Cuidar plantas, me he dado cuenta, es una cuestión de atención. Las plantas silvestres son independientes y sobreviven como pueden, haciéndose fuertes solas, pero las plantas de hogar, las de maceta, las creadas para tu disfrute, dependen de ti. Lo intentan igual que todo ser vivo lucha por sobrevivir, pero dependen de ti. Porque en tu casa no llueve. Porque ellas no han decidido la temperatura, ni la humedad, ni la luz. Porque no están en su hábitat (nunca habrían escogido nacer en ese rincón de tu salón, pobrecillas).
Así que tener plantas de interior y lograr que sobrevivan no depende solamente de tus conocimientos o de tu experiencia o de tu pulgar verde —¿se traduce así green thumb?—, aunque todo esto claramente ayuda. Depende en gran medida de tu atención.
De nada sirve saber mucho o haber cultivado doscientas plantas antes si no vas a regar cuando hace falta. Si no podas cuando lo necesita. Si no trasplantas cuando las raíces ya no caben. Si no estás pendiente de lo que puede hacerle falta para vivir. Si no la miras a menudo, si no observas cómo reacciona, cómo va cambiando, cómo se le caen las hojas o el color que van cogiendo.
Los negocios son así también. Necesitan atención plena.
…
Atención plena, no acción desmesurada. No regar incontroladamente, no abonar cada dos días, no trasplantes en macetas demasiado grandes, no podas aleatorias, no cambiar de sitio de golpe sin previo aviso. No. Nada exagerado, nada radical (excepto, quizás, cuando están a punto de morir por una plaga o algo así; en ese caso, grandes males necesitan grandes riesgos y una buena poda radical a tiempo puede hacer que viva y resurja de sus cenizas más fuerte que nunca).
En cambio, observación personalizada. Reflexión. Pequeños actos progresivos en vez de cambios bruscos.
Un negocio es un ecosistema delicado que hay que cuidar. Al que hay que dedicar tiempo. Y no tiempo de acción únicamente, como tenemos tendencia a hacer gracias a la epidemia de productividad que sufrimos.
…
En estos años me he dado cuenta de que son bastante más útiles el tiempo de observación y el de reflexión. De hecho, creo firmemente que cuidar tu negocio no consiste en cargarte de tareas y tratar de aprenderlo todo a la vez. Consiste en hacer que fluya contigo y con los cambios que tú y el entorno vais padeciendo.
¿Y cómo puedes adaptar tu negocio a cualquier cambio si no prestas atención, si estás solo apagando fuegos, siendo productiva, cubriendo todos los frentes y no te dedicas a detenerte y observar, como si tuvieras una pequeña planta sensible y delicada entre tus manos?
Ese era mi objetivo personal cuando creé (para mi propia empresa) un documento interno que consistía principalmente en una lista con un montón preguntas. Harta de hacer cosas que no servían para nada, de perder tiempo dando vueltas, de seguir consejos que no eran directamente para mí, de hacer estrategias que se derrumbaban al poco tiempo, de no entender que mi empresa y yo necesitábamos exactamente lo mismo, decidí ser yo la que, prestando la atención suficiente, encontrase el camino por el que tenía que navegar mi negocio.
…
La semana pasada saqué a la luz una versión “adecentada” de mi propio documento-guía. Se llama La Revisión, y son exactamente las mismas preguntas (189 preguntas, divididas en siete áreas de acción) que me hago periódicamente para asegurarme de que todo está en su sitio, y las mismas preguntas que uso para saber qué hacer en cada área de mi empresa.
La Revisión me permite encontrar la dirección correcta (a corto, medio y largo plazo). Resolver dudas. Tomar decisiones. Crear un plan de acción. Priorizar la coherencia. Hacerlo sola, cada vez que necesito claridad, y simplemente pensando, por mi cuenta, sin necesidad de expertos o más y más formación. Lo más sencillo, lo que se ha hecho siempre: usar el sentido común y detenerse a observar.
Ya lo decía Einstein:
“Lo importante es no dejar de hacerse preguntas”.
Un abrazo,
Buenos días Deb, yo admito que soy un verdadero desastre con las plantas, pero el símil está genial. La revisión me parece una tarea necesaria, aún no he podido ponerme, puesto que aún sigo trabajando y para hacerlo seguiré el sistema que propones, así que esperaré a Julio. Pero lo cierto es que antes de ponerme ya intuyo varias cosas que debo revisar para mejorar, entre ellas la gestión del tiempo, también los contenidos… En realidad pensar en mi negocio y en mi misma va todo unido, y son muy fan de cuestionarme, así que estoy segura que de ese interrogatorio no voy a sacar más que planteamientos positivos y de crecimiento. ¡Ganas de vacaciones y de revisión! Un abrazo y gracias :)
Buenos días, Deb,
¡Ay con las orquídeas! Siempre he querido una y cuando la compro al par de meses se muere. En contraposición, mi padre y socio en palabras a medida, tiene una muy bonita y frondosa en su pupitre y le acompaña silenciosa en sus lecturas y en su escritura. Él afirma, que dentro de cada flor hay un tigre dibujado. Y aspiro a tener pequeños tigres rosados y morados en el escritorio donde doy rienda suelta a las palabras. Le pedí el secreto y tan solo es regarla cada dos semanas y mirarla con adoración. ¡No hace falta ni hablarle! Pero, la verdad es que no lo consigo.
Por cierto, ya he acabado La Revisión y es un plan de acción en toda regla. Es un agitador que pone las cosas en su sitio a corto, medio y largo plazo.
Tienes toda la razón, hay muchos programas de gestión empresarial que no se terminaban de adaptar a mí y a la empresa porque están mecanizados. La fórmula del éxito de uno no tiene por qué servirle a otro. Pero La Revisión está pensada para que tu empresa camine contigo, con tu forma de ser, de pensar, de sentir…
Es una revisión que nace de una misma y merece la pena detenerse a responder a las preguntas tan acertadas que contiene.
Muchísimas gracias por sacarla porque era justo lo que necesitaba.
Miles de saludos.
¡Qué gran metáfora! Y mira que yo con las plantas en general no me llevo muy bien… Pero es que mi ideal de proyecto, cuando se haga “adulto”, sería que se pareciese más a un cactus, casi autosuficiente ;-)
¡Un abrazo!