aspiraciones profesionales. Así que me siento totalmente confundida, ya pasé por esto otra vez y decidí ser un pez que nadando en la pecera, quizás sea el momento de nadar en el mar de nuevo pero un día me siento preparada y al día siguiente no. La vida esta repleta de contradicciones.
Mis contradicciones son muy parecidas. Sobre todo este principio de año que estoy agotada. Tengo mis objetivos e ideas muy. Latas con mi plan de acción y todo. En cambio estas semanas me encuentro inmóvil. Y me lo permito porque otra no me queda y a la vez me siento culpable y vaga. Me estoy observando y sé que no puedo moverme. Introspección y miedo
Deb, gracias por ofrecer tanto, mucho más de lo que parece. Detrás de cada frase hay una reflexión brutal, un aprendizaje enorme. He leído poco a poco y vuelto a leer algunas frases para no perderme nada; me las llevo conmingo para trabajarlas en mi vida, día a día.
¡Qué buen trabajo haces! Gracias de nuevo.
Un abrazo,
Patri