Para ponerte en situación —por si has aterrizado aquí de repente— esta es la segunda entrega de Vida Interior, una serie que vamos a explorar durante esta quinta temporada de Oye Deb.
La semana pasada te contaba cómo el darme de bruces con la posibilidad de la muerte (por ver a mi padre enfermo y débil) me había hecho detenerme a observar que estaba viviendo en un estado de espiritualidad casi inexistente. Esa nueva observación trajo como consecuencia otra mucho más grande: existía una sensación de vacío y angustia terrible en mí y, de algún modo, mis no creencias espirituales la estaban acentuando.
Poco a poco me encontré con una pequeña y nueva espiritualidad que sí conectaba conmigo, que sí tenía el poder de acompañarme y darme nuevas posibilidades. Y al abrir esa caja que siempre había mantenido completamente cerrada todo se empezó a remover. De ese nuevo movimiento, de esa nueva apertura, de todo ese aire nuevo y de ese primer fruto que planté en el terreno de lo espiritual empezaron poco a poco a brotar necesidades nuevas.
Sentí que si las cosas que estaba haciendo no me funcionaban, no me acompañaban, no me ayudaban a llegar más profundo en la búsqueda de mi verdadera naturaleza, quedaba claro que tenía que dejarlas morir y abonar el terreno para que esos nuevos brotes, que parecían tener más posibilidades de hacerme feliz, pudieran desarrollarse y mostrarme hacia donde querían llevarme.
…
Me resulta todavía difícil de explicar esto de los nuevos brotes y temo que no se aprecie, al ser contado, todo lo poderoso y real que lo siento en mí. Puede que parezca que lo cuento desde un lugar elevado, como si yo hubiera hecho un cambio místico o me sintiera iluminada o algo así que no está al alcance de cualquiera. La realidad es que me siento muy torpe y cero iluminada y, de hecho, no cuento nada de esto con el traje de maestra puesto. Ese es un traje que siempre me ha quedado muy grande y que me pica por todas partes, es profundamente incómodo para mí.
El traje con el que vengo a contarte esto, y el traje que me da valor para sacarlo y no guardármelo dentro (pese a que está profundamente inmaduro todavía) es el de compañera. Porque sé que si aguantas el tostón de leer tantas palabras y vas a seguir aguantándolo hasta el final de la temporada es única y exclusivamente porque tú también estás ahí, en alguna parte del camino. Quizás las cosas que yo diga ya las has superado hace tiempo, quizás aún te falta un poquito para llegar, quizás estás pasando ahora exactamente por lo mismo. Mi ánimo al contártelo no es enseñarte nada que no sepas o que no puedas aprender sola, sino ofrecerte un espacio para que lo reflexiones y te permitas sentirlo.
La verdad es que estos brotes interiores de los que voy a hablarte son exactamente igual que los pequeños brotes que salieron de cada rodaja de tomate que planté en verano.
No tengo ni idea de si lograrán sobrevivir, no sé si crecerán y se convertirán en una planta, si darán frutos o se los comerá una plaga y quedarán secos por el camino. Lo único que sé es que ahora, en este preciso momento (que al final es el único que cuenta) están llenos de vida, de ganas de expandirse y desarrollarse.
…
En esta primera fase desde la que te hablo no hay más que ganas. No hay experiencia, no hay práctica. No hay enseñanzas ni lecciones. Solo puedo ofrecerte torpeza, inseguridad, posibilidades, ilusión, dudas, exploración, experimentos e intuición. Solo puedo ofrecerte mi realidad.
Y la realidad se volvió simple y aplastante. Apareció de golpe una mañana especialmente fresca de agosto y llegó a mí como una voz que recién despertaba de un sueño larguísimo, zarandeada por la idea de la muerte, aún medio dormida y asustada pero muy consciente, muy lúcida. Este fue su mensaje: “No te estás prestando atención”.
No era algo especialmente nuevo, pero nunca me había importado demasiado hasta ese día. Tuve la certeza, al oírlo, de que ni quería ni podía posponerlo más. Deseaba, en ese mismo momento, hacer todo lo que tuviera que hacer para prestarme atención.
Fui rumiando la idea poco a poco, no a un nivel consciente sino de esa forma en que se rumian las cosas que están destinadas a ser, quieras o no quieras, con tu permiso o sin él. Se fue haciendo grande sola y empezó a hacerme hacer y deshacer cosas. Me sentía —y aún me siento ahora— una especie de autómata que se mueve guiada por algo superior. En este caso, y a diferencia del automatismo que había sufrido antes en mi vida, ese “algo superior” era mi propia conciencia, que había por fin abierto los ojos y tomado el control. Sé que suena raro, sé que quizás ni siquiera lo estoy contando bien, pero desde ese día me muevo con otra energía.
Algunas cosas que antes me resultaban difíciles o me hacían sentir vergüenza o inadecuación se han vuelto naturales. Otras cosas que no me creía capaz de hacer o de mantener han permanecido ahí desde entonces, estables y fuertes, día tras día. Siento como si me hubiera quitado toda una capa de piel que me quedaba demasiado tirante y ahora todos los movimientos fueran simples y cómodos. No están exentos de perseverancia ni voluntad, pero son simples y cómodos.
…
El primer brote que exploré y la primera cosa en la que de forma natural elegí poner atención, perseverancia y voluntad era mi mente.
Para que se entienda lo mucho que yo valoro mi mente confesaré que una de las definiciones que más he hecho de mí misma y para mí misma es la de que “soy un cerebro con patas”. Al revés también funcionaba, ya que siempre sentía que mi cuerpo no era más que “aquello que sostenía mi adorada cabeza”.
Estas frases, lejos de ser graciosas, han marcado mi comportamiento y la relación conmigo misma durante toda mi vida. Han significado un total abandono de cualquier cosa que no fuera productiva a nivel mental o intelectual y han generado una profunda desconexión tanto de la parte emocional como de la física —no digamos ya la espiritual—. Mi mente mandaba y yo creía que mandaba bien, así que la dejaba mandar libremente y me creía cada una de las palabras que soltaba. Mi mente era mi gurú.
Y era una gurú que me hacía ir de un lado a otro sin sentido, que me provocaba sufrimiento constante y que me hacía sentir profundamente perdida.
Como todo, esto también tenía su lado bueno: siempre he tenido mil ideas estupendas, he sabido cómo llevarlas a cabo, he podido conseguir todo lo que me proponía, he aprendido muchas cosas, soy rápida, estoy siempre estimulada y activa… Está claro que sin esa buena dosis de mente no estaría donde estoy ni sería quien soy.
Mi mente es mi tesoro, pero no toda ella al completo, y no el único tesoro que tengo.
Así que, sin querer perder todo eso que me gustaba de mi constante y rica actividad mental, necesitaba con urgencia obligarla a bajar de su puesto de dictadora (en el que parecía estar acomodada de por vida) y ocupar una mesa democrática con otras partes de mí que también necesitaban participar en la toma de decisiones. O, al menos, necesitaba dejar de confiar en esa parte de la mente que no traía más que sufrimiento.
…
La primera vez que leí sobre la naturaleza de la mente de forma consciente fue este verano en El libro tibetano de la vida y de la muerte.
“De entre los numerosos aspectos de la mente, podemos destacar dos en particular. El primero es la mente ordinaria, que los tibetanos llaman sem. Sem es la mente discursiva, dualista, pensante, que solo puede funcionar en relación con un punto de referencia exterior proyectado por ella y falsamente percibido. (…) Es la mente que piensa, trama, desea, manipula, que monta en cólera, que crea oleadas de emociones y de pensamientos negativos por los que se deja llevar (…) En el seno de esta mente ordinaria caótica, confusa, indisciplinada y repetitiva, sem, experimentamos una y otra vez el cambio y la muerte. Luego está la naturaleza misma de la mente, su esencia más profunda, que nunca se ve afectada en absoluto ni por el cambio ni por la muerte. Por el momento, se halla oculta en el interior de nuestra propia mente, nuestra sem, envuelta y oscurecida por el rápido discurrir de nuestros pensamientos y nuestras emociones. (…) En tibetano la llamamos Rigpa, la conciencia primordial, pura y prístina que es al mismo tiempo inteligente, cognoscitiva, radiante y siempre despierta. Se podría decir que es el conocimiento del propio conocimiento.”
Claro que, igual que siempre digo en lo de emprender, las ideas por sí solas no sirven de nada si no hay algo práctico (y no solo teórico-mental) que las sostenga en la vida diaria, así que tomé las riendas del asunto y lo primero que me salió hacer fue lo que te quiero contar en la carta de hoy.
…
Meditar. Hacer silencio. Intentar conocer a mi Rigpa.
Mi historia con la meditación viene de lejos, pero digamos que la nuestra ha sido una relación muy poco fluida y totalmente infructuosa. Es decir, a lo largo de mi vida adulta he intentado meditar muchas veces con muchos métodos y nunca lo he conseguido. No había manera. Mi mente parecía tener muchas otras cosas importantes que hacer y yo le seguía la corriente. Nunca me apetecía. Nunca me parecía el momento. Nunca quería meditar en realidad.
Y es que hay una diferencia abismal entre decirte a ti misma “Deberías meditar, te iría bien meditar, te sentará genial, todo el mundo habla maravillas de la meditación, tendrías que probarlo, meditar será la solución a tus problemas…” y decirte a ti misma, con toda la certeza, “Quiero meditar, deseo meditar, necesito meditar y estoy totalmente dispuesta a meditar”.
…
Con todos mis fracasos anteriores sabía perfectamente qué necesitaba y qué no necesitaba. Antes de ponerme siquiera el primer día, volví a leer a Pablo d’Ors (y digo volví porque ya lo he leído como tres veces, siempre con el ligero impulso de “deber” pero no el arrollador impulso del “querer”). Esta vez me tomé la lectura como una introducción a mi nueva práctica. Sabía lo que me esperaba, ya me lo había dicho Sogyal Rimpoché y ahora me lo decía Pablo d’Ors.
“No merece la pena esforzarse; más que ayudar a encontrar lo que se busca, el esfuerzo tiende a dificultarlo. No conviene resistirse, sino entregarse. No empeñarse, sino vivir en el abandono. Tanto el arte como la meditación nacen siempre de la entrega; nunca del esfuerzo. Y lo mismo sucede con el amor.”
Yo ya había experimentado esto anteriormente, en el trabajo por ejemplo, nunca he creído en el esfuerzo sino en la entrega. Sin embargo, cada vez que me enfrentaba a la meditación, lo hacía desde el esfuerzo, me decía “Esfuérzate por no pensar, esfuérzate por hacerlo bien, esfuérzate por estar quieta, esfuérzate por respirar así, esfuérzate por estar tranquila y atenta como una rana”.
Nada de lo que he conseguido en mi vida a base de esfuerzo ha resultado hacerme feliz. Solo ha sido agradable cuando me he entregado a la experiencia y me he dejado caer en ella, confiando, simplemente, en mi voluntad. La voluntad es lo que ha marcado siempre la diferencia en mi vida.
No sé por qué aquí trataba de hacerlo diferente y aproximarme a la meditación sin ningún tipo de voluntad real de sentarme a meditar.
Claro que no me está resultando fácil en absoluto. Todas las veces que me siento paso más tiempo completamente enredada en pensamientos que sin ellos. Se me duermen las piernas y me dan calambres. Corrijo la postura mil veces, a veces me quedo toda tiesa y tensa y a veces la columna se me colapsa y me encuentro doblada por completo. Cambio de estrategia otras mil: hacer oms, respirar de una forma u otra, observar las motitas de colores que veo al cerrar los ojos, repasar mi cuerpo…
Pero no me importa toda esta aparente improductividad de mi práctica (y si tú eres una meditadora experimentada y tienes intención de escribirme para contarme la forma “buena” de meditar te agradeceré la intención pero no te haré caso ninguno). Estoy experimentando y persistiendo, con voluntad de, simplemente, seguir haciéndolo y encontrar mi propio modo de hacerlo de forma natural, igual que apareció en mí la necesidad de meditar. Llevo casi dos meses sentándome diariamente y no he visto avance en el frente del silencio, pero no me importa lo más mínimo.
Mi objetivo es simplemente intentar que el espacio entre pensamiento enredado y pensamiento enredado se vaya haciendo cada vez un poquito más grande para dejar paso al silencio real.
Cuesta lo suyo.
“Comprobé que quedarse en silencio con uno mismo es mucho más difícil de lo que, antes de intentarlo, había sospechado. No tardé en extraer de aquí una nueva conclusión: para mí resultaba casi insoportable estar conmigo mismo, motivo por el que escapaba permanentemente de mí. Este dictamen me llevó a la certeza de que, por amplios y rigurosos que hubieran sido los análisis que yo había hecho de mi conciencia durante mi década de formación universitaria, esa conciencia mía seguía siendo, después de todo, un territorio poco frecuentado. La sensación era la de quien revuelve en el lodo.”
Algo que sin embargo me parece emocionante de la práctica meditativa es ese acto de poner atención en observar los pensamientos y no dejarlos que pajareen solos. Al tratar de hacerlo me he podido dar cuenta de en qué vericuetos se mete mi mente cada vez que trato de pararla un poco, de los sitios raros por donde me sale y de las cosas que me trae para ponerme nerviosa o impulsarme a levantarme y seguir con el huracán de la vida (por ejemplo, listas interminables de todo lo que tengo que hacer, sensaciones a las que no quiero enfrentarme, cosas que me están molestando…).
Desde que me ejercito en la observación de mis pensamientos veo con más claridad las cosas que me digo a mí misma. Y no son bonitas. A veces parecen neutras pero si rasco un poco en ellas vienen de ideas estancadas sobre lo que debería ser o hacer. Así que ahora las miro como quien mira las olas del océano ir y venir: “Ah, esto es lo que quieres decirme ahora, perfecto, gracias, que pase el siguiente”.
He descubierto así que mi mente no tiene siempre la razón como yo creía y que mis pensamientos no son en absoluto la realidad. Solo son olas que vienen y van, que se hacen y se deshacen, que ahora están y ahora no están.
La verdad, para llevar tan poco tiempo meditando y no haber logrado hacer el dichoso silencio, este ya ha sido un descubrimiento que ha cambiado por completo las reglas del juego.
“¿Puede haber algo más imprevisible que nuestros pensamientos y emociones? ¿Tenéis la menor idea de lo que vais a pensar o sentir dentro de un instante? De hecho, nuestra mente es igual de vacía, impermanente y transitoria que un sueño. Observad un pensamiento: viene, permanece un tiempo y se va. El pasado ya ha pasado, el futuro aún no ha surgido e incluso el pensamiento presente, conforme lo experimentamos, se convierte en pasado.
Solo el instante presente, el «ahora», nos pertenece realmente.”
…
Por si te preguntas cómo hago para meditar en un sentido puramente práctico, tengo una herramienta para compartir.
Desde que decidí meditar, para que no me pasara como las anteriores veces en las que lo había intentado sin éxito, creí que no me valdría con sentarme en posición de loto y callarme. Así que me planteé volver a algo que había probado hacía algún tiempo, la aplicación Headspace. Sin embargo, aunque me gusta mucho su punto de partida cero espiritual, no me acaba de gustar su “ve superando etapas y te lo enseñamos como un caminito de colorines un poco infantil para tu gusto”. Si tengo que elegir entre espiritualoide o infantiloide me quedo con lo primero.
Además, es una aplicación freemium, y aquí una servidora no quería pagar en absoluto para empezar a meditar porque ya me conozco y sé que tiendo a gastarme el dinero en cosas que no me sirven para mucho. Así que dejé lo de Headspace en pausa a la espera de encontrar algo que me convenciera más y seguí buscando.
Y encontré mi nueva aplicación favorita. Se llama Insight Timer y está concebida para que te hagas tu práctica de meditación a medida. Así que puedes elegir una meditación en la que alguien te habla o te canta o te propone algo, con timbres que te van avisando en la separación que tú necesitas y el volumen de sonido que tú necesitas y el sonido de fondo —o el silencio— que tú necesitas. Y es gratis.
Y no, no me están pagando por hacerles promoción, no sé ni quiénes son. Yo solo recomiendo las cosas que me tienen emocionada (que por suerte para ti son muchas y variadas, así que espero que alguna de ellas te emocione a ti también).
Cada mañana me despierto, extiendo mi esterilla, hago yoga —ya te contaré sobre esto más adelante en Vida Interior— e inmediatamente después me siento a meditar veinte minutos.
He configurado la aplicación para que me avise cada vez que pasen cinco minutos. Estos pequeños avisos me dan mucha fuerza para seguir cada vez y además me permiten empezar “de cero” si en ese periodo he estado pensando más de lo que sería normal o moviéndome o, en fin, como suelo estar, completamente despistada.
Alguna mañana, en lugar de esto, elijo alguna meditación guiada de entre veinte y treinta minutos, la que me inspire ese día, y pruebo a ver qué tal. Si me gusta la guardo en mi lista de bookmarks para poder volver a ella.
Y lo que hago después de la meditación es poner un mantra cantado que tengo guardado desde casi el primer día. Se llama Kalki Mantra y hasta me busqué la letra para poder cantarla a la vez. La repito una y otra vez, día tras día, simplemente porque me da un placer indescriptible. La vibración del canto me conecta al cuerpo y los días que tengo suerte, me da hasta cosquillitas: a veces en los muslos, a veces en la cabeza, a veces en el pecho… A veces nada, pero igualmente me hace sentir muy bien y me da mucha energía para enfrentarme al día. A veces la hago sentada, a veces me tumbo, a veces me pongo de pie frente a la ventana y me estiro y me muevo. Cada día lo que siento que me apetece.
Igual te parece una chorrada alucinante y ni te gusta ni vibras con ella, pero si te llama lo más mínimo prueba a escucharla tumbada y relajada, a ver qué pasa. Solo por probar.
Soy perfectamente consciente de que esto es demasiado hippie para la antigua yo, pero mira, a veces tenemos que trascender nuestros prejuicios para lograr cosas valiosas. ¿A veces? No, absolutamente siempre.
La verdad, ahora cuando pienso en todo este hippismo que me he montado me da la risa, pero me viene tan bien y me siento tan a gusto con él que no lo cambio por nada (al menos de momento y en esta etapa de mi vida).
