Cuando volví de mi ruta en solitario por Islandia solo me traje dos cosas de más. Una, una sudadera (no un jersey de lana, una sudadera de las que puedes comprar en cualquier parte, solo que esta no la podía comprar en cualquier parte porque era una muestra de una marca de skate que por casualidad había llegado a manos del señor de la tienda islandesa), otra, un par de postales con la fotografía en primer plano, cual retrato señorial, una de frente y la otra de perfil, de sendas ovejas islandesas, jovencitas, corderitos en realidad, uno negro y otro blanco.
No tengo costumbre de comprarme cosas cuando voy a sitios, mucho menos postales, pero esas postales me robaron el corazón. No solo porque había estado viendo ovejas a tutiplén durante mi viaje, corriendo incluso el riesgo de atropellar a más de una, sino porque me pareció que representaban algo muy poderoso. El blanco y el negro. La luz y la oscuridad. Aquello que está bien y aquello que está mal. Sin que esté realmente ni bien ni mal, porque, y eso fue lo que me hicieron pensar, ¿por qué una de esas ovejas, bellísimas las dos, tenía que estar mal? ¿Por qué simbolizaban dos polos opuestos, cuando ambas eran, en sí mismas, perfectas e imperfectas a la vez?
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Desde entonces las puse en el espejo de nuestro dormitorio, para recordarme, cada vez que las miro —cada vez que me miro—, que nada está ni bien ni mal, que yo soy yo con mis luces y mis sombras, con mis alegrías y mis penas, con mis contradicciones y mis carencias y mis miedos y mis dones y talentos.
Si quieres ver la foto de mi espejo con las postales, la he publicado en mi cuenta de Instagram, que es donde comparto imágenes de mi día a día (hay mucho campo y muchos animales, pero es que es lo que ocupa mi vida en realidad, para qué mentir). La pongo también aquí ya que hoy estamos de multimedia.
Los últimos tiempos este de la perfección se ha convertido en uno de los temas que más me repito, por eso he dedicado todo el mes de abril a hablar de ello de diferentes formas. Primero, en el artículo que elogiaba la mediocridad, luego en el que hablaba de las teorías de Carol Dweck sobre los dos tipos de perfeccionistas. También en el artículo en el que explicaba mis métodos para vencer a la hiperperfección y seguir adelante, moviéndome sin ser presa del pánico y de la exigencia paralizadora. Y hoy he querido recuperar un formato que abandoné hace un tiempo, el de la newsletter de final de mes, porque creo que tengo tantas cosas que compartir sobre el asunto – y no quiero que ocupe meses y meses de Oye Deb– que casi prefiero ir dejando las miguitas aquí todas juntas y que quien tenga hambre se las pueda comer todas de golpe y quien no pues las ignore, también de una vez.
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He pensado que sería interesante empezar recomendando una peli que me gustó bastante y que creo que toca este tema de la exploración del lado oscuro y del coste de la sobreexigencia y la búsqueda de la perfección, encarnado en una bailarina profesional que tiene que interpretar los dos personajes de “El lago de los cisnes”.
En Cisne Negro (Darren Aronofsky, 2012) Natalie Portman es una buena niña que ha obedecido siempre todas las reglas y se ha comportado como debía, y por eso es ideal para interpretar al cisne blanco pero a la vez no es capaz de bordar su actuación como cisne negro. En el proceso demasiado exigente de encontrarse con esa otra ella que ha vivido reprimida en la oscuridad, bordea la psicosis, y acaba consiguiendo su objetivo: lograr una interpretación magistral, eso sí, perdiendo mucho más por el camino. No hay película —que yo recuerde— que trate mejor el tema. Muy a lo exagerado, poético e inquietante, obviamente, pero no por ello menos realista.
Y es que simbólicamente siempre se ha tratado a las bailarinas como el referente de la perfección, la disciplina y la autoexigencia. También a las gimnastas y otras deportistas, que desde pequeñas se entregan a caminos que requieren de mucho esfuerzo para destacar. En mi wishlist para el mes que viene (que una no puede comprarse diez libros cada mes así que hay que ir dosificando) está el libro de título maravilloso “La pequeña comunista que no sonreía nunca”, de Lola Lafon, donde habla de Nadia Comaneci desde lo que a mí me parece una aproximación a la gimnasta como símbolo. A ese primer diez que hasta entonces se consideraba imposible de conseguir. Lo explica mucho mejor la estupenda Begoña en este artículo de SModa.
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Volviendo a las películas, hace unos meses me fui a Barcelona para ver un documental. Había visto el tráiler rondando por internet, y de hecho mi hermana lo pegó en mi muro de Facebook diciendo “hermana, vas a llorar”. Y efectivamente, el tráiler ya me hizo llorar de la emoción, así que me hice 180 kilómetros para ver la cinta. Es una película muy sencilla que documenta el proyecto de dos coreógrafos (pareja sentimental además) que están tratando de llevar la danza a las escuelas. Y no en plan extraescolares, sino que se plantan en un instituto y durante cinco días trabajan intensivamente con un grupo de alumnos que nunca antes ha bailado más allá de las discotecas. Son la prueba viviente de que la danza es un instrumento para expresarse y transmitir emociones, y también una gran forma de terapia grupal, sin proponérselo siquiera. Lo más interesante es esta idea de que “cualquiera puede bailar”, que es un poco como si nos dijeran que “cualquiera puede dibujar”, que no nos lo creemos porque son dos tareas fuertemente sometidas a juicios de valor desde siempre. Pues bien, sí, cualquiera puede bailar, y muy bien además, y en solo cinco días de aprendizaje.
Lo que me gustó más fue ver cómo ese proceso vencía resistencias, vencía prejuicios, vencía miedos, vencía diferencias, y vencía todo lo que tenía que vencer, como una bulldozer. Y al final me di cuenta de que es lo mismo para todo: bailar, escribir, cantar, criar, amar, plantar, lo que sea. Cuanto más lo haces y más esfuerzo y tesón le pones, mejor lo haces.
Y de todas maneras, ¿dónde está el rasero para decidir cuán perfecto es el resultado? ¿Hace falta perfección siquiera? No, hace falta que toque y emocione al que lo crea y en todo caso que toque y emocione al que lo recibe. Y en ese acto comunicativo de toda tarea está la sublime perfección.
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Y hablando de sublime perfección, encontré un vídeo de gatos que no es gracioso pero es sublime y perfecto. Me hizo pensar en cómo hacen lo natural, lo que desean simplemente para estar bien, sin importar si están apiñados o si tienen que irse moviendo poco a poco. Les da lo mismo. Si lo importante es estar al sol, estemos al sol. ¿Quién lo cuestiona? Yo desde luego no. Si fuera un gato haría exactamente lo mismo. De hecho, ya lo hago aquí en casa también. Hacer más de lo que te hace estar a gusto, esa es la idea, le pese a quien le pese.
Meisi compartió bajo mi post sobre la mediocridad un enlace de un programa de la tele que yo no conocía, en el que tiene una sección un psicólogo que yo no conocía, pero en el que justo se habla de lo mismo, de la importancia de la mediocridad. Claro que no usa demasiado esta palabra, lo que dice es que si partimos de la base de que todos somos iguales, de que todos tenemos la misma importancia (no soy más importante yo que tú o yo que mi gato o yo que Obama ni ninguno de ellos que yo) lo equilibrado es colocarte al mismo nivel que los demás, no querer ser mejor ni peor, no darse más importancia. Lo que a su vez no está reñido con cuidar la propia autoestima, vamos, que cuando entiendes tu posición en el universo no te vas ni a un extremo ni al otro. Te quedas en un feliz y universalmente justo medio. Eso es el elogio de la mediocridad bien entendida. Porque evidentemente hay muchas palabras que si se usan como insulto (y se usan demasiado) se reciben como un insulto, pero nosotros tenemos el poder de cambiarlas si queremos y sobre todo tenemos el poder para no sentirnos ofendidos por ellas.
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Hace unos días fui a un taller de cerámica + mindfulness, sí, todo junto, organizado por las chicas de Moeraki. Fui porque la profa de mindfulness era mi querida compañera de mastermind Mery, que es coach en su empresa Beecome. También porque tenía ganas de conocer a Glòria, de Polsceràmic, la profa de cerámica. Yo ya había hecho unos meses de cerámica en torno hace unos cuantos años, pero esta vez no iba de torno, iba de modelar a mano, y por otro lado, de juntarlo con el mindfulness que era lo que me interesaba realmente ya que como ves en estos tiempos ando muy atenta a estar en el presente y olvidar cualquier tipo de competición y comparación (conmigo y con los demás). Casi casi estuve a punto de no terminar ninguna pieza, porque de tan concentrada que estaba y tan alejada de conseguir ningún resultado concreto, hice y deshice un montón de ellas, disfrutando amasando nada más y ocupándome de sentir lo que estaba haciendo. Verdaderamente eso no daba lugar a hacer ninguna obra maestra, al menos por mi parte. No miré ni un segundo las obras de mis compis a lo largo de todo el proceso, no hice más que estar concentrada en el barro, como no lo había estado nunca (y mira que he tocado barro miles de veces en la vida), disfrutando con todos los sentidos y relajándome —sí, relajándome, muy diferente a cuando lo practiqué hace años— mientras lo hacía.
Y esa es la clave principal del mindfulness, el estar presente con todos los sentidos en lo que haces, pero no solo en lo importante sino en cada cosa. Desde lavarte la cara por la mañana a pasear por tu calle, desde ponerte los zapatos a acariciar a tu perro. Una sola cosa cada vez y hecha a conciencia.
A mí me encanta, de verdad, me encanta intentarlo una y otra vez y observar sin criticar lo que hace mi mente: querer irse, desaparecer, entrar en cualquier otra cosa. Y me gusta porque es lo contrario al odiado multitasking (cosa que recomiendo fervientemente evitar a toda costa, ya lo dije aquí hace bastante tiempo aunque ahora podría volver a escribir sobre ello porque mis técnicas han cambiado).
Luego le pregunté a Mery si podía compartir algunos recursos que le parecieran interesantes para que siguiera investigando, y me recomendó dos libros que ya tengo en la lista de deseos del mes que viene: Mindfulness en la vida cotidiana y Con rumbo propio. Por si a alguna más le apetece aprender sobre ello.
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Y es que lo de la perfección es una enfermedad terrible si no se afronta con equilibrio y conciencia. Mi querida Beyoncé lo dice bien en su tema “Pretty Hurts”, que por cierto está compuesto por Sia, o sea que en realidad lo dice Sia —que no es tan guapa como Beyoncé pero aparentemente, como todas, también sufre lo de la perfección estética y quizás por eso ha decidido no sacar más la cara en ninguna parte y poder ser anónima y que no le juzguen por la pinta que tiene, cosa que me parece de lo más sabio para permanecer sana cuando eres una celebrity, una treta muy ingeniosa que ya les gustaría a muchas a posteriori, fijo—.
Por cierto, inciso rápido, que acabo de ver que hay un cruce interesante entre Cisne Negro y Beyoncé. ¿O acaso no nos acordamos de ese alter ego que se inventó la Bey? Sasha Fierce, se llamaba. “Sasha Fierce es alguien que toma mi lugar cuando tengo que trabajar o estoy en un escenario y que de alguna forma me protege a mí y a lo que soy en realidad”. Nada, solo quería recordarlo porque me ha parecido interesante esta dualidad blanco-negro-beyoncé-sasha. También hay otras películas que exploran este asunto de la doble personalidad (como modo de mandar la perfección a paseo) desde perspectivas más oscuras y bizarristas, como por ejemplo “Guilty of Romance” de Sion Sono. Pero esta no es recomendada para todo el mundo porque es rara de narices y no precisamente bonita.
Bueno, pues volviendo a la canción de Beyoncé, que el tema va de la esclavitud sobre la belleza física pero hay una frase que me encanta y sirve para todo. Dice “perfection is the disease of a nation”, lo que viene a ser “la perfección es la epidemia de una nación”, que hasta rima en castellano, pero no me digas que no es impactante, realista, y siniestro. Sí, siniestro. Porque así es. En todos los sentidos.
Vivimos pendientes de gustar y agradar y ser como hay que ser y hacerlo todo sin mancha. Pero claro, cómo no, si hay quien se agarra a cualquier fallo como un clavo ardiendo para clavarte los dientes, porque así es también, hay quien sufre tanto que lo único que le hace sentir cierto consuelo momentáneo es atacar a los demás. Y como nadie quiere ser atacado, ni por su pinta ni por su inteligencia ni por su habilidad ni por nada, vivimos tratando de hacerlo todo estupendo. Y no se puede.
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Porque la perfección es la coraza que se supone que tiene que impedir que los demás nos vean tal y como somos, pero ¿no debería ser esa nuestra mayor aspiración en la vida, dejarnos ver con transparencia y sin miedo? → ¡Twitéalo!
¿No podríamos atrevernos a ser quienes somos y a enseñarlo sin pudor? ¿No somos perfectamente adecuados, todos, con nuestras bizarradas y nuestros dramitas o dramones? Sí, lo somos. No perfectos, no, porque la perfección no existe. Solamente perfectamente adecuados.
Un abrazo,
Me ha encantado este post. Me lo dejo apuntado para leer y releer.
Gracias , gracias Deb por tanta bella informacion e iniciacion en nuevas cosas , cuando nos dices lo importante que es arriesgarse para aprender cosas nuevas . me llega tu escrito en un buen momento de desanimo , por el cual estaba pasando y ene ste momento he sacado mi maquina de cocer y a iniciar mis clases de patchwork , que he tenido olvidado, la recomendacion de la pelicula esta genial ,
un abrazo y gracias nuevamente
Hola Deb, estoy feliz de que vuelvan la News cargadas de información , de enlaces y de experiencias, las echaba de menos, porque siempre aportan algo interesante. El taller de cerámica me ha parecido la pera, y he flipado con el vídeo de los gatos, es genial. Dejarnos ver transparentes y sin miedo para mí es un reto, por lo que verlo como una aspiración me parece muy acertado. Un abrazo grande y gracias!
Hola Deb!
Al hilo de la primera pregunta, me gustaría señalar qué nunca he sido perfeccionista, sin embargo tenía cajones repletos de libretas con textos escritos que jamás había enseñado a nadie. Ni tan siquiera a amigas. Tenía una especie de miedo a que pudieran leer mis textos. No obstante, lo primero que hice cuando advertí este sinsentido fue abrir un blog personal y a día de hoy he emprendido la maravillosa aventura de las palabras.
No sé exactamente cuál era mi miedo a expresarme, pero lo vencí y no puedo estar más que agradecida de haber dado el paso. Un pequeño paso en el escalón que se ha convertido en un paso de gigantes.
Así que me quedo con la frase del otro día: “work in progress”. Al fin y al cabo, todo en esta vida se trata de ir evolucionando tanto a nivel personal como profesional.
¡Miles de saludos!
Me ha encantado Deborah¡¡¡
Yo nunca he querido hacer las cosas perfectas, soy algo peor, competitiva, solo quiero hacerlo mejor que los demas. Lo cual es no solo imposible sino tremendamente frustrante.
Supongo que por eso me gusta tanta hablar de ventaja monopolistica, oceanos azules y demás formas de olvidarte de la competencia ;-)
Me gusta muchísimo el rumbo de tus últimos posts. Cuando la ola de “tú puedes con todo eres maravilloso y tus ideas son la pera” estaba arriba del todo, una amiga coacher me comentó que, de aquí a unos años, iba a haber una legión de personas frustradas por tanto ocultar su lado oscuro y comprobar que todos tenemos tanto de extraordinarios como de vulgares (en el buen sentido). Me invitó a conectar con “mi parte oscura” y a quererla como parte de mí que es, y a practicar mindfulness. Y desde entonces he rebajado muchos “deberes” muchos “tener que”. Me parece muy bueno que una persona como tú que llega a tantas otras hable de la importancia de que cada uno sea lo que sea y ame todos sus aspectos, siendo feliz en la mediocridad.
¡Qué bonito este post!
Yo nunca he sido perfeccionista, más bien he sido siempre un poco ansiosa de acabar todo rápido, y la verdad me traumaba un poco, pero cuando lo acepté tal cual era dejó de ser un problema para mí. ¡Somos perfectos en nuestras imperfecciones!
Genial!! Me apunto los libros y la verdad es que este artículo me viene a huevo porque desde hace tiempo estoy dándole vueltas a apuntarme a unas clases de baile o aprender a tocar algún instrumento… estoy en fase experimental y necesito probar cosas nuevas, creo que por eso estoy en bloqueo creativo, hace dos semanas que no escribo, no me sale nada, ni bueno ni malo, nada… estoy leyendo “el camino del artista” a ver si me saca del hoyo éste en el que me he metido yo sola…
Gracias por compartir tu sabiduría, Deb.
Un saludo.
Me apunto tanto el libro como la peli, es un tema que me interesa mucho.
Besos.
Muy buen post Deb, como siempre. Yo también hablé en algún post de mi blog sobre que es posible que no podamos con todo y no pasa nada. ¿Cuantas veces nos hemos sentido presionadas porque nos han dicho “tu puedes”? En el trabajo, las amistades, familia… Yo siempre he sido la “fuerte” y muchas veces me ha costado decir “no puedo más”. Ahora creo que todo me está pasando factura y estoy recomponiendome. Poco a poco y con buena letra :)
Interesantísimo el post… y más viniendo del hilo del anterior sobre el mismo tema, y en un momento en que yo misma me encuentro en ese estado de librarme de la perfeccionista empedernida. Me anoto el libro también, seguiré investigando… Gracias por compartir tus reflexiones de fin de mes, ¡se echaba de menos!
Deb, GRACIAS por este post! Me encantó
Hola Deb! Me ha gustado mucho el video del psicólogo de la 2, dice una gran verdad, darse importancia te carga las espaldas de una responsabilidad increíble que no sabes cómo llevar por que no estamos preparados para ello. Por cierto, ¡esas ovejitas son adorables!
Gracias, Deb. Echaba de menos Muchos estas newsletters. Gracias por compartir tus reflexiones, que me inspiran una barbaridad y gracias por compartir tus fuentes, eres muy generosa. Un abrazo!!
ME encantó el artículo de hoy, además me viene al pelo. Todo lo que hago me parece que lo podría hacer mejor y no es malo querer mejorar sino compararte y no estar conforme con lo que haces en ese momento, independientemente de que quieras mejorarlo (pero poco a poco). Me inspiras mucho! Gracias deb!!
Cuánta verdad Deb! Y qué bonito que el resultado no sea el foco de presiones y delirios. En el proceso hay mucha vida!
Gracias por acompañarme en un día tan especial para mí!!
Muy interesante el post! Muchas cosas interesantes en las que profundizar! Yo tengo ganas de investigar más sobre el mindfulness así que igual empiezo por las recomendaciones que comentas. Rafael Santandreu a mí me encanta. Me parece que habla muy claro, pero que no vende “humo” Un libro suyo que me encantó y que ya le he regalado a tres personas a las que también les ha encantado es “El arte de no amargarse la vida” (yo me lo compré por el título, tal cual :P) Un beset!
Vaya lagrimones que se me han saltado al ver el trailer del documental. Creo que me ha tocado una fibra muy sensible. Intentaré verlo entero. Muchas gracias por este magnífico post.
Muy interesantes reflexiones, que te agradezco mucho que compartas. Por cierto el trailer del baile me ha parecido buenísimo intentaré ver el documental entero.
Madre mía que completo y cuanto hacía que no me recreaba tanto en leer un post tuyo… Es más, como voy fatal de tiempo volveré luego para deleitarme más con todo y quedarme con los detalles y anotar las recomendaciones… Me encanta lo de los gatitossss!!! Aixxxx. me alegro que hayan vuelto las Newsletters. Besos a todas!
Perfecto es una palabra que uso mucho, pero solo para cerrar una conversación. Porque para mí lo perfecto es algo cerrado, algo que no tiene posibilidad de crecimiento y, por lo tanto, algo muerto.
La perfección no es algo que me preocupe, prefiero verme como algo imperfecto, inacabado, con posibilidades de expansión… Por algo le puse a mi blog personal mujerImPerfecta :)
Pero saber que eres normal, mediocre e imperfecta no significa que no vas a dar lo mejor de ti misma en cada situación ¿o me equivoco?
Que bien que vuelvan las newsletter :)
A mi me pasó que justo antes de empezar con Casa Lolo tenía (muchos) prejuicios sobre mis limitaciones dibujando. Hice diseño y claro que hice dibujo durante tres años, pero de eso hace mucho y lo tenía muy oxidado todo. Me daba cosa que me quedase mal, hacer el ridículo, que no se entendiese nada, que la gente pensase “a ver donde va esta dibujando una cosa que no sea una camiseta…”
Vamos que me costó decirle a todo mi entorno lo que hacía cuando me refería a “tengo que hacer unas cosas”.
(Y cuando lo hice me moría de la vergüenza)
Hasta que un amigo ilustrador me dijo algo así como que daba igual el nivel de preciosismo que tuviese trabajando, o el acabado que le diese… que lo importante y mágico es que se entendiese lo que yo quería “decir”, que a lo de la perfección ni caso.
Al leértelo ahora me has recordado eso y la charla de Puño (que habla de dibujo pero podría estar hablando de cocinar y el mensaje sería igual de bueno).
A lo que iba, al leerte me han entrado muchas ganas de dejar el link (que ya tiene un tiempo, pero mola lo mas grande)
https://www.youtube.com/watch?v=CCuVIUrjsss
(y el documental me lo guardo para verlo en breve)
Muy grande la conferencia de puño!!! Gracias por compartirla!
Me alegra que vuelvas a escribir boletín mensual.
Me ha encantado. El mindfulness, el documental 5 days to dance…
¡Gracias!
A
Estas que te sales!!! Como me ha gustado, me apunto los libros! Se que releere este post porque me hacia falta porque estoy intentando dejar de querer mostrarme perfecta ( hize mucho esfuerzo en parecerlo) jajajja….quiero libertad y las obligaciones del dia a dia con mis pekes, la csa y negocio ya son suficientes. Enhorabuena por tu post y muchissimas gracias!!!
perfecto tu post de hoy Deb!!!!! La peli la he visto!! Pero los libros me los apunto para leer!!! Eres la mejor! Me encantas!!!!!
Muy bueno el post. Muchas gracias por tus reflexiones.
Fantástico!
Estoy muy deacuerdo contigo. Esto me recuerda algo que leí hace poco sobre los indígenas del Amazonas. Ellos viven todos juntos bajo un techo sin paredes ni interiores ni exteriores. Se organizan cómo grupo, en cuanto a crianza, alimentación, protecció, etc… La cosa es que se muestran tal como son, en pelotas, con sus cosas humanas y animales, necesidades básicas… Sin paredes no puede ser de otra manera. Siempre están bajo la mirada del otro y son libres. Nadie allí puede mostrar lo que no es, ni pretender que no es como el resto así que al renunciar a ello se convierten en humanos libres, no se si se me entiende… Imagina por un instante vivir así en una finca o a veces en la propia casa con tus más queridos seres humanos… Aquí, en el mundo moderno, no sabemos quienes somos, ni somos libres. Pero lo seguimos con intentando ;)
¡Qué buen post! Mucha reflexión y muchas ideas y planteamientos importantes, gracias por compartirlo :)
Pd 1. AMO la palabra “tutiplén”
Pd 2. Hay una frase que me gusta y dice “El perfeccionismo es la voz del opresor, el enemigo de la gente. Te mantendrá agobiado y loco durante toda tu vida” y hay un texto que habla sobre cómo el perfeccionismo mata a la creatividad. Si no lo conoces aquí te lo dejo: http://bit.ly/1wqib2i
¡Saludos!
Aupa Deb !
A mi me esta sentando muy bien en mi proceso de vida ir semanalmente al Taller de expresión. Alli es donde estoy viendo mis prejuicios y la importancia que tiene en mi lo estetico. Os lo recomiendo , buscar en vuestra ciudad ! Cada vez hay mas talleres , en los que lo unico importante es jugar :) el “creador¡ de esto es Arno Stern.
Gracias por compartir tus palabras Deb
Un muxu
Enara
Hola Deb : Que articulo mas interesante. Yo soy una perfecta imperfección, y a mucha honra. De joven solo veía mis imperfecciones, gracias a Dios con el paso de los años me he dado cuenta de que muchas de las cosas buenas que tengo, han salido de alguna de mis imperfecciones, que muchas cosas que se hacer (a mi juicio, nunca suficientemente bien ) a otros les parecen perfectas, quizás somos muy críticos con nosotros mismos y de vez en cuando nos haría mas felices exigirnos un poquito menos, para poder disfrutar de la vida un poquito mas. Estar satisfechos con lo que somos (aunque sigamos cada día aprendiendo y mejorando) es tan fácil como disfrutar de una mañana de sábado soleada, esta a nuestro alcance, solo tenemos que creérnoslo.
Qué razón llevas en lo del perfeccionismo como coraza. Llevo toda la vida practicándolo.
Al hilo de la película, hace poco vi “Whiplash” que también trata de la perfección y de la autoexigencia y te la recomiendo si algún día tienes un ratito. Creo que te inspiraría bastante con este tema.
Definitivamente encontrar ese equilibrio entre la perfección y la imperfección es una tarea que nos puede llevar décadas, nada es tan sencillo y nada sería tan maravilloso como domar, conocer y saborear nuestro lado oscuro y/o claro sin juicios y con mucha felicidad.
Saludos,
Hola Deb, buen post y útil. Yo llevo practicando mindfulness desde octubre. Te dejo el link de una app para el móvil para que asi puedas tener un seguimiento de las veces que lo practicas. También puedes configurarlo para que te recuerde que seas consciente de cosas, que elije de forma aleatoria. : https://play.google.com/store/apps/details?id=se.lichtenstein.mind.es&hl=es