En el colegio los niños siempre trataban de buscar tu punto débil para atacarte. Si tenías orejas grandes eras Dumbo, si eras gorda eras Vaca o Foca, si llevabas gafas eras Cuatro Ojos y así hasta el infinito.
Cuando era tu turno de insultar a alguien, sin embargo, lo normal era que te abstuvieras de insultar a quien tenía el mismo “problema” que tú. Yo nunca llamé a nadie Cuatro Ojos ni Empollona de Mierda ni nada que me hubiera dicho a mí alguien antes. Hacerlo habría indicado que no eras consciente de la realidad o que estabas tan sobrepasada por la rabia y el resentimiento que necesitabas sacar ese nombre de ti para ponérselo a otro y a ver si de algún modo eso te libraba de él. No, claro, nunca te libraba.
Yo vi a niños gordos insultar con saña a otros niños gordos con los mismos nombres. Era entre ridículo y penoso. Pero indicaba el dolor que sentían y el rechazo que se regalaban a sí mismos.
…
En el mundo adulto sigue existiendo el mismo juego. Podría hablar de casos recientes de la esfera social y política, pero voy a quedarme en mi tema para no salirme de madre.
Me he dado cuenta de a qué nivel las emprendedoras (y los emprendedores, no es una cuestión de género aunque yo use siempre el femenino para referirme a todos) tienen —tenemos— la piel muy fina para las observaciones de los demás sobre nuestro trabajo, nuestra valía, nuestro talento o la forma en la que llevamos nuestras empresas pero a la vez tenemos la lengua bastante suelta para dedicarnos alegremente a juzgar el trabajo, la valía, el talento y la forma en que llevan sus empresas las y los demás.
Cuando pones un proyecto en marcha sabes lo que cuesta. Sabes lo duro que es el camino para crearlo, desarrollarlo y hacer que vea la luz. Eso solo ya es digno de respeto. No digamos lograr que funcione, que venda, que crezca. No digamos innovar, sacar cosas nuevas, ir por delante, ser creativa, ser diferente. Es un esfuerzo diario que probablemente quien no lo haya intentado nunca no tenga el “placer” de conocer, pero las que hemos estado ahí, haciéndolo o tratando de hacerlo, sí lo sabemos.
¿Por qué, entonces, nos creemos con derecho a criticar o juzgar el proceso de otra, su manera de hacer las cosas, sus productos, su creatividad, sus decisiones?
…
Una amiga me dijo un día que empezó a dejar de criticar los libros que leía en el momento en que se puso a intentar escribir el suyo propio. Dijo que nunca había sido consciente del esfuerzo que requería volcar tus ideas sobre el papel y hacer que tuvieran un poco de sentido y fueran agradables de leer hasta que se sentó y lo que le salía era peor que todo lo que había criticado hasta entonces.
Otra amiga que tenía un blog de moda en el que ella salía posando regularmente me dijo que sabía que todas las que la criticaban no tenían el valor ni lo tendrían nunca de ponerse frente a la cámara y hacer lo que ella hacía al exponerse abiertamente. No eran blogueras de su nivel las que parloteaban, eran las que todavía no llegaban, las que lo intentaban pero no les iba bien, o peor, las que ni siquiera lo habían probado nunca.
Efectivamente, resulta mucho más sencillo criticar algo (y creer que tienes algo de razón en la crítica) cuando no tienes idea del esfuerzo que requiere y cuando no te pones en la piel de la persona a la que estás criticando. Pero resulta entre ridículo y penoso —como en el patio del colegio— creerte con derecho a juzgar a alguien que afronta su trabajo como mejor puede, exactamente igual que haces tú.
…
¿Por qué, entonces, no mostramos más empatía? ¿Por qué nos creemos con derecho a señalar los fallos ajenos, otorgándonos por decisión unilateral el mazo de juezas y permitiéndonos decidir con alegría si lo de enfrente está bien o mal o mejor o peor? ¿Por qué, entonces, tantos corrillos y comidillas? ¿Por qué comentarios en público destinados únicamente a herir o ridiculizar? ¿Por qué tanto miedo a la competencia? ¿Por qué tan poca seguridad en nosotras mismas?
La mayoría se escudará en que no son juicios, sino críticas, y que las críticas son buenas si son constructivas. Y que tenemos que saber encajarlas. Yo digo que no. O que sí, pero no cuando los demás quieran, sino cuando yo quiera. Yo digo lo mismo que mi amiga (¡ojalá!) Brené Brown, que no lo podía haber puesto más claro.
La idea es que si no estás también en el ruedo, dando la cara, trabajando cada día y dispuesto a que te pateen el culo (porque lo harán) como yo, no estoy interesada en tu feedback. La gente de los asientos baratos, los que miran pero no hacen nada, los que opinan pero no actúan, no tienen una opinión que pueda interesarme.
…
Las críticas dicen más del que las hace que del que las recibe (especialmente si se hacen desde el anonimato, porque entonces lo que dicen es que eres cobarde y que tienes malas intenciones, si no, ¿por qué no dar la cara? ¡Nosotras damos la cara cada día de nuestra vida!). Tenlo en cuenta la próxima vez que critiques o des tu opinión respecto al trabajo de otra persona, y si quieres, te dejo unas instrucciones muy sencillas:
- Cuando haces una crítica, si es constructiva, comunícasela a quien tenga que recibirla de forma privada para que tenga muchas menos posibilidades de sentirse atacado o humillado.
- Si es destructiva, guárdatela para ti. Cómetela. Cuéntasela a tu almohada. Esa persona no necesita saber qué piensas de ella. De verdad. Cállate.
- Si no entiendes la diferencia entre una y otra, piensa en cómo te sentaría a ti recibirla y piensa por qué la estás haciendo. Probablemente encontrarás mucha frustración propia en ese comentario, y hacerlo no retratará a la persona que lo recibe, tal y como tú pretendes, solamente te retratará a ti.
Pero, sobre todo, y para eso he escrito hoy este artículo (porque sé que no eres tanto de las criticonas sino de las que se exponen a críticas), tenlo en cuenta la próxima vez que seas criticada: no tienes por qué atender a ningún tipo de crítica, ni tomártelas bien, ni aceptarlas humildemente, ni nada de nada. La humildad y la aceptación y el agachar la cabeza educadamente no te hacen mejor persona, aunque los que critican quieran hacérnoslo creer. Quien decide lo que es un comentario constructivo que merece la pena escuchar y lo que es un intento de cualquier otra cosa menos elevada que no hace falta que atiendas eres tú.
Dejemos de obligarnos a ser como a los demás les resulta más cómodo que seamos. Seamos públicamente incómodas.→¡Twitéalo!
Un abrazo,
Me ha encantado este artículo. Constructivo al 100%.
Sobre todo esto “No eran blogueras de su nivel las que parloteaban, eran las que todavía no llegaban, las que lo intentaban pero no les iba bien, o peor, las que ni siquiera lo habían probado nunca.”
GRACIAS.
Como siempre genial artículo. Que verdad tan grande cuentas, yo que siempre he sido críticada por mi delgadez. Comentarios que debes encajar y aprender a quererte tal y como eres, y por su puesto no juzgar a los demás para hacer daño. Cuando alguien crítica como tu bien dices, primero hay que mirarse al espejo y pensar que tal nos sentaría, y después actuar en consecuencia. Y como siempre digo a mis hijos, nunca hagas algo que no te gustaría que te hicieran a ti.
Gracia Deb por tus reflexiones.
Besos Sonia
Hola, Deb!
Bufff este artículo me ha llegado, porque hace un tiempo que vengo pensando en este tema (una vez más, me lees el pensamiento).
Hasta hace poco no me daba cuenta, pero me comportaba de forma bastante criticona. No en plan destructivo, porque nunca lo he hecho y va en contra de mis valores; más bien juzgaba las acciones de los demás sin intentar entender por qué actuaban así. Se trataba más de un pensamiento en plan “¿por qué esa persona hace eso que no entiendo / por qué no espabila / por qué no ve que el mundo no es como él cree que es?”.
Cuando fui consciente de este patrón mío fue un choque, porque yo, que me consideraba una persona empática, de repente me di cuenta de que no lo era tanto como creía. Con la excusa de querer “ayudar a los demás a ir por el camino correcto” (y lo pongo entre comillas porque ahora eso me parece un acto de lo más soberbio), estaba juzgándolos y perdiendo de vista completamente la empatía y la comprensión de sus actos, fueran los que fueran.
En fin, al grano. Lo que aprendí de ese proceso de aceptación de mi “pecado” (jeje) fue que toda crítica y todo juicio que hacemos al exterior tiene que ver con nosotros más que con la persona a la que va dirigido (y esto también lo has dicho tú). Ese juicio puede expresar un miedo nuestro, una auto-censura… y creo que, las más de las veces, lo que esconde es un deseo propio que no nos permitimos llevar a cabo. Por eso, ahora intento no caer en las críticas y tratar de comprender, en primer lugar, al otro, y después analizar cómo esa crítica que yo habría hecho y que me he callado habla de mí misma, me cuenta algo de mí que necesito aprender.
La crítica no sirve para nada. Sólo cuando está expresada desde la pura generosidad y empatía, creo que tiene algún valor. Y en eso estoy yo ahora: tratando de desarrollar esa parte mía generosa y empática que emita críticas sólo cuando pienso que van a aportar algo, y siempre desde el amor hacia la otra persona y la comprensión hacia mí misma.
Por cierto, Brené Brown escribe el prólogo de “El arte de pedir”, de Amanda Palmer. Acabo de leerlo y me ha parecido una lectura muy inspiradora; si no lo has leído, te lo recomiendo.
Un abrazote, y gracias por tus reflexiones de martes!
Irene
¡Qué bonito Irene! Aunque creo que esa soberbia de la que hablas es demasiado humana. Quiero decir que todos inevitablemente vemos el mundo desde nuestro punto de vista y tendemos sin darnos cuenta a creer que todo el mundo lo ve igual. Lo extraordinario es lo que tú has hecho, replantearte las cosas y crecer.
Hola Amelia, me ha gustado tu contestación, me ha gustado tu foto, te he pinchado y me gusta tu página, me ha transmitido buen rollo, dulzura, empatía (es la primera vez que algo me transmite “empatía”, pero no se decirlo de otra manera). A partir de ahora te seguiré.
Encantada.
Hola Noe!
Muchísimas gracias por tus palabras. Está claro que si ves eso en la página es porque lo llevas dentro. Es un honor que me visites :-)
Un abrazo!
Ame, a mí también me ha encantado tu blog y tu historia, gracias por exponerte a pesar de las posibles críticas, tema central de este post de del. Gracias a las dos.
Cuánta verdad… Yo hasta hace poco tenía a alguien en el punto de mira a la que he criticado bastante.. aunque en privado. Ahora me siento mal porque lo único que he demostrado con ésta actitud es tener una inseguridad increíble solo porque ella hacía bien lo que yo no hacía tan bien… como si por eso mi trabajo valiese menos. Menos mal que una espabila y aprende de sus errores.
Qué interesante el tema y qué bien enfocado, me ha encantado. Yo a mis clientes de coaching les digo que para diferenciar una crítica “constructiva” de la que no lo es, es preguntarse LA UTILIDAD de dicha crítica. PARA QUÉ hago esa crítica o para qué me sirve recibir esa critica. El “apellido” constructiva muchas veces no es más que una justificación para no sentirse culpable cuando en realidad no construye nada sino que destruye…
Es un tema muy interesante y respecto al peso, que es en lo que yo estoy especializada, especialmente común por desgracia. Y que hace tanto daño…
Hola Deb y compis de lectura!
Me parece un post superbien expuesto y que me hacía falta leer! Llevo unos meses con un blog y miras de prosperar con él y lo peor que llevo no es el trabajo en sí, abundante pero muy satisfactorio, sino las posibles críticas que pueda recibir. Como norma, las chicas que me leen o me siguen en las redes son muy cariñosas y educadas. Pero siempre me sale el miedo cuando miro el móvil y veo que he recibido algún comentario. Exponerme me sigue dando respeto, aunque soy consciente de que trae más cosas buenas que malas. Seguiré tus consejos para manejar mejor algo que es inevitable: que no se puede gustar a todos.
Un abrazo
Bien dicho Deb!
Debemos protegernos de esos feedbacks dañinos.
Pero creo que también es valiente salir de nuestra burbuja para escuchar a quien nos valore y a quien desde el respeto sea capaz de mostrarnos los aspectos que podemos mejorar porque hay potencial por desarrollar.
Humildad sí porque la arrogancia no nos posiciona como aprendices, que es lo que somos si lo que queremos es seguir creciendo.
Pero no seamos sumisas y complacientes y, como dices, no agachemos la cabeza ante cualquier tipo de invalidación porque no nos conviene.
Gracias Deb! Me ha encantado!
Brillante Deb, como siempre. Las críticas, como muy bien has comentado, son solo un reflejo de nuestras propias carencias. Se tratará pues de ahondar más en nuestro propio autoconocimiento para no ir haciendo daño sin ton ni son con las supuestas “críticas constructivas”. Un abrazo
Este artículo me llega en el mejor momento porque justo esta semana he recibido un comentario en mi blog de todo menos constructivo y, en lugar de borrarlo y pasar del tema, decidí contestarle de la manera más respetuosa posible (no como hizo él con un ataque gratuito sin conocerme). Supongo que lo mejor es ni aprobarlo ni responder pero me sentía en la necesidad de hacerlo porque no me suelen escribir normalmente en ese tono en “mi casa”. En fin, tendré que tener un plan mejor pensado para próximos “trolls” porque supongo que no será el último. Un abrazo
Y por cierto, no me sentí atacada porque con sus palabras demostraba claramente que no era feliz ni con su vida ni con su negocio. Una pena que la gente pague su frustración con otros colegas de profesión. Pero ahí queda bien reflejado lo que comentas en tu post, y es que cuando alguien critica dice más de él que de la otra persona. Como se suele decir “Lo que Pepe dice de Juan dice más de Pepe que de Juan”
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¡Totalmente de acuerdo Laura!
Totalmente cierto, Laura, igual de cierto que lo que nos cuenta Deb en esta entrada, y es que tenemos que aprovecharnos de las críticas constructivas, sí, pero no tenemos porqué ser políticamente correctas/os con una persona que no ha tenido ningún tipo de reparo en tener malas palabras hacia nosotras/os ;)
Sabios consejos, Deb, gracias y un abrazo.
Buen post, aunque más fácil de decir que de hacer. Las críticas son difíciles de encajar siempre, al menos a mi.
Por otra parte La actitud lo es todo y como siempre dice mi madre, no le hagas a los demás lo que no te gustaría que te hiciesen a ti. :)
Un saludo!!
Hola Deb,
Abrir el correo esta mañana y encontrarme con tu artículo, lleno, como siempre, de verdades como puños.
Cierto es, solemos criticar, a tener incontinencia verbal, a ser terroristas usando como armas de destrucción masiva palabras crueles, que casi siempre, reflejan nuestras carencias, inseguridades y miedos. La verdad es que si todos tomáramos más consciencia del daño que una palabra desafortunada puede causarle a otro…si cuando la pronunciamos nos dieran una pequeña descarga eléctrica, desde luego, que nos lo ahorraríamos!
Gracias por tu artículo, como siempre es un placer leerlo!
Un abrazo!
Solo decir que tienes toda la razón! Me ha encantado tu artículo. Algunas veces parece que porqué estés haciendo algo que publicas para todos, tienes que aguantar y pedir disculpas a quien le de la gana de criticar, aunque lo haga sin haber-se leído el artículo entero o lo haga con acusaciones ridículas y exageradas, o no tenga ni idea del tema. Son personas que se sienten atacadas por cualquier cosa que digas, o como dice mi madre “que tienen poca faena”. Y aquí el problema es de ellas, y no tenemos que ser su saco de boxeo. Gracias por tus artículos, me gustan mucho!
Me encantó, como siempre Deb. A veces es incluso el primer pensamiento que se me pasa por la cabeza cuando quiero hacer algo. El miedo a la crítica por no ser lo que esperan los demás aunque esté dando lo mejor de mí o esté haciendo algo que me represente. Pero debemos liberarnos de eso y me encanta como lo cuentas. Me ha llegado. Gracias. Un abrazo.
Hola Deb!
Echaba de menos estos artículos. Aunque hablas de criticar para mí suena más a insultar, es como varios niveles más lejos. El bullying del cole es insultante, no es una crítica y los trolls de Internet son acosadores, no críticos. Al menos para mí.
Pero volviendo al tema, me ha gustado que desenmascares todo esto y llames la atención sobre la incomodidad de los juicios que se hacen constantemente, sobretodo los que vienen de gente que está también ahí fuera.
En mi caso, siempre he sido extremadamente sensible a las reacciones de los demás acerca de mí (el bullying fue una constante en mi vida durante años). A día de hoy aún me enfrento a esas reacciones, porque veo las expresiones de la gente y automáticamente asumo que son hacia mí. Pero he descubierto hace poco que la gente no solo está tratando de protegerse de algo que teme o que ha sufrido, sino que se dirige a los demás como se han dirigido a ellos durante toda su vida. Gracias a esto he empezado a separar su agresividad y sus palabras de mí misma, ahora no me sienta tan mal porque entiendo de donde vienen, entiendo que es todo suyo.
Quizás sea aún más difícil en Internet, porque normalmente son anónimos o apenas sabes nada de esa persona que alegremente ha decidido hoy rajarte de arriba a abajo. Es injusto, por supuesto, pero creo que en realidad les das importancia cuando les contestas o les haces caso. Ellos tienen más problemas que tú, están estancados, amargados y muertos de miedo y creen que no pueden soportar que tú tengas el valor de salir ahí fuera a jugártela, a meter la pata públicamente si hace falta y a crecer como persona. Los que critican estando fuera también, creo que tienen una pierna dentro y la otra fuera, creo que lo están haciendo a medias porque tienen miedo de tirarse del todo a la piscina. Y desde luego están aterrados de que cualquier día llegue alguien y los critique o insulte por estar ahí. Probablemente tienen todos los miedos que tenemos todos pero además tienen miedo de reconocerse así mismos que los tienen, de ser vulnerables, porque estamos convencidos de que es una debilidad.
Como tu amiga Brené Brown (quién no la querría de amiga?) dice:
“Vulnerability is not weakness, and the uncertainty, risk, and emotional exposure we face every day are not optional. Our only choice is a question of engagement. Our willingness to own and engage with our vulnerability determines the depth of our courage and the clarity of our purpose; the level to which we protect ourselves from being vulnerable is a measure of our fear and disconnection.”
Gracias por sacudirnos con tus reflexiones.
Es valiente lo que haces, aunque creo que sabes que es una de tus mayores fortalezas.
Un abrazo
No podría estar mas de acuerdo contigo.
En el primer libro que escribí, estaba tan contenta, tan entusiasmada que se lo daba a leer a cualquiera. La primera critica fue que en la pagina dos faltaba un acento…
Mis hijos se reían y decían: paren las rotativas que las “marujas” de turno están haciendo una critica,je,je. Agradeci su comentario que me ayudo a no tener en cuenta las chorradas. Ha pasado mucho tiempo desde entonces, ese libro sigue con su falta de acento y lo mejor es que me he dado cuenta, de que tiene muchísimas otras carencias mucho mas importantes que el dichoso acento. Se que si en algún momento quiero hacer algo mas serio con el tengo que reescribirlo enterito, je,je. Y los tontos se fijan en un acento.
Que buen articulo!!! Me resuena mucho y me ayuda a enfrentar mis temores en esto de emprender y temerle a la critica. Gracia Deb.
Uff, este tema lo llevo mascando y comentando desde hace ya mucho. A día de hoy mi conclusión ha sido esa: no hacer caso y menos de los que ni lo intentan.
Por qué pasa esto? Bueno, yo creo que muchos sienten envidia simplemente de ver a esas personas que tienen el coraje/valentía de intentarlo, que para no sentirse ellos mal les sale criticar y así ellos vuelven a sentirse mejor. Ni qué decir tiene que si algo te sale mal serán los primeros en verlo ;)
Para esto me acuerdo siempre de una querida frase que para mí lo resume: “La gente quiere que te vaya bien, pero no mejor que a ellos”…
(gente = falsos amigos, envidiosos, etc)
Siempre me acuerdo también de una frase que me dijo una profe siendo yo pequeña: “No hagas a los demás lo que no quieras para tí” :)
(a saber qué habría hecho yo… pero jamás se me olvidó su lección)
Buen post, gracias :)
Qué buen artículo Deb, me siento muy identificada, porque como dices debo ser “públicamente incómoda”, no sé cuántas veces me han criticado por ser demasiado sincera en mi blog o mostrar mis sentimientos, esté de bajón o de subidón, pero sobre todo las críticas vienen cuando no estoy bien (me dicen que parezco “calimero”). El otro día me lo comentó mi propia hermana, decía que muchas de sus amigas se lo habían dicho, así que le contesté “si no les gusta lo que escribo que se vayan a otro blog donde todo sea de color rosa” (no te lo tomes literal que tu blog es rosa ;-) ya sabes que no va por ahí).
Sé que hago mil cosas mal, pero el blog es mío y estoy en mi derecho a equivocarme, prefiero pensar que mis lectores están ahí porque se sienten identificados conmigo o les gusta lo que cuento, al final los blogs son personas para lo bueno y para lo malo.
Gracias y un besito.
Qué grande! Gracias por tu reflexión porque aligera mucho ese sentimiento q ue a veces me paraliza de publicar o no algo…La escena pública a veces te hace sentir rara, por muy pocos seguidores que tengas, siempre hay.
Maaaadre mía, Deb, tu post es genial, pero los comentarios que provoca lo son también, qué mujeres más interesantes e inteligentes todas!!! me imagino una reunión con todas estas mujeres (porque al menos las que comentamos somos todas mujeres..).
Entre todas, arreglábamos el mundo!! , bueno, empezaríamos por el país ;)
¡Totalmente de acuerdo! Y es que a fin de cuentas destruir es mucho más fácil que crear… cualquier persona que está tratando de construir algo (sea un blog, sean nuevos hábitos, sea lo que sea) está creando, está poniendo a trabajar la cabeza —y todo el cuerpo— buscando un objetivo… hay mucha gente que se pone tensa con eso, y pienso que en el fondo también tienen rabia de ver que otras personas se atreven a lo que ellos tal vez nunca se atrevan (y bueno, ni se dan cuenta de que eso es lo que les está pasando).
A mí normalmente no me llegan críticas destructivas al blog, pero en la vida cotidiana… ¡uffff! ¿Quién iba a pensar que esforzarse —abiertamente— por llevar una vida más sostenible iba a despertar tanto resentimiento en la gente? Desde personas que dicen que si no hago X entonces es una pérdida de tiempo que haga Y (porque claro, ellos —que no hacen nada— lo deben tener clarísimo) hasta una vez que alguien me dijo que si no quería tener impacto negativo en el planeta, por qué mejor no me mataba :-S
La crítica constructiva es bienvenida… pero es que esa es bien distinta, con esa nadie busca ridiculizar ni dejar en evidencia. Y (como tú dices) mejor aún si viene de alguien que también se está esforzando por crear, en lugar de estar gastando sus energías en destruir.
Como bien dicen las abuelas, “a palabras necias, oídos sordos”.
Me cayó como anillo al dedo este texto, para los días que he tenido. Muchas gracias Deb. ¡Un abrazo!
¡Hola Mariana!
Me encanta tu blog y te sigo hace un tiempo. Siempre pienso cómo será de difícil para ti el mundo en la vida real con lo claro que lo tienes con respecto a la sostenibilidad y esta respuesta tuya simplemente te ha hecho más humana a mis ojos. Esa manía de mi mente en ver al resto de la gente como seres gráciles que hacen todo sin problemas… Qué bárbaro el que te dijo eso, ¡menuda lógica más cobarde!
Un abrazo
Jajaja, ¡esa manía la tenemos muchos! Pero de grácil y de todo sin problemas, nada de nada :-P
No te imaginas lo que fue esa conversación… cuando dijo eso pensé “bueno, esto claramente no va a ningún lado”; pero todavía me resuenan en la cabeza algunas de las cosas que dijo, creo que me impactó demasiado, sobre todo porque lo percibía como una persona sensible y sensata. Pero bueno… de todo eso se aprende.
Yo acabo de descubrir tu blog, y estoy feliz explorándolo :-)
¡Un abrazo para ti también!
Hola, Deb.
¡Feliz Año!
La crítica, constructiva o no, es el deporte nacional. El poder que nos han otorgado las redes sociales rebasa fronteras. Siempre ha existido la crítica, por ejemplo Góngora fue muy criticado por sus contemporáneos como Lope y Quevedo por la oscuridad de su lenguaje. Él, a su vez, también los criticaba en sus composiciones. Es decir, siempre cuando uno ha ejercido una labor más o menos pública se ha visto sometido al escrutinio público y ahí podemos encontrar de todo: críticas constructivas y gratuitas.
El problema a mi parecer es que ahora la ventana al mundo y la repercusión mediática es mayor y parafraseando un poco a Manuel Vincent en su columna El mando:
“Estando sobrio o borracho, lo mismo si es inteligente o cretino, desde cualquier bar, iglesia o prostíbulo, con un mensaje a través del móvil, el pequeño dios puede emitir opiniones y comentarios absurdos, vomitar insultos procaces, chistes escatológicos o cualquier otro disparate y al instante este producto de sus vísceras aparecerá escrito en pantalla durante el programa y será leído por millones de telespectadores. En un solo segundo tendrá más lectores que Pascal, Voltaire y Nietzsche consiguieron juntos en varios siglos. Y todo esto mientras el pequeño dios se toma una ración de calamares.”
Queramos o no el mando y las nuevas tecnologías nos han dado el poder de ser y de sentirnos dioses que claman por aquello que consideran oportuno, opiniones y críticas fundadas o infundadas.
Es una pena, pero se trata de una cuestión de educación, pues yo sería incapaz de criticar públicamente el trabajo que realiza alguien con el sudor de su frente. Las críticas o se hacen en privado o se callan para siempre, pero aquí no todos coincidimos.
¡Muy bueno tu artículo y muy acertado!
Un saludo enorme, Gala.
Hace poco, en mi blog donde publico textos teatrales, una chica me escribió diciendo que mis obras eran una mierda (básicamente esa era la idea) y en seguida me exigió que escribiera una obra para dos personajes que tratara de un tema en específico. De plano me dio risa, más de 20 años dedicándome al teatro me han curtido para recibir críticas, jitomatazos y algún elogio. Aún así aprecio los comentarios en los que me señalan mis errores (antes como actriz ahora como dramaturga) pues así puedo corregir lo que no veo. Hay gente que hace más daño diciendo “todo es maravilloso, no cambies nada” porque así puedes no darte cuenta de aspectos a mejorar.
Saludos!
Como siempre, muuuuy acertada.
Trabajo en un mundo, el del vino, en el que todo el mundo sabe muchísimo de él, y de verdad, a veces escuchas cada crítica de gente sin criterio, que dicen una cosa y la contraria en la misma frase, además, criticas completamente erróneas desde el punto de vista técnico, a menudo esnobistas.
Como bien puntualizas, sin tener en cuenta todo el daño que se hace y todo el trabajo que hay detrás, el esfuerzo, las horas sin dormir, el sudor de frente (literal).
Y luego, Deb, vuelves a poner el dedo en la llaga, cuando se critica desde el anonimato, que a veces, dices: “vamos!! es más que obvio que eres competencia, o frustrado, en foros donde ese usuario solo tiene un comentario y justo es ese!! vega ya!!”
Como dijo aquel, que no nos molesten a los que lo estamos intentando :)
Un abrazo a ti y a todas, bueno, va y a todos ;)
Manuela
Las críticas son siempre críticas y quien crítica normalmente lo hace por joder hablando claro. Es muy fácil criticar y asi no tenemos que mirar hacia dentro. Me encantan tus artículos deb y admiro a todas las emprendedoras!!! Menos
criticar y más elogios a quien los merezca de verdad. A la gente le cuesta elogiar. La envidia es muy muy mala! Besos. Futura emprendedora
¡oleeeee Deb!
Te aplaudo.
Noelia
Hay una frase muy famosa que dice: antes de criticarme, ponte mis zapatos. Y eso debemos hacer.
Porque es normal que muchas veces no entendamos por qué alguien hace algo, y esto es así porque tratamos de llevarlo a nuestro terreno y decir “yo no lo habría hecho así” sin pensar que no conoces de nada a esa persona, no conoces su vida, lo que le ha pasado ni lo que busca. No conoces sus recursos ni sus dificultades.
Y como esa persona no se ha puesto en nuestros zapatos tampoco tenemos por qué aceptar cualquier cosa que nos digan. Escucha todo lo que te digan, pero quédate solo con lo que de verdad te aporte.
Brutal! Me ha encantado este artículo. El juicio…efectivamente, tan humano, como decía una de las lectoras…una exposición muy clara de este concepto!
Muchas gracias!
Hay muchas personas que se han profesionalizado en la crítica agresiva y destructiva.
Como bien dices no es más que un reflejo de su propia frustración y de sus complejos.
Es fácil decir que no te deben afectar porque la verdad es que pican bastante aunque intentes hacerte la fuerte, pero creo que hay que hay que mirarlas con perspectiva y no darles más importancia de la que tienen. Fuera lo tóxico!!!!!
Y a veces también hay que hacer examen de conciencia porque podemos caer en el mismo error. Lo bueno es darse cuenta de ello, si es que lo hemos cometido, rectificar si se puede y aprender a analizar las cosas antes de lanzarnos a parloteo criticón que quizás sea el resultado de un cabreo monumental por no poder ser o hacer justo lo que estamos criticando.
Como siempre, enhorabuena por tus reflexiones.
Ay Deb! Gracias por el post, llega en el momento justo y necesario para mí y el momento presente en mi proyecto. Estoy pensando en preparar algunas cosas que suponen exponerme más “allá afuera”, y desde luego se me encienden los “warnings” al pensar en el “qué dirán/pensarán/opinarán”, así que tus palabras son un buen bálsamo anti miedos, y las tomo también como una señal para dar el paso sin vértigos extras. ¡Los límites los pongo yo! (le guste a quien le guste)
Que artículo más certero!
Creo que todos de algún modo tenemos la inercia de cuestionar las maneras de hacer de otros y más cuando no nos gusta lo que vemos o juzgamos el resultado de su esfuerzo como insuficiente (lo que dice mucho de nosotros como tú dices)
Tenemos esa soberbia humana como comentaban un par de compis, que nos dice que a nosotros seguro que nos saldría mejor. Es tan absurdo!
Creo que nuestras inercias no deben definirnos, son patrones aprendidos, los hemos mamado desde el patio del cole como bien dices en tu artículo, lo que si podemos hacer es cuestionarnos si es necesario abrir la bocaza o no.
Luego, si soy yo la que me siento criticada, dolida… evidentemente soy consciente de quien habla con maldad tiene un problema y que cada uno se arregle sus historias, pero es interesante darle un par de vueltas a por qué algo “pica”, ya que quizás algo se pueda aprender de esa crítica por fea que fuera.
Muchas veces, cuando me siento mal, me doy cuenta de que ese comentario destructivo me lo llevo no sólo al tema que han tocado si no al resto de mi vida y yo solita despierto mis miedos, mis “no suficiente”.
Creo que al final es cuestión de entender lo que tú dices, que la otra persona tiene mucho dolor y necesita sacarlo, aunque sea agrediendo, pero estoy convencida de que si dejamos a un lado al formato de la crítica podemos ver si hay algo de verdad en ella y como nuestras frustraciones y nuestros miedos despiertan cuando alguien nos hace daño.
De hecho, al final, creo que de todo lo malo podemos aprender si así lo decidimos.
Gracias por este artículo ♥
Lou
Hola Deb,
Totalmente de acuerdo con todo lo que dices. Siempre va a haber críticas porque todo el mundo piensa que su opinión es algo que los demás deben conocer.
Por eso creo que es muy importante que nosotras mismas sepamos de quién debemos aceptar las críticas y de quién no. En realidad hay muy pocas personas a nuestro alrededor cuya opinión sea importante y esas no van a intentar hacernos daño, sino ayudarnos.
La mayoría de las personas, como tú bien dices, no están “moralmente” autorizadas a dar esa opinión y por ello no debemos tenerlas en cuenta. Simplemente.
Un saludo y gracias una vez más por tus palabras!
Natalia
Hola Deb
Me encanta este artículo, no puedo estar más de acuerdo contigo, la verdad no soy una persona que critique mucho a los demás, prefiero entenderlos, pero lo que si me costaba entender, era la maldad con la que a veces personas criticaban a otras, cómo si se les fuera la vida en ello, en el fondo me da más tristeza la persona que critica que la criticada.
Pero si que es cierto que a veces no nos enseñan a cómo afrontar las críticas y a saber como tu dices que lo que se dice habla más del que critica que del criticado, y que nuestra opinión de nosotros mismos, importa más que la de los demás, siendo siempre humildes claro.
Hola Deb! te comencé a seguir hacer años porque quería emprender….se que es lo que mi alma pide a gritos y nunca supe en que ni como. Dejé de seguirte, no porque no me gustara tu trabajo!, sino porque me perdí y volví!!! hace unos días a ser nuevamente una mirona de tus mails y publicaciones porque en Septiembre comencé con un emprendimiento que me llena el alma y tengo otra área que además quiero explotar (porque también la amo!)
Solo quería contártelo…..es que estoy feliz de volver a leerte.
Además me topo con artículos como este que son de todo mi gusto!
Un abrazote
La Pelu
Yo soy de las que prefieren ser criticadas ;) y a ti también te critico: eres muy grande Deb. Gracias por tu claridad, por tu luz y tus sombras de nuevo. Te admiro. (Y también admiro a Brene;))
Me ha encantado, creo que todos hemos pasado por la fase criticona (en mi caso no en plan hacer daño, sino juzgar los actos de los demás en función de lo que yo haría o no haría, absurdo por donde lo mires, porque cada uno tiene sus vivencias) y la de criticadas. Me ha encantado leer cada palabra porque es como leerme, me siento super identificada con el planteamiento pero no lo habría escrito mejor que tú, lo bordas :) Muchas gracias por estos artículos, que me inspiran, me hacen pensar y me hacen sentirme menos “sola en mi isla”, un abrazo
En España nos educan para competir a muerte entre nosotros. Luego, cuando tenemos que trabajar o emprender seguimos compitiendo. Mas nos valdría echarnos una mano y dejarnos de chorradas. Enhorabuena por el post.
Hola! Me encanta lo de “ser públicamente incómodas”, pero no por ser unas petardas sino para evitar que los demás lo sean contigo. Sucede cuando, por primera vez, ya no dejas que te vean como un blanco fácil. Cuesta pero la ganancia merece la pena. Un beso Deb, y saludos a todos por aquí.
Hola Deb, felicidades por tu reciente maternidad. Felicidades también , por la valentia de correr el riesgo de “vivir” tras la cámara, y aceptar lo que eso supone. No me extraña nada , el éxito que tienes y que todo te vaya tan bien. Y me alegró. Me consuela saber que sí, que el mundo también es un poco de los valientes. A veces dudo la verdad. Un abrazo.