…
Uno de los libros que leí en mi proceso de documentación para Ísland fue Come, reza, ama (para las críticas, la peli es muy floja pero el libro está mucho, mucho mejor). En él, Elizabeth Gilbert va a la India a meditar en un ashram, pero luego va a Bali donde, además de conocer al amor de su vida, (de parte de su vida, porque recientemente me he enterado de que resulta que ahora el amor de su vida es su mejor amiga de hace años, a la que por cierto le han detectado un cáncer, por lo que toda la historia no puede ser más triste ni más bonita) también visita a un sabio-curandero muy anciano y desdentado llamado Ketut.
Una de las cosas que se me quedaron grabadas fue la insistencia de Ketut por recordarle a Liz que cuando meditase se acordase de sonreír por dentro, desde los órganos. Creo que específicamente se refiere al hígado (que es el órgano que carga con la ira y los conflictos no resueltos, será por eso que la bilis es tan profundamente amarga, digo yo). Desde entonces, cada vez que me he sentado a respirar, a meditar o a estar tranquila, trato de recordar poner una sonrisa interior. Y no veas si cambia.
Esa misma sensación de cosquillitas que a veces tengo la suerte de recibir con el mantra cantado aparece con mucha más facilidad cuando activo la sonrisa interior. Y la verdad, esté como esté, cuando lo intento, me siento feliz y dichosa. Durante unos instantes nada más, claramente aún no domino la técnica lo más mínimo. Pero el atisbo es suficiente para darme fuerzas y esperanza. Quiero más de eso y sé que puedo conseguirlo.
Es verdad que el silencio da miedo, pero es un monstruo que te asusta mucho cuando no lo conoces y crees que se esconde en el armario, dispuesto a venir a hacerte sentir sola y desgraciada. Pero en cuanto le empiezas a mirar a los ojos se convierte en tu mejor amigo de por vida. No en un amigo, en tu mejor amigo.
Y vamos, lo digo desde la intuición, no soy una maestra zen del silencio, en realidad aún estoy empezando y no he hecho ni una milésima parte del camino. Solo he dado los primeros pasos. Pero antes de todo primer paso hay un proceso de realización y de conciencia en el que, casi de forma mágica, un día te das cuenta de que eso es lo que necesitas ahora mismo. Y lo que antes se te hacía un mundo es ahora un movimiento natural.
“El silencio es solo el marco o el contexto que posibilita todo lo demás. ¿Y qué es todo lo demás? Lo sorprendente es que no es nada, nada en absoluto: la vida misma que transcurre, nada especial. Claro que digo «nada», pero muy bien podría también decir «todo».”
Un abrazo,
Valiente, Deb! Gracias por compartir tus aprendizajes, gracias por mantener tu mente (y espíritu) abiertos a cosas nuevas. Supongo que todos buscamos un poquito de sentido a lo que hacemos, a como vivimos, y queremos vivir bien, si puede ser plenamente, mejor. A veces pensamos que cuando consigamos “x” (la casa que soñamos, el trabajo ideal, etc.) sentiremos esa plenitud… pero luego vemos que no : ) Y seguimos buscando… Es muy interesante la nueva temporada que propones. Y comenzar por acallar ese torrente de pensamientos es un buen primer paso. Abrazos!
Hola!
Pues lo siento, pero no puedo dejar de darte un consejo… Porque para mí ha supuesto un antes y un después en la meditación.
SAL DE CASA
Así de simple. Yo también soy una mente inquieta, 20 min sentada, encerrada en casa, dejando que mis pensamientos pasen ante mí… es demasiado y no le he encontrado la practicidad.
Mi conexión con la vida y la naturaleza y ese estado de sincronía ha venido simplemente de salir de casa, de sentarme en una piedra y ver como trabajan las hormigas, como liban las abejas o cómo late mi corazón.
Ya, es más hippie aún, pero no tienes que esforzarte por no pensar, ya estás pensando en lo que observas. No tienes que apartar pensamientos circulares que invaden todo tu ser, se van solos con el entretenimiento de observar lo que te rodea. A parte de todos los beneficios que ya sabemos que tiene estar en la naturaleza.
Porque, ¿vives en el campo no? Entiendo que salir a un parque en la ciudad da más pereza.
Com sempre, clavat! Molt gran Deb!! És impressionant com poses paraules a tot això tan tan tan gran.
M’ha encantau. Estoy lejísimos. Más que nada pq sigo en el deber y no en el desear fervientemente. Y porque lo de entregarme todavía no sé cómo hacerlo, aunque lo deseo fervientemente. Pero gota a gota la cosa va cambiando. La idea va penetrando. No desisto.
Que casualidad Deb, llegó a mis manos no hace mucho tiempo el libro de Pablo d’Ors y lo leí, lo voy a volver a releer y volveré a intentar sentarme a meditar. Yo también llevo varios intentos en los últimos años con el resultado máximo de 20 o 25 días y se acabó. Después un día ya me digo “hoy no tienes tiempo” y aquí se acaba todo.
Buscaré el libro de la vida y la muerte también.
Un abrazo y te deseo que puedas alcanzar un poquito de serenidad. Sé de lo qué hablas!
Júlia
Gracias, Deb.
Por recordarme una vez más lo que ya se. A veces necesito que me lo vuelvan a poner delante de los ojos para retomar la senda hacia mi misma. Olvidar los “debería” y asentarme en los “quiero” hacerlo. Soltar la culpa por no ser constante (y lo dice quien este verano estuvo 6 días en un retiro de silencio) y celebrar que ahora mismo estoy presente y despierta.
Un gran abrazo.
Gracias Deb,
me parece de lo más increíble que siempre me cuentes cosas que van en paralelo con mi vida, con lo que estoy experimentando cada día.
Te-os recomiendo la lectura El poder del ahora (de Eckhart Tolle). Seguramente algunos ya lo hayáis leído. Sólo os digo que está en línea con lo que estamos hablando, o mejor dicho, es la clave para entender el mundo de la conciencia, para saber vivir el momento y no estar preso del pasado ni del futuro.
Gracias
Hola Deb:
Estoy exactamente donde tú estás. Te dejo aquí un poema que ilustra, en parte, este camino:
” ¡No corras! Ve despacio.
que donde tienes que ir
es a ti solo.
¡Ve despacio! No corras.
Que el niño de tu yo,
recién nacido, eterno,
no te puede seguir.
Si vas deprisa,
el tiempo volará ante ti,
como una mariposa esquiva.
Si vas despacio,
el tiempo irá detrás de ti,
como un buey manso.”
Gracias por tus palabras.
Qué lindo poema! Gracias por compartirlo
“Estoy experimentando y persistiendo, con voluntad de, simplemente, seguir haciéndolo y encontrar mi propio modo de hacerlo de forma natural, igual que apareció en mí la necesidad de meditar. Llevo casi dos meses sentándome diariamente y no he visto avance en el frente del silencio, pero no me importa lo más mínimo.”
Simplemente me encanta. Que lo hagas a tu manera lo hace más valioso que ninguna otra cosa.
De adolescente la meditación que me enseñaron era para “poner la mente en blanco”, era algo muy tenso y sinceramente desagradable, porque por más que fueras amable no dejaba de haber una meta. Estos últimos años dí con personas que hablaban de que no había un fin último y que tener pensamientos es de lo más normal. No es más que cómo funciona la mente y observar eso no tiene precio. Si hubiera un fin, ese sería “ser el observador”, no que no hubiera pensamientos, pero incluso así, en el momento en el que piensas “Oh, lo he conseguido, estoy siendo el observador!”, ya estas fuera de nuevo…
Lo que estas haciendo es perfecto, para mí. Tiene mérito, tiene substancia y de verdad es emocionante el viaje y cómo lo estás compartiendo aquí.
Muchas gracias Deb, un placer leerte como siempre <3
Me encanta leerte. En parte, porque me recuerdas mucho a mí misma hace tiempo…y no hace tanto tiempo.
A mí también me ha gustado mucho el libro de Pablo d’Ors que me regaló una amiga. Te recomiendo también, aunque es algo más difícil, “Sadhana, un camino de oración” de Anthony de Mello.
Yo llevo más de 30 años intentando que la meditación forme parte de mi vida. No lo he conseguido…, pero la calma, paz interior, armonía…que me aporta cuando lo consigo, me ayuda a no sentirme culpable cuando no lo consigo y a agradecer los momentos cuando sí. Vamos, a no fustigarme por mi imperfección.
La idea de Zaira, me parece una “suma” a meditar en casa, no una opción opuesta. La naturaleza es otra fuente de calma.
Por último, decirte que yo este verano también me he enfrentado a la idea de la muerte…pero mi padre falleció a mediados de agosto. Eso sí, en su propia cama, con todos sus hijos y su mujer cuidándole, a su lado. Nos ha dejado mucha paz. Es ley de vida y se aprende mucho.
Escribiendo esto parece que estoy en armonía conmigo, pero nada más lejos de la realidad. Educar dos adolescentes, con un marido perdiendo su capacidad de caminar, con un sueldo que no nos permite llegar a fin de mes…es todo menos relajante. Quizá por eso, cuando consigo un rato de paz interior, lo agradezco mucho más.
Tú sigue con tus historias, que son inspiradoras y a la vez me hacen sonreir.
Por cierto, mi tomatera (sí, yo también planté unas simientes), no va a conseguir aguantar un invierno en la sierra madrileña…pero por ahora está tan bonita!! Así que, disfrutemos el momento…para conseguir energías para el futuro.
Hola Deb,
Gracias por compartir… Gracias por los detalles sobre tu experiencia de meditar. Me das ganas de retomar.
El vacío es el tema al cual me toca enfrentarme ahora y el dejar la tierra reposar, sin plantar nada todavía… Y poder descubrir realmente que plantas quiero tener en este jardín.
No sabes la ilusión que me da recibir los emails de “vida interior” para acompañar este proceso, esta etapa tan delicada que me toca ahora.
Así que de nuevo sinceras y muchísimas gracias.
Hasta el martes que viene.
Un abrazo grande
Charlotte
Hola, Deb!
Aquí otra usuaria de Insight Timer. A ver si un día te encuentro y te doy las “thanks for meditating with me” ;)
Gracias por compartir tu experiencia con la meditación y el silencio. Mi historia con ellos, como la tuya, no ha estado exenta de intentos fallidos y de baches ante los que sucumbía pronto, tal vez porque no era mi momento.
A principios de 2016 me propuse practicar meditación diariamente. No era la primera vez que me ponía el objetivo, pero había una diferencia: ya no lo concebía como una obligación, como uno de mis famosos “deberías”, sino como un deseo, incluso una necesidad. Sentía que era el paso que me convenía dar para continuar avanzando en el encuentro hacia mí misma (ese encuentro que nunca se termina, creo).
Empecé con cinco minutos por la mañana y fui subiendo conforme me sentía cómoda en el silencio. Bueno, “cómoda” es mucho decir, porque había -y sigue habiendo- meditaciones de todo tipo: de las que me dan ganas de huir, de las que no me entero de nada, de las que mi mente vaga por su cuenta y no me doy cuenta hasta el último minuto de que he estado en la parra, de las que disfruto y quiero que se repitan a la próxima y entonces se rebelan y ya no vuelven…
Al poco de empezar este viaje apareció en mi camino, precisamente, “Biografía del silencio”, de Pablo d’Ors. Lo he leído ya dos veces y lo recomiendo todos los que muestran un pequeño interés en meditar… creo que es un librito sencillo y muy agradable que encierra en cada palabra la esencia del placer que, cada vez más, me supone sentarme conmigo misma con los ojos vueltos hacia dentro.
Durante los tres primeros meses no noté apenas beneficios en mi vida cotidiana, pero perseveré porque encontraba disfrute en ello y porque, de alguna manera, sabía que ése era el camino que había buscado durante mucho tiempo. Luego he tenido varios “picos” en los que he experimentado cambios profundos en mi vida, en mi mente y en mis relaciones, empezando en la que mantengo conmigo misma. A veces me pregunto qué porción de estos cambios se debe a la meditación. Yo sospecho que una bastante grande.
Ahora suelo meditar dos veces al día, nada más levantarme y antes de acostarme, aunque a veces me apetece meditar cuando está anocheciendo y traslado la sesión. Desde hace unos días he quitado el límite del Insight Timer y he seleccionado el “meditation no limit”, para ayudarme a sentir cuánto es “suficiente” (lo pongo entre comillas intencionadamente), cuándo necesito parar, o hasta dónde necesito continuar.
Si ahora me preguntaran a qué me he asomado en estos meses de acercamiento a la meditación, diría que a la aceptación, a la compasión, a la honestidad conmigo misma. Y, a veces, al momento presente, porque, aunque dure poquito y se me escurra entre los dedos, lo frecuento cada vez más.
Antes de irme, te dejo dos libros que me han servido de palanca en la meditación: “El proceso de la presencia”, de Michael Brown, y “Saltar al vacío”, de Sergi Torres (que, por cierto, tiene muchos vídeos en YouTube que me flipan).
Un abrazo y gracias por compartirte,
Irene
Gracias por compartir, estoy experimentando lo mismo que tu en este preciso momento y me aporta muchísima felicidad!!!!!! Me apunto el libro de Pablo d’Ors, la aplicación para meditar y el precioso mantra!!!! Seguimos en contacto
gracias Deb! no quiero extenderme, seré rápida, me encanta leerte porque escribes y transmites!
sabes darle forma a tus sensaciones y sentimientos.. y eso es fantastico!
muchos besos y gracias! por supuesto, te sigo!
buen dia!
Patricia
No creo que debas asustarte con este comienzo “hippie”?…es una nueva faceta que contribuye a que sigas escribiendo cosas tan especiales e interesantes Deb!
Me ha gustado…”Nada de lo que he conseguido en mi vida a base de esfuerzo ha resultado hacerme feliz. Solo ha sido agradable cuando me he entregado a la experiencia y me he dejado caer en ella, confiando, simplemente, en mi voluntad. La voluntad es lo que ha marcado siempre la diferencia en mi vida.”
Gracias de nuevo!
Un abrazo!
Madre mía Deb, cada vez me doy más cuenta de que realmente el Universo te trae lo que pides, y acabamos rodeandonos de personas y situaciones que coinciden exactamente con la vibración que emitimos. Justo llevo un mes en que he decidido retomar las prácticas de yoga que tenía abandonadas, y a raíz de esto que me tiene motivadisima, he vuelto a querer acercarme otra vez a la meditación, y por no extenderme mucho en el tema, a raíz de esto han entrado personas muy interesantes en mi vida, que no hacen más que reforzar la idea de que voy por buen camino. Me siento bien, y estoy ansiosa y ilusionada por seguir y aprender. La semana que viene empiezo un curso sobre meditación y gestión del stress.Y encima hoy abro tu correo y me encuentro con esto, y no puedo evitar pensar que por algo es, no? Señales? En fin, que estoy contenta y agradecida de estar entre las afortunadas que recibimos tus emails. Y deseando que llegue el próximo martes. Un beso a todas!
Muchas gracia por compartirnos tanto Deb, cuando yo me puse en contacto con la meditación fue cuando ya no me quedaba más remedio, cuando la ansiedad y mi cabeza podían conmigo, y estaba absolutamente deconectada de mis otras partes, tal como dices, fue como decirme o meditas o meditas, ya no era un debería, ya era un lo necesitaba, porque realmente lo pasé mal, fue lo único que me ayudo a cambiar mi vida, y a no olividarme de esas otras partes de nosotras, que recclamaban la atención que solo le daba a mi mente, y solo así logré darme cuenta, y conectar conmigo misma, con mi intuición, y con lo que realmente quería, ahora estoy en otro proceso, en el que necesito volver a meditar casi por cojones, pero ya no lo paso tan mal como en aquel entonces.
1000 gracias por este artículo, me ha hecho recordar un montón de cosas, que me vuelve a hacer falta.
Me encanta esta nueva etapa!
Oye Deb ;),
Esto debe ir con el nombre tocaya. Me pasa exactamente igual. Totalmente incapaz. Gracias por compartir tu experiencia, hace que no me sienta una inútil total en este aspecto. Mi mente no para aunque quiera. He intentado meditar con un grupo, con los 21 días de Deepak en varias ocasiones, siguiendo todo tipo de consejos de meditadores experimentados, con Meditación para Dummies… y lo único que consigo es ponerme de los nervios. Así que he dicho: a pasear. Voy a andar al parque y procuro no pensar más que en lo que veo, huelo, siento, oigo. Creo que es el primer paso que necesito dar. Me es más fácil parar mi cabeza ahí que sentada. Me alegra saber que le pasa a alguien más y que lo está consiguiendo. ¡Enhorabuena! Me da ánimos para no perder la esperanza. En cuanto a la actitud. Una vez dije ‘tengo que ..’, – no me acuerdo lo que era – y me dijo mi tío no lo hagas. Si tienes que no lo quieres hacer. Cuando sea quiero entonces lo harás. Siempre me acuerdo de ese comentario. Totalmente cierto. Gracias otra vez por compartir y por todo lo que ofreces. Por cierto, soy muy fan de Ketut ;). Besos enormes
Buen comentario el del tío! lo tomo! gracias por compartirlo
Se lo diré. Le alegrará saber que ha sido útil para mas´personas ;)
Muy buenas reflexiones. Muchas gracias por compartirlas con nosotros. Hace tiempo me permitía el lujo de meditar por las mañanas y me sentaba fenomenal. Por circunstancias, he abandonado ese hábito… Pufff lo echo mucho de menos.
Hola preciosa!
¿Puedo serte totalmente sincera? No creo que quieras por aquí comentarios por quedar bien ni nada que se le parezca, por lo que voy a compartir contigo mi más sincera opinión sobre lo que compartes en este post.
Lo primero de todo es agradecerte que nos permitas ver tanto de esta parte de ti que estás descubriendo y desarrollando en estos momentos. Sé que no es sencillo dar rienda suelta a los pensamientos y a lo que a uno le remueve por dentro, pero chica, ¡a ti se te da de maravilla!
Me ha llamado mucho la atención que al inicio de tu artículo dieras tanta importancia a la mente y a sus mensajes. Pero… A medida que iba sumergiéndome en tus palabras como esas olas en el mar de las que hablabas, has conseguido que fuera sonriendo más y más al ver que eso iba a cambiando progresivamente hasta el punto de querer mencionar a mi querido Ketut.
¿Cómo crees que sonreímos por dentro? ¿Desde la mente o desde el corazón? ¿Entiendes por dónde voy?
Creo que a veces (¿a veces? No, muy posiblemente siempre…) damos demasiada importancia a lo que pensamos y obviamos lo que sentimos. Regálate la oportunidad de sentir, Deb. A través de la meditación o de la técnica que te venga en gana, pero te animo a que lo hagas porque esa es una de las mejores maneras que conozco y que existen en el mundo mundial de conocerse mejor a una misma.
Te animo a que te entregues a ello y a que te dejes sorprender. Puede que descubras más cosas feas y te des cuenta de cosas que te hagan sentir dolor, pero… Es una sensación que se puede transformar en otras mucho más positivas, así que…
Si te animas a hacerlo, estaré por aquí (o por allí) deseando conocer más de esa vida interior.
Un fortísimo abrazo!
Ali
Que bueno, Ali. El sentir, que pasa en el cuerpo, es lo que nos baja de la cabeza.
Hola Deb, me ha encantado lo que intentas trasmitir y compartir!!!
Tengo que decirte que lo intenté hace muchos años pero no pude estar sentada y convivir con esa maraña de pensamientos que vagan.
Hace algunos meses mientras hacia ejercicio una de las instructoras nos regaló un día no se como llamarlo una clase de yoga. Me dejé llevar, me senté en el suelo, me abrigué con una manta suave y ligera y empezamos a hacer respiraciones mientras nos concentrábamos y calmábamos pero si te soy sincera no recuerdo ni la mitad de la clase. Si recuerdo pasado un tiempo, las sensaciones tan maravillosas que sentí de paz y de calma mientras oía un cuenco que usan para vibraciones. Me quedé absolutamente maravillada porque mi mente quedó atrapada en el sonido del cuenco y yo disfrutaba y mi mente se dejaba llevar.
Cuando terminó la clase estaba profundamente relajada, contenta y alegre como si tuviera una nueva vitalidad.
No la he vuelto a repetir porque la vida cotidiana y este ritmo hace que abandonemos ciertas cosas pero esto de acuerdo contigo, tal vez sea una llamada repentina, algo que se da de manera natural. Si llega ese momento intentaré aprovecharlo te lo aseguro, sin grandes pretensiones. Un abrazo
Me hace bien leer cosas distintas. Me gusta la búsqueda constante del sentido verdadero y de la plenitud de la vida que tenés. Pensamos distinto en varias cosas, pero siempre hay puntos en común que me unen y me hacen pensar. El silencio, algo que sé que es bueno pero que me cuesta practicar. Gracias por despertar esa intriga de pasar tiempo a solas, es la clave para todo lo demás. Me gustó la idea de no tomarlo como un esfuerzo sino que entregarse a eso con voluntad. Muchas de las cosas que hago las hago con el apoyo de gente y grupos…pero me gustaría tener esa fuerza interior y esa fuerza que viene de Dios para apoyarme y seguir adelante. También siento que el momento de silencio hace que uno redireccione la búsqueda y ordene…mente, espíritu y cuerpo. Todo conectado! Interesante tu visión acerca de la prioridad que le dabas a la mente…y la búsqueda del equilibrio entre todo lo que uno es. Gracias por despertar la curiosidad, desde otro lugar, desde el desconcierto, pero también desde la esperanza de que se puede estar mejor.
Deb! ¡me encantó este post! Estoy empezando el mismo camino, pero soy un poco vaga y no tenía todos esos datos. Leerte me lleno de entusiasmo, aunque parezca extraño el domingo empecé a practicar yoga, y la meditación la venga pateando desde abril, así que este post me pareció muy oportuno. Deb gracias por inspirarme, deseo que sigas muy bien, experimentando nuevas necesidades.
Un fuerte abrazo desde Argentina
Que bien volver a leerte deb, y que bonito participar de tu evolución a través de tus palabras.
Me ha gustado mucho que hayas querido compartir tu experiencia con todas nosotras a pesar se tu “inexperiencia”. Se perfectamente a que te refieres con lo de ponerse nerviosa, no parar de moverse, sentirse inundada de pensamientos. Porque precisamente yo también quería integrar en mi día a día la costumbre de meditar. Pero no duré 2 meses como tú. Yo creo que duré una semana como mucho. Sólo me quedé con mi práctica de yoga mañanera (que ganas de que hables de esto) de 10 minutos y luego de prisa, a la oficina. Porque esta es otra… para hacer todo lo que quiero hacer por la mañana antes de ir a trabajar, debería de madrugar a las 5. Pero es muy difícil. Entonces me quedo con lo que más de todo necesito, que es mover el cuerpo.
En cualquier caso, mil gracias por la recomendación de la App. De esta forma a lo mejor me animo más a menudo a encontrar mi forma de hacer silencio y sonreír desde dentro.
Gracias gracias otra vez por compartirte con nosotras!
Hola Deb. Yo empecé con la meditación hace como diez años. Al principio “me sentaba” intentando manipular lo que sentía, buscando el relajarme y no sentir lo desagradable. Ahora “me siento” con todo lo que me pasa por dentro, si es tristeza, miedos, nervios, “pensamientos negativos”, los dejo estar, los observo como nubes del cielo, sin juzgarlos ni manipularlos.
Muuuchas veces después de la meditación no estoy más relajada, ni feliz, pero si que soy mas LIBRE, menos exclava de mis pensamientos y mis miedos.
¡Hola, Deb!
Aunque soy una asidua lectora tuya desde hace tiempo, creo que nunca te había comentado antes ninguno de tus escritos. Con éste, sin embargo, me obligas a tener que hacerlo: es simplemente brillante y tus palabras muy precisas a la hora de expresar tu pequeño caos mental. Es la pura realidad: intentar llevar una vida espiritual en un mundo totalmente opuesto es casi imposible pero comenzar por las dificultades es clave. Este post me enseñará muchas cosas. ¡Un abrazo y gracias!
GRACIAS! Gracias por compartir esta nueva etapa! nunca me sentí tan tan identificada. Comencé a leerte con el ideario y la química emprendedora. Y aquí sigo sorprendiéndome y sintiéndome entendida. Me ayudas a que reflexione y a que haga muchas preguntas que necesito responder. Empecé hace unos meses a respirar y a conectarme con mi silencio y vaya que es difícil! pero no es imposible y me siento entregada a lo que me pasa . Hace unos meses me descubrieron por casualidad o causalidad ;) una mancha en el cerebro y aún no saben que es! Y me aterrorizaba el tema que sea en la cabeza! que es la que maneja todo! todo! hasta si levantas un dedo o hasta la propia respiración. Tengo una niña de 6 años y comenzaron mis miedos e incertidumbre a dominarme, me morí muchas veces! y acá estoy comentando lo que has escrito y describes tan bien con este artículo. Todo tiene que ver con mis pensamientos y lo que ellos provocan en mis emociones. Y hay cosas que no puedes controlar. Es entrega pura, entrega a lo que me está sucediendo y re-educar mi cerebro. Hacer silencio para encontrarme conmigo misma. Aún no lo he logrado del todo pero voy por ello. No hay que rendirse ni aún rendido! =)
Gracias Deb!
Eres una gran persona y muy talentosa!
Lindo Deb! La forma que tú sigas será la correcta, me da gusto tu camino!
Lo de cerebro con patas fue también mi definición por mucho tiempo :)
Estás haciéndolo genial, Deb. Mil dudas la mente mono te dé, mil veces vuelve a tu intención de meditar. Mil resistencias, o mil despistes se den en ti mientras meditas, mil veces vuelve a la meditación.
Y si tienes sed de saber más acerca del Observador que ve los pensamientos, lee y práctica El Poder del Ahora, de Eckhart Tolle. Sencillo y directo al Ser.
Un abrazo y enhorabuena a tu alma por clamar presencia.
Yo solamente decirte que contra más te leo más encuentro mi camino, así que sigue así ….un abrazo.
Me encantó.
Me gusta la nueva Deb y supongo que me viene bien. Ya te conté un poco, pero en esta parte de mi vida ha llegado también la meditación. La empece junto al mar, donde el murmullo de las olas me acunaba mientras iba teniendo pensamientos. Ahora, de viaje otra vez, a veces vuelve fácil como el yoga por la mañana y otras mi mente vuelve a engañarme y decirme que no tengo tiempo para eso o mejores cosas que hacer.
Hace años que leí Come, reza y ama y recuerdo que me gustó.
Me apunto tu aplicación. Ni siquiera sabía que había aplicaciones para eso! Gracias! Y gracias por compartir los descubrimientos de tu vida interior <3
Un abrazo,
Andre
Le voy a echar
Cada vez me gusta más leerte, y me siento totalmente on the road, contigo y con tantas mujeres que comparten comentarios de experiencias similares. Antes me resultaban tus recomendaciones demasiado mentales, pues yo no soy nada metódica y tengo que entrenar la voluntad constantemente. Sentía que debía ser emprendedora, igual que oímos que hay que meditar, pero yo no sabía por donde continuar, me faltaban peldaños. Aprendo a disfrutar creando y ya veremos si eso se convierte en trabajo…. en el tema de la meditación encontré la clave, mi técnica, pues no funciona lo mismo para todo el mundo. Y claro está que me cuesta ser constante, pero ahí vamos…..
Mil gracias por compartir!!!
Teresa de Ávila le llamaba a la mente “la loca de la casa”. Cuánta razón tenía, verdad? Pues, ciertamente es una loca muy loca que todo el tiempo quiere salirse con la suya. llevarnos de un pensamientos a otro, de un deseo a otro sin detenerse jamás!
La meditación es una excelente herramienta para reeducar a nuestra alocada mente, para dirigirla, para aquietarla y convertirla en nuestra mejor amiga.
Conocernos a nosotros mismos y de paso conocer el enorme poder que se haya dentro de nosotros es fundamental para crecer más y más en consciencia cada día.
Un abrazo Deb!
http://www.conocetupoder.com
Hola deeeeb!
te leo hace mucho tiempo, abierta a aprender desde tu visión de la realidad y no sabes cuánto me alegra leer sobre estos nuevos procesos tuyos. resultan coincidir con los mios! espero que, como a mi, a ti cada dia sea mas brillante que el anterior. un abrazo!
Jajaja jo també estic com tu, fa anys que intento meditar… però no perdo l’esperança…
M’ha encantat el Mantra, me’l posaré! Gràcies! ;)
Te recomindo el libro “Un nuevo mundo, ahora” de Eckhart Tolle!
Hola Deb. Te leo desde siempre, me inspira hacerlo, pero es la primera vez que comento. Hace tiempo comencé a tratar de conocerme más, a tratar de calmar mi mente, a tratar de confiar más …Mientras te leía recordé un libro que me entusiasmó, muy ameno y claro, que cuenta la historia de una chica común y corriente que descubre la manera de estar en paz a través de la meditación: “Yo respiro”, de Soledad Simond. Ojalá les resulte tan enriquecedor como a mí. Besos desde Argentina !
Te sigo desde hace tiempo, pero reconozco que, aunque tu vida como emprendora y tus consejos, me podían servir, no estaba en el momento que tu vivías, y no encontraba que pudiera ayudarme en el mío, puesto que nunca imaginé que pudiera serlo. Siempre he trabajado para otros.
Me quedé en el paro como administrativa en el 2011, con 39 años, y empecé a desarrollarme con el dinero de la indemnización y el subsidio, en lo que me llamaba la atención desde hace años. Mi búsqueda continua de autoconocimiento, la holística y las terapias naturales.
Hoy con 43 años, soy practicante de Yoga, y camino de hacerme instructora, y por supuesto viviendo una Vida Interior, que me identifica a la tuya.
Me gusta mucho cómo lo cuentas, cómo lo vives y cómo lo haces llegar… En la simplicidad también hay belleza.
Comparto tu artículo con una página que administro en Fb. “KALMA”
GRACIAS
Y si, te encuentras en la misma situación de que no hace falta ser madre para ser mujer, administro la página facebook.com/sepuedeserfelizsinhijos, por si quieres conocerla.
Es como si me leyera a mi misma! Qué descubrimiento, gracias!
¡Hola Deb!
Te sigo hace tiempo y es una gozada ver tu evolución. La vida es puro cambio y tu lo muestras a la perfección. :-)
Llevo años lidiando con estos temas de atención plena, parar la mente de mono, meditar… y unos setecientos millones de cosas más. Y de todo eso, hay 2 prácticas supersencillas, que son las únicas que han durado en el tiempo porque son fáciles y, a mi, me funcionan genial. Si tienes curiosidad aquí las explico: http://www.silviaalegria.com/la-locura-mejor-fuera/
Un beso grande!