Después de pasar el mes pasado hablando de la mente (tanto de la importancia de calmarla como de su lado oscuro, además de la conversación audiovisual con nuestras invitadas en Vida Interior TV) lo que viene a continuación en esta secuencia de Vida Interior es, lógicamente, EL CUERPO.
Pero no porque sea así y así tenga que ser, sino porque después del terrible verano y de la sentencia que oí clara y cristalina diciéndome “no te estás prestando atención”, lo primero que surgió en mí fueron dos cosas simultáneas: la necesidad de hacer silencio y bajar a mi mente de su puesto de dictadora implacable y la necesidad de coger a mi cuerpo y sentarlo en el gabinete de ese nuevo gobierno demócrata recién construido. El pobre llevaba años siendo un lacayo, un don nadie, el chófer de la Señora Mente a la que sacaba a pasear como a Miss Daisy. Sentí que realmente necesitaba contar con él.
Pero después de tanto tiempo imaginé que no iba a ser fácil hacer que perdiera sus miedos y resistencias y se animase a subir a la palestra. Como siempre, iba a tener que encontrar la forma más natural y orgánica para que no se diera casi ni cuenta de que de repente era el cojefe.
Constatemos primero que a mí la idea de hacer deporte no me entusiasma. Sudar no es mi cosa favorita, sentir dolor y esforzarme no es mi cosa favorita y el culto al cuerpo es mi cosa menos favorita de todas (tengo auténtico pavor a que me salgan músculos visibles).
Claro que cuando era niña sí que hacía ejercicio. Probé bastantes cosas pero nada me convencía como para insistir en ello. Yo, la verdad, lo único que quería era bailar, pero no me atrevía y me daba vergüenza porque soy muy mala con las coreografías y no me gusta que nadie me mire, así que una vez renuncié internamente al baile fuera de casa y adopté el tenis de forma regular porque era lo que tocaba por herencia familiar, mi vida deportiva fluctuó a trompicones entre la natación, alguna clase de aerobic y los juegos de grupo con amigos: baloncesto, voleibol, carreras de relevos… Lo clásico. No se me dio nunca mal, de hecho, diríamos que estaba siempre por encima de la media. Pero no, no le encontraba yo ningún placer particular.
Luego pasé esa época gris en la que te haces adulta y ya solo se te ocurre apuntarte al gimnasio, pero como lo de las máquinas a mí me hacía salir corriendo un buen día tuve el valor —y digo valor porque me moría de vergüenza— de meterme en la clase de yoga del gimnasio al que iba entonces.
…
La clase de yoga era un cuchitril enano enmoquetado nada comparable a las hermosas y luminosas salas de fitness. Por no tener no tenía ni ventanas, pero sí luces graduables y la profesora era una señora menuda de pelo corto y oscuro y voz fina y calmada. Solo se daba yoga dos veces por semana, la otra clase que hacían era prácticamente acrobática y no la daba esta señora sino un tío musculoso que la vez que intenté seguirlo casi me hace echar el hígado por la boca. Evidentemente, nunca regresé y simplemente me quedé con mi sesión de la señora, los jueves por la tarde.
Tengo que decir que me gustó desde el principio, por más que no entendía nada de lo que hacíamos y toda la secuencia —y ya no digamos acompañarla con la respiración— me parecía completamente bizarra. Me costó mucho irle pillando el tranquillo.
A mi favor he de decir que siempre he tenido una flexibilidad estupenda, así que todas las posturas de flexibilidad se me daban bien y todas las de resistencia fatal. Así sigue siendo. Soy poco resistente pero flexible (supongo que eso dice mucho de mí).
Fui durante un tiempo, pero al final la vida me llevó por otros derroteros y lo olvidé.
…
Más adelante, ya en mis treinta, me cambié de piso y, justo enfrente de casa —al final de una escalinata enorme más bien— había un centro cívico en el que daban clase de yoga para ancianas (no es que fuera específicamente yoga para ancianas pero la mayoría eran ancianas así que digamos que acrobático no era). Me gustaba esa calma y esa facilidad, así que fui unos meses hasta que me puse enferma, falté tres días seguidos y ya nunca encontré la fuerza ni el momento para volver.
Desde que vine a vivir al campo había tratado como más de mil veces hacer yoga yo sola, en casa, por las mañanas. Me decía: hazlo, te irá bien (sobre todo durante el primer año en que anímicamente no estuve muy centrada). Lo hacía un día, al otro ya no. Lo intentaba semanas después, me aburría. Decidí apuntarme al polideportivo del pueblo de al lado, que ofrecían yoga y pilates y estiramientos. También para señoras, porque por las mañanas todas las jóvenes iban a máquinas o a spinning y ahí estaba yo con las señoras estirando a tope. Aguanté seis meses, pero iba dos mañanas a la semana y cada mañana me hacía dos o incluso tres clases seguidas, según la combinación. Me puse en forma rápido, pese a que los ejercicios no eran demasiado exigentes.
Intenté ir a Zumba algunas veces y me parecía divertido pero a mitad de clase estaba mareadísima y empapada en sudor (las señoras, por si alguien se lo pregunta, aguantaban mejor que yo el meneíto). Un día hasta me tuve que sentar, a punto de desmayarme.
Lo del cardio no ha sido nunca mi fuerte. Siento que me sobreviene la muerte cuando el corazón se me acelera tanto y no tengo ninguna intención de llevar a mi cuerpo a esa situación tan desagradable.
Llegaron las navidades y con ellas la pausa obligatoria, y ya después de fiestas nunca volví.
Esto del abandono del ejercicio ya empezaba a ser un clásico.
…
Nos plantamos entonces en el momento actual.
Cuando mi horroroso verano llegaba a su fin algo cambió y, de todos estos brotes nuevos que sentí que querían hacerse espacio en mí, uno de ellos me hablaba de recuperar la conexión con mi cuerpo. No desde la obligación, o desde el debería (igual que cuando hablaba de la necesidad de dar espacio al silencio interior), sino desde el deseo y la voluntad.
Ya no lo veía como un tiempo que tenía que quitar de hacer cosas importantes de verdad, sino como el tiempo que necesito dedicar a engrasar toda esta estructura que hace que se sostenga y siga funcionando mi muy apreciada mente de mona loca.
Así que me dije ¿quieres volver al gimnasio? Y me respondí: no, quiero hacerlo aquí, nada más levantarme, sin tener que conducir para ir a ningún sitio. Como siempre, internet es mi mejor amiga, así que hice una pequeña búsqueda en YouTube. Encontré una clase de una hora que parecía clara y bien explicada, pero a los quince minutos ya estaba con ganas de vomitar y mareada, como en mi primera experiencia con el chico musculoso del yoga de gimnasio. Paré. Al día siguiente traté de repetirlo. No, era demasiado rápido e intenso para mí. Muy ambicioso para mi estado físico actual —lamentable— y para lo que sentía que necesitaba en esos momentos. Tenía que buscar más.
Encontré otra clase de una hora con una señora india muy agradable. Lo mismo, la tuve que separar en dos días de media hora cada día, la repetí dos veces pero no me gustaba, no me sentía cómoda.
De repente caí del guindo: yo no estaba buscando ser una FitGirl, yo quería conectar con mi cuerpo, estar en forma muy suavemente y no crear ni un músculo de más en ninguna parte de mi anatomía. No quería yoga de posturas ni de gimnasia ni de secuencias acrobáticas ni de sudar, quería un yoga sencillo y tranquilo que me hiciera sentir bien por dentro, que recuperase mi elasticidad, que liberase mi energía con calma y que me ayudase a estar conectada. Sobre todo esto último.
…
Seguí buscando, y recordé algo que había visto hacía un tiempo: la web de una chica americana que proponía retos de 30 días completamente gratuitos. La busqué y por suerte no fue difícil de localizar: Yoga with Adriene. Tiene listas de reproducción con los básicos de la respiración, también con cada una las posturas básicas perfectamente explicadas —por si eres superprincipiante— y con yoga para diferentes estilos o propósitos. Yo he encontrado que los dos retos de treinta días que tiene me van más que perfectamente, de hecho, ya he terminado los dos y ahora estoy repasando el primero.
Al ser un reto empieza desde el principio, suavemente, se adapta al nivel al que tú estés porque te propone variaciones y te anima a que fluyas y hagas lo que sientas que está bien con tu cuerpo. Lo mejor es que no son sesiones de una hora sino que van variando de entre quince y treinta minutos, en cada una trabajando algo distinto y permitiéndote aprender sin estridencias. Ya estaba, creí que había encontrado mi acompañante perfecta. Era algo parecido al amor a primera vista. O al amor al primer play.
Hice un día, sudé y me cansé pero todo bien. Otro día, agujetas ligeras en músculos que no recordaba pero soportable, bien. Y otro más. Hasta el final del primer reto de treinta días y hasta el final del segundo reto de treinta días. Cada día, nada más levantarme, hasta los domingos y fiestas de guardar (bueno, no quiero mentir, también hago caso a mi cuerpo y si algún día es que no, por ejemplo, cuando me baja la regla, pues es que no y me hago una secuencia más agradable o incluso hago yoga desde la cama). Hay días en que hago por la mañana y por la tarde —no los vídeos del reto sino algún otro sencillo que me apetezca—. El caso es que amo a Adriene, me gusta cómo se explica, su sentido del humor y, sobre todo, me gusta que no está flipándose con que alcances la postura perfecta sino con que encuentres lo que te hace sentir bien. Y eso para mí ya marca la diferencia. No quiero a ninguna otra.
Y, la verdad, siento que el yoga tiene exactamente todo lo que yo necesito de un deporte: me hace concentrarme, sube mi nivel de energía, me pone en forma con muuucha suavidad, desentumece y flexibiliza mi cuerpo —y ojo, que no me estén saliendo músculos visibles no significa que no se me esté disolviendo la grasa— y a la vez me conecta profundamente con él gracias a la respiración.
La respiración es lo más importante del yoga (al menos para mí). Cuando logras centrarte —y eso no sucede hasta que no llevas un tiempo practicando y familiarizándote con las posturas, que por cierto, se llaman asanas— es casi como una meditación en movimiento.
…
Como ya era de suponer, en medio de mi primer 30 days of yoga with Adriene, fui a la biblioteca. Y paseándome por los estantes de novelas buscando algo que conectase conmigo en ese momento, ¿qué pareció salir de la balda llamándome con desesperación? Obviamente, Mi Vida en 23 posturas de yoga, de Claire Dederer. Lo siguiente que veo, en la portada, una cita de Elizabeth Gilbert diciendo algo tipo “Este es el libro que todos necesitamos”. Me senté a leer las primeras páginas, no fuera que me estuviera dejando llevar por la emoción del marketing, y decidí que había elegido bien, se iba a venir conmigo a casa.
En el libro se entreteje la vida de la autora con su relación con el yoga, explicando además cada una de las veintitrés posturas, y algunas otras cosas interesantes sobre la práctica, muy al estilo Gilbert, es decir, enseñándote cosas sin que parezca que trata de enseñarte nada (mi estilo favorito para aprender). Además es ligeramente tragicómico, como la vida misma, especialmente cuando cuenta cómo se desarrollan sus relaciones: con sus hijos, con su marido, con sus padres, con sus amigas…
En fin, que ha sido una agradable compañía para mis noches prepráctica matutina. No es un libro que recomiende con fervor loco y lágrimas de emoción en los ojos, pero si te llama la atención esto del yoga puede ser una buena lectura acompañante.
…
Y la segunda cosa que tiene que ver con mi nuevo brote de atención al cuerpo es la alimentación.
No sé por qué algunas de las que me leéis pensáis que soy algún tipo de ser divino que come todo verde y sano (una vez una chica hasta me escribió ofendida porque había escrito algo de unas hamburguesas fast food y no le parecía coherente) cuando yo nunca he dicho nada semejante. La verdad, no podría haberlo dicho simplemente porque nunca en mi vida ha sido cierto.
Cocinar siempre me ha dado mucha pereza y lo único que me animo a cocinar con ganas son dulces: tartas, galletas, pasteles, pastas… He sido siempre muy amante del Burger King, de la pizza, de los hot dogs, de los pancakes, vamos, de cualquier cosa americana o de cualquier cosa que tenga grasa, harina o azúcar… en fin, de cualquier cosa que no sea integral, limpia y saludable.
Mi plato favorito es la tortilla de patatas. Me derramo de emoción cuando me dan una buena escalopa muy bien rebozada con patatas y pimientos fritos. Me pirro por los algodones de azúcar. Adoro la cerveza como si fuera mi gurú (aunque no me sienta especialmente bien, también tengo que decirlo).
Nunca he tenido problemas con el peso (o nunca me lo ha parecido, al menos), por lo que nunca he sentido necesidad de controlar mi comida. No hago locuras ni me doy atracones —nunca he sentido esa necesidad—, pero vamos, no me corto comiendo. Mi cuerpo siempre me ha respondido bien, no tengo apenas problemas de salud y en general soy un ser afortunado en este sentido.
Cuando conocí a Arieh, sin embargo, empecé a darme cuenta de que la comida que yo creía que era perfectamente sana no lo era tanto.
Él, que sabía lo que era la macrobiótica, el ayurveda, que cocinaba con algas, levadura de cerveza, cosas integrales y otras lindezas que a mí nunca me han parecido delicias precisamente. Incluso pasó (pasamos, porque yo en casa comía como él aunque fuera no me cortaba un pelo) un par de años de veganismo, justo antes de venirnos al campo.
Ahora parece que esté diciendo todo esto para contar que de repente me he vuelto una alimentinazi y te quiera explicar una dieta raw-paw-smoothie-kale-super-healty, pero no. Nada más lejos de la realidad.
…
Sin embargo, otro de esos pequeños brotes creciendo en mi interior me hizo observar que mis digestiones no eran todo lo finas que debían ser y, como además este verano Arieh tuvo problemas de estómago, nos fuimos directos al kinesiólogo, que nos hizo su test de alimentos. A Arieh le salieron bastantes cosas, pero a mí solo dos me estaban dando problemas: el cacao y la caseína (que es una proteína que está en la leche de vaca). El cacao, que para tanta gente sería un drama, a mí me la bufa, nunca me ha interesado el chocolate. Es verdad que soy fan del Cacaolat y la Nocilla, pero no es algo que esté habitualmente en mi casa, porque, para ser sincera, me dan cagarrinas. Ahora entiendo por qué: junta leche con cacao y ya sabemos lo que me pasa a continuación, mi cuerpo expulsándolo como buenamente puede.
Y si bien el cacao me dio lo mismo, la leche me tocó la moral. Soy muy fan de la leche de vaca cuanto más entera y fresca mejor, de la mantequilla y de todo lo que esté hecho con leche o mantequilla.
Es una putada en toda regla porque ahora cada vez que quiero algo en el súper tengo que revisar la lista de ingredientes, cada vez que abro Pinterest me salen recetas que no puedo hacer y cada vez que paso por la panadería quiero arrancarme los ojos. Pero oye, no lo llevo tan mal a nivel interno.
De hecho, la restricción de ambos me ha hecho nacer una nueva afición: buscar recetas ricas que sí podamos comer. Así que ahora me dedico a cocinar como nunca antes había hecho, e incluso ya casi no me parece una pérdida de tiempo (aunque un poco sí, porque estar una hora en la cocina para comer en quince minutos y recogerlo todo en otros veinte es un poco drama, a quién vamos a engañar), pero al menos puedo decir, con el puño en alto: “¡Si no podemos comer todos los platos que nos gustan, hagamos platos que nos gusten con ingredientes que podamos comer!”.
También he recortado mi consumo de cerveza, sin suprimirlo del todo (cuando me quiero dar el capricho me lo doy tranquilamente, igual que si un día voy a un restaurante no pregunto si el plato está hecho con mantequilla, no pasa nada, no estoy en plan radical), pero la gracia es que al bajar el aporte cervecil a mi cuerpo cada vez que me bebo una noto con más claridad los efectos que me produce, y como noto que no me sienta bien cada vez tengo menos ganas de tomar. Nunca la recortaré del todo igual que nunca dejaré de comer tortilla de patatas aunque me salga alergia galopante a las patatas, pero la disminución natural me hace feliz y la siento como algo orgánico. De nuevo, ya no es más una restricción sino una decisión.
Y así estoy. Adaptando con mucha suavidad mi alimentación a esta nueva Vida Interior. Cuidándome un poquito más. Dedicándome un poquito más de tiempo. Atendiéndome con un poquito más de amor. Sin estridencias, sin excesos, sin radicalidades. Poco a poco y con cariño.
No aspiro a ser perfecta en ninguno de estos aspectos ni de lejos, pero estas son mis formas de estar un poco más despierta.
¿Cuáles son las tuyas? ¿Cómo es tu Vida Interior en relación a tu cuerpo?
Cuéntanos en los comentarios, que para eso están :)
Un abrazo,
P.D.: Recuerda que, además de que puedes dejar tus comentarios bajo el artículo para contarnos a todas tu experiencia con el deporte y la alimentación (si quieres, claro), o aportar cualquier cosa interesante que se te ocurra, también tienes la magnífica oportunidad de compartir lo que escribo con quien quieras (por mail, en redes sociales o de viva voz, que también es bonito), para que así cada vez seamos más personas atentas a su Vida Interior, cosa que me parece a mí que sería más que bueno, ¿no? ;)
Muy bien! Me encantan los no radicalismos. A mi me sucede un poco como a ti, nunca he tenido que preocuparme demasiado por lo que como y me doy todos los caprichos que quiero… por que de manera natural me sale darme esos caprichos con mesura. En mi caso, me encuentro en una pequeña encrucijada con el café. Lo he dejado del todo en épocas en que notaba que lo necesitaba demasiado, y que me aceleraba demasiado, y comprobé que me sentía más presente en el momento (sin escuchar tanto la mente). Pero luego al probar de nuevo algun café con leche (mi bebida favorita) cada ciertos días me noto con más alegría, más concentrada y creativa… y casi más yo! Supongo que todo es cuestión de equilibro.
Y yo también estoy intentando el yoga en casa (con mis niños enredados en las posturas lo de aquietar la mente es difícil pero también es divertido) y realmente sienta bien, aunque sea a paso de tortuga. Un abrazo!
Estamos en un momento muy parecido!
Hace un año comencé a practicar yoga bastante escéptica, pero mi condición física no me daba para meterme en una clase de gimnasio. El primer mes fue horrible pero un día el dolor de mi cuello desapareció. Desde entonces hasta ahora no he dejado de practicar. Cuando no puedo ir a clase con profesor, veo los vídeos de aomm.tv (¡me encantan!).
Y hace un mes comencé a consultar a una nutricionista porque llevaba AÑOS alimentándome de yatekomos :S.
No tengo ninguna conclusión todavía pero la tendré, claro que sí.
Gracias por el post!
Hola Deb!
Una vez más me siento identificada con tu historia. Hace un tiempo que intento retomar el ejercicio, para estar un poquito en forma y sentirme mejor con mi cuerpo, pero me daba muuuuuuuucha pereza. Empecé con yoga y con esta chica https://www.youtube.com/user/MalovaElena, tiene rutinas sencillitas que me gustan y ella es agradable. Ahora mismo cambié un poco y estoy intentando con un cardio sencillito, me gusta la sensación de sentir como trabajo diferentes partes del cuerpo, pero para mí tiene que ser a un ritmo suave y asumible, sino ya me conozco y abandono.
También he empezado a preocuparme más por lo que como, a comer más frutita y cosas que realmente siento que me hacen sentir bien, porque la experiencia (hace años tuve muchos problemas de estómago: colon irritable) me ha dicho que lo que comemos está muy relacionado con cómo nos sentimos.
Un placer leerte. Un abrazo fuerte!
Muy interesante,me he sentido bastante identificada en el proceso con el Yoga, lo de” empieza y dejalo” en bucle me ha pasado a mi también. Voy a mirar lo de Adriene, no la conocía (yo conozco y recomiendo Lorena Yoga Terapias, que ahora está en Madrid y on line) .
El tema es justo eso, no obligarse a nada y hacer lo que el cuerpo te pide, de forma cariñosa y natural, lo que viene a ser “cuidarse”. Gracias!
Pues otra nómada de los semi-deportes al habla… mi rasgo más característico es pagar el gym para ir uno o dos dias al mes o no ir en absoluto… hubo épocas en las que iba todas las tardes y mi cuerpo y mi mente estaban totally fit… ains
¿Y no notaste mejoría física/mental en esos dos años de veganismo casero?
Es normal que sientas que se te va a salir el corazón por la boca a poco que lo muevas, no es que no estés “hecha” para sudar, al contrario, serías la primera persona de la historia a la que su cuerpo le pide sedentarismo.
Hay cosas que te ofrecen la gratificación primero y luego el sufrimiento (meterte un burger king por ejemplo) y las que primero te dan el sufrimiento y luego la gratificación (deporte, escribir un post, o cualquier cosa que requiera esfuerzo y el premio venga después).
Es obvio que mientras más de las segundas mejor. Date la oportunidad de disfrutarlo, que al principio sientas que te vas a morir es lo más normal, empieza poco a poco, el cuerpo es súper agradecido y enseguida podrás ir haciendo más, y te irás sintiendo mejor.
No hay nada más satisfactorio que la sensación de estar sano y en forma tras haber logrado un duro objetivo, no te niegues esa oportunidad. Estoy seguro que los Vida Interior iba a tener otro cariz (aunque este me gusta mucho).
Hola Deb¡
Estupendo artículo. Como siempre conecto con varias cosas que cuentas. Yo antes de entrar en contacto con la terapia ACT, el mindfulness y la meditación budista, era una cabeza pensante con un cuerpo que la transportaba. El cuerpo simplemente estaba ahí, pero yo le hacía oídos sordos.
Creo que una de los puntos claves para mí, y que comentas tu también es el propósito, o el para qué hago yoga, mindfulness, meditación, etc.
Hace años cuando empecé con estas prácticas lo hacía para desconectar de mis emociones y pensamientos incómodos, etc, (Aún estaba en la época en que creía que esto era posible XD)
Ahora sin embargo, lo hago para todo lo contrario; para cuidarme, para estar conectada, para “agarrame” al presente, para entenderme y escuchar lo que mi cuerpo tiene que decirme..
Como para mí los libros son un tesoro , cuando me recomiendan un buen libro, devuelvo el favor.
¿Conoces el libro ” la trampa de la felicidad” de Russ Harris.? El autor es terapeuta ACT y explica un poco la paradoja de la búsqueda de la felicidad tal como nos la han vendido ( es decir, huyendo de lo “negativo), y cómo esto nos deja atrapados en un círculo de infelicidad paradójicamente.
En fin, que es un libro “life-changing”.
Un abrazo.
¡Buenos días Deb!
Primero de todo decirte que hace poco que te descubrí y que estoy muy contenta y fascinada leyéndote y siguiendo tus publicaciones.
Sobre este tema he de decir que me siento bastante identificada. Verás, hace ya casi seis años entré en contacto con el mundo del deporte, empecé a correr. Corría y nadaba por prescripción médica, debido a una serie problemas circulatorios y , posteriormente, también por problemas de ansiedad. A pesar de que era joven o eso creía yo, mi salud física y mental no lo era tanto. Trabaja muchas horas en una agencia y estaba sometida a muchísima presión y autoexigencia. Cuando empecé además estaba recuperándome de una ruptura sentimental, vamos, que estaba apañada… En ese momento me vino genial soltar adrenalina, probarme físicamente, autosuperarme y ponerme en movimiento. Pero un tiempo después que ya fui viendo que el deporte daba sus frutos y empezaba a recuperarme, quería también empezar a reconstruirme por dentro. Por eso empecé a practicar yoga. No sólo me servía como estiramiento después de las carreras que me pegaba sino que me ayudaba a ordenarme y a respirar, a calmarme y a escucharme por dentro. Antes de todo esto había probado otras cosas (creo que es bastante común probar jeje): Chi kung, Tai chi, gimnasios, etc. Por una serie de circunstancias abandoné el yoga durante unos años… Pero ese tiempo lo empleé en cambiar de rumbo, organizar mi vida de nuevo, dejar la agencia y hacerme freelance, montar una empresa, abandonar la empresa y volver a montar mi propia empresa personal. Y de nuevo, este año volví al yoga. Finalmente creo que lo que importa es que en cada momento de tu vida quizás necesitas un deporte diferente acorde a lo que estás viviendo, o incluso no hacerlo. No soy de las que exclusivamente se centra en uno y siempre hace lo mismo. Aunque podría decirse que el yoga es la excepción, porque lo siento como una filosofía de vida, algo que me ayuda a escucharme y a sentir mi cuerpo y también me ayuda mucho a la hora de llevar mejor mi trabajo. ¡Lo recomiendo sin duda!
Yo voy a una clase cerca del Retiro en Fundación Yoga, mi profesora (Tere) es buenísima y está llena de luz.
Sobre la alimentación, la verdad que siempre he intentado comer bien y variado y cuanto menos me obsesiono con adelgazar o no comer, mejor me alimento… Mis hermanas son vegetarianas y aunque yo como de todo, me gusta imitarlas de vez en cuando, si nos vemos o estamos juntas.
Si tomas conciencia de ti misma y te sabes mirar y escuchar, será más fácil encontrar lo que te alimenta correctamente y te hace bien. Es una pena que cada vez más los alimentos estén más adulterados. Ojalá pronto me haga un huertecito para poder comer aun mejor :)
Muchas gracias por compartir con nosotras tantas experiencias de tanto valor, Deb.
¡Un abrazo enorme!
“…el tiempo que necesito dedicar a engrasar toda esta estructura que hace que se sostenga y siga funcionando mi muy apreciada mente de mona loca”
¡Me encantas Deb!
Hola Debb. Me ha gustado tu artículo y tu nueva línea editorial.
Tuve que dejar el yoga hace tiempo. Primero por complicaciones diversas y luego por mi falta de movimientos. Al igual que tú, vivo en el campo. Ahora desplazarme es aún más difícil, pero también siento esa necesidad de cuidar el cuerpo. Que no sea la mente la única y autoritaria jefa del cotarro.
Hasta el año pasado no encontré la horma de mi zapato (no sé inglés, así que no puedo apuntarme a la tuya).
La encontré en el Feldenkrais, una filosofía muy interesante y efectiva, como yo misma he podido comprobar. A pesar de una columna rota, parcheada malamente y dolores de todos los colores, después de 1 año, soy otra en cuanto al cuerpo y movimientos, gracias a ese método.
Lo mejor de todo es que no tengo que desplazarme. Las clases son Online y realmente fantásticas, con ese tono amigable y divertido que todas deseamos.
La profe se llama Aimara y tiene esta página:
http://www.ymientrasmueves.com/
Bueno, no tengo nada que ver con ello, ni me llevo nada por la publicidad. Pero quería compartirla contigo.
También sigo hace tiempo una dieta de comida sana. Pero todo eso, lo dejo para otro momento.
Gracias por tus artículos.
¡Gracias Deb! Hay párrafos que me digo….¿escribe ella o escribo yo? jejeje….mi nueva Vida Interior lleva en la casilla de salida demasiados años., aprovisionándome de experiencias fallidas ( comparto casí al 100% tu relación con el deporte) pero siempre mirando hacia delante, ….
Leerte se parece mucho a un pistoletazo (de salida) :)
Hola Deb,
Este post me ha llegado al alma porque también estoy en plena reconexión con mi cuerpo después de años dejándome (más de cinco de hecho).
He descubierto el entrenamiento funcional y me encanta porque puedo practicarlo en cualquier parte y a mi nivel, salir a correr suave con los perros, hacer sentadillas y colgarme un poco en las barras de los parques.
Además me he empeñado en no consumir azúcar y también soy de las que va por el super leyendo las etiquetas. Hago mis excesos (yo tampoco puedo dejar la cerveza, la he limitado al fin de semana) pero ¿La conclusión? Me siento muchísimo mejor. Por supuesto que mi mente sigue siendo mi mejor amiga, pero he hecho un hueco al cuerpo en la cuadrilla y de momento parece que se llevan bien.
Hola!
Yo estoy ahora en la misma fase que tu, cuido mi cuerpo pero sin radicalismos ni imposiciones de ningún tipo. Nunca me ha gustado hacer ejercicio, de hecho nunca he hecho porque de pequeña estuve exenta de educación física (tengo una pequeña desviación de la columna) y nunca he sido buena en los deportes de equipo. Ahora, a mis casi 43, he descubierto que hay una actividad física que me gusta, que me hace sentir bien y, aunque sude y maldiga, me reconcilia con mi cuerpo.
Respecto al tema de la alimentación, siempre me ha gustado cocinar, pero me daba mucha pereza y no pasaba de los básicos salvo en contadas ocasiones. Ahora experimento, pruebo nuevas técnicas, sabores y ingredientes, y me lo paso bien, pero sin obsesionarme con la comida súper sana y los súper alimentos. Tengo dos hijos a los que les encanta comer y son súper agradecidos con la comida, así que todo es más fácil.
Leo mucho sobre ejercicio, sobre alimentación y me quedo con lo que me interesa y me funciona. Creo que voy por buen camino.
Gracias por compartir el tuyo con nosotros.
Besos
Iolanda
Interesante. yo me he comprado una bici plegable. Así voy a la ciudad en coche, la saco del maletero y voy al centro en la bici. 4km diarios de ejercicio, ahorro tiempo, gasolina y encima es ecológico. ¿que más puedo pedir? Cuando hice el ideatorio hubo una pregunta que me marcó, ¿qué odiaría la niña que fuiste de lo que eres ahora? y seguro que odiaría mi vida sedentaria, y que no tengo perro. (hay una peli de bruce willis que el niño que fue viaja al futuro y le echa en cara lo mismo jajaj) total, que a lo del perro ya le pondré remedio en un par de años, pero al sedentarismo ya le he puesto remedio con la bici y, de verdad, me siento mucho más feliz :D
ah, y esto que dices es una verdad como un templo: “porque estar una hora en la cocina para comer en quince minutos y recogerlo todo en otros veinte es un poco drama, a quién vamos a engañar” jajaj lo comparto al 100%
Gracias una vez más por compartir tus pensamientos, me ha encantado el símil del cuerpo chófer paseando a Miss Daisy. Yo también he probado de todo en el gimnasio, y tampoco me he casado con nada. Hace un par de años comencé BodyBalance, https://www.youtube.com/watch?v=q_8jKOkLg2c una disciplina que mezcla, Yoga, Pilates y Taichi, y aprovecho el rato que va mi hijo a Baloncesto, un par de veces a la semana, si puedo tres. Estoy contenta. Ya había hecho Pilates antes, pero tenía ganas de profundizar más en el Yoga, si que contenta y agradecida de que hayas compartido a Adriane y a las chicas de los comentarios.
Respecto a la comida yo fracaso totalmente, espero al día que de forma natural deje el chocolate, para mi si seria un trauma que me lo prohibieran!!! Mi madre se empeña en decirme que de pequeña me dijeron que era alérgica, pero creo que me hice un tratamiento de desensibilización de andar por casa y se me pasó! jajaja. (Ya de mayor he descubierto que a los niños alérgicos al huevo se lo hacen y funciona).
Un besazo guapa,
Hola
Mi momento de cambio es aun un poco confuso. Sobre la alimentacio tengo la ventaja que me gusta cocinar aunque soy más de platos de puchero, esos que reconfortan cuerpo y alma. Pero hago dr todo. Ahora estoy mas por el tema de la dieta paleo y he eliminado azucares y harinas, aunque como tu sin ser radical. Respecto a la cerveza parecia que me leía a mi misma. Soy una apasionada de la cerveza pero lo he ido dejando y cuando la bebo no se, no me acaba de convencer como le sienta a mi cuerpo.
El deporte lo llevo peor. Me gusta correr pero lo dejé por una lesión en el pie. Cuando salgo al campo y corro me siento genial pero salir de casa me da una pereza terrible y el perro empieza a enfadarse conmigo. Lo que si hago es una vez por semana tai chi y mis dolores de espalda se han esfumado. Increible.
Estos post de Vida Interior me estan siendo muy útiles.
Gracias
Muchas gracias por tu artículo, gracias, yo si voy al gimnasio, pero a pilates y yoga dos o tres dias, voy alli para obligarme, porque he conocido a unas chicas muy majas que me animan y me acompañan… lo intenté online pero no fui capaz, a ver si con tus indicaciones y las de la gente que escribe comentarios consigo algo que me vaya.
Respecto a la alimentación me confieso chocolate adicta (negro, pero no se si con las cantidades que tomo hasta será insalubre), en lo demás voy por fases, temporadas que me cuido, que me abandono, estoy con la mosca de si seré celiaca…. Bueno todo se andará.
Muchos besos y muchas gracias, muchas.
Uf, no soy de comentar, pero es que te estaba leyendo y describias mi vida hasta hace un par de años, que a traves de Angel de Viviralmaximo conoci Fitness Revolucionario, y no solo tiene muy buena información sobre dietas y ejercicio (por cierto, la mantequilla es muy buena!), sino que es la unica persona que me ha motivado a cuidar mi cuerpo, y es lo que mas valoro. De verdad que es otro rollo totalmente diferente y para mi lo mejor en internet. Buscalo en Google (no te eches atras por el nombre) y a ver si os genera ese cambio mental
Hola! Te descubrí hace unos meses, y me gusta mucho la autencidad que proyectas.
Sobre el yoga, lo descubrí hace muchos años, durante mi época universitaria, buscando bajar de peso y perder mi miedo a hablar en público. Ambas cosas ocurrieron con el tiempo, además de mejorar mi digestió, y eliminar poco a poco algunas cosas de mi dieta, de manera súper espontánea. Hoy hago/enseño yoga con niños, y recientemente con adultos. Lo maravilloso es que ya con sólo visualizar que haces una práctica hay un efecto en tu sistema completo. Partí con Hatha, y descubri el kundalini en el camino. Me enamoré de este último, porque mi cabeza loca descubrió que los mantras le hacen muy bien. Además, tiene ejercicios para cada situación de la vida. Y teminé (o empecé) de descubrir el poder de la respiración.
Éxito en tu práctica! Puede sostenerte en los momentos más duros, y elevarte en los mejores.
Y como dicen por ahí…”Hay que mover el cuerpo. Haz lo que sea, pero mueve tu cuerpo”. No importa la edad que tengas!!
Ay Deb, estamos en las mismas situaciones, yo tampoco soy una chica que le importe mucho su fisico, menos de tener musculos, incluso me pasaba como a ti de empezar y dejar (de hecho hoy voy a cancelar una subscripcion a un gym que no he ido en 6 meses jejeje), pero hace un mes me di cuenta de mi poco amor propio a mi y a mi cuerpo, asi que comencé con yoga tambien y por ahora ha sido ininterrumpidamente (como dices, a excepcion de la regla y asi), pero no importa pues al siguiente dia que ya puedo, lo hago, sin dejar que mi ego-flojera gane. Y ahora a un mes, me entran las ganas de hacer abdominales, como puedo, a mi ritmo, 10, 15 luego 20, y asi sin prisas es mejor para mi cuerpo, para mi templo con el que puedo estar en este mundo, ahora, entiendo que es asi.
Besos!
Pues estoy pasando por un momento algo parecido pero la diferencia es que tu hiciste algunos cambios porque quisiste que es lo más genial, en cambio yo porque mi salud me lo estaba pidiendo a gritos (siempre digo que uno no cambia radicalmente hasta que algo como esto pasa).. He cambiado algunas cosas, sobretodo en la alimentación porque andaba muy mal: no respetaba horarios de comida por el trabajo, le entraba mucho al café, incluso por la mañana sin nada en el estómago y fumaba como chino en quiebra. Así hay que imaginar como está mi estómago, aunque debo agradecer que solo es una leve gastritis y no algunas cosas peores. Esto me ha obligado a dejar el cigarro, dejar el café (que es con lo que más sufro, porque de vez en cuando me dan ganas de café con leche), dejar la leche y ya esto es difícil porque si te dicen que no pues tomar leche, ni té, ni café…. no se me ocurría con qué reemplazarlos. Hasta que encontré la avena, la leche de almendra, la leche de coco, los batidos de frutas y avena, las ensaladas de frutas… la verdad es que son más ricos, satisfacen muy bien y sientan mejor. También es importante dejar el azúcar, aunque más difícil porque a mi no me gusta la stevia y menos los edulcorantes que me parecen más peligrosos que el propio azúcar. Lo he cambiado por miel de abeja pero igual quiero ir bajando la dosis hasta que me conforme con el dulce natural de los alimentos… si es que puedo. Sobre ejercicio me compre una bici estacionaria porque me conozco y sé que no saldré a hacer ningún ejercicio sola al aire libre, tendría que tener un amigo o amiga que lo hiciera conmigo y me diera ánimos para empezar todos los días jajajajajaja (así de sedentaria)… aunque me gusta caminar mucho. Lo bueno es que no como mucha carne, una vez a la semana si es que tengo ganas y si no pues puras verduras, legumbres y frutas. Mucha agua también, esto es vital para todos.
Un saludo desde Perú.
Hello Deb :)
Oye, pues yo creo que el hecho de que tu cuerpo gritase en muchos de esos intentos o primeras veces es totalmente normal teniendo en cuenta tus antecedentes. Como comenta Álvaro San más arriba, es cuestión de darle tiempo, aguantar un poco y esperar a que suceda la magia.
Yo recuerdo mis primeros momentos (ais, que tiempos aquellos) haciendo cardio o en general algún esfuerzo mayor a lo que estaba acostumbrada (básicamente cualquier cosa que no fuera andar un poco y estar bastante quietita a grandes rasgos) y me quería morir. Me mareaba, me entraba fatiga… vamos que se me ponía un mal cuerpo que vaya tela. Ahora bien, luego venía el subidón de endorfinas que menuda maravilla jaja.
La cosa es que con el tiempo todo eso queda atrás y no te vuelve a pasar. No más mareos, no más corazones en boca ni nada de eso tan feo. El cuerpo aprende, se fortalece y deja de fastidiarte. Igual era una reprimenda por tenerlo tanto tiempo oxidado… (cara de pensar del Whatsapp).
En cualquier caso, si sientes que quieres ir despacio e ir poquito a poco, me parece genial. Igual con el tiempo el cuerpo te va pidiendo más caña progresivamente :)
De momento veo que vas muy bien, que estás siendo constante (lo cual es muy buena señal porque, como tú dices, por fin has dejado de verlo como una olbigación) y que vas creciendo en muchos sentidos.
Gracias por la reflexión y por el ratito de entretenimiento ^^
A mi me pasa que al ser terapeuta se sobreentiende que me encanta lo saludable y es para mi fácil pasar de según qué cosas. Pues no, me pirra la mantequilla y el chocolate y cuanta más grasa de palma lleve un dulce parece ser que más me gusta (y peor me sienta).
Me pasó más o menos como a ti, en mi vida he ido reduciendo algunos alimentos/elementos y al volverlos a tomar me han sentado regular y les he perdido el interés. Llámalo alcohol, llámalo bollería, llámalo chocolate. Pero me gustan, claro que me gustan, y en mis momentos más destructivos no puedo resistirme al 3 X 1€ de los donuts de la panadería de mi calle, pero reconozco que si me los como todos muero.
Me hace mucha gracia cuando le pregunto a mis pacientes que qué comen y me dicen “de todo”. De todo lo guarro! No soy muy fan de las dietas restrictivas, pero en la consulta veo cómo perjudican muchas sustancias y recomiendo dejar de consumirlas. Es muy curioso ver cómo algunas personas se resisten, sacan todo tipo de excusas, y ahí veo que para cuidarse hay que estar preparado para observar el ego (y querer cuidarse, también sea dicho). Y tomar mucha conciencia por el camino de lo que hacemos, por qué lo hacemos y cómo nos sentimos cuando lo hacemos. Vamos, vida interior a tope!
Hola Deb!!
Me he divertido bastante con tu historia.
(muchas cosas de las que mencionan me hicieron acordar de mi)
Al parecer el tiempo nos va señalando las cosas nuevas que nuestro cuerpo también va necesitando o requiere en su momento, a su tiempo y a su ritmo.
Un abrazo
Hola Deborah,
no suelo seguir blogs y mucho menos comentarlos, pero en este caso no me puedo resistir. Encontré tu blog de casualidad y no exagero si te digo que siento como si alguien se hubiera metido en mi cabeza y hubiera puesto por escrito todas las cosas que desde hace relativamente poco me llaman la atención, como el poder que ejerce la mente sobre uno mismo, la meditación, la astrología. Estoy feliz de haberte encontrado porque tengo una vida que muchos querrían pero, por el motivo que sea, no me acaba de llenar. Y me sentía mal por eso, como si fuera un bicho raro o una desagradecida. No me atrevía a decirlo en alto para que no me tomaran por loca, y de pronto descubro que hay más gente en la misma situación y, en cierta forma, es un alivio porque me hace ver que hay más opciones además de resignarse. Así que gracias. Solo me falta atreverme a dar el paso definitivo y encontrar mi camino. Estoy deseando apuntarme al Ideatorio y poder conocerte. Un abrazo!
Hola Deb, me ecanto tu articulo. Yo nunca era una chica muy deportiva. Desde pequeña me encanta bailar. Fui a muchos clases: aeróbica, coreografía, bailes latinos, jazz moderno. Uno de mis sueños era ser bailarina del ballet. No era muy facil de cumplir mi sueño. Empece clases cuando ya tuve 13 años. Era bastante mayor, aunque siempre he sido flexible, pero poco resistente. Aqui me parezco algo a ti. Me encantaba bailar, me sentía muy bien moviendome, pero algo faltaba. Probé fitness y simplemente ir gimnasio. Me aburría muy rápido y lo dejaba. Hace mas que un año pase por una operación y tuve que rebajar el ritmo de ejercicio. Era el momento cuando de verdad pensé a probar la meditación. Como tuve muy buena influencia y me ayudó un montón con la recuperación, empecé interesar me por yoga. Desde primer día lo sabia que solo había una opción hacerlo en mi casa. Pues empecé a buscar en youtube. Pase por muchísimas canales hasta que encontré a mi chica Elena Malova. Es chica rusa que vive en Chile y da clases online en español. Empecé poco a poco y llegue hasta ponerme retos me enganche a yoga vinayasa Ella lo explica todo súper bien. No digo que es la única, a mi siempre me gusta compaginarlo con otros. Me interesa mucho ver el canal que ofreces tu. Hace como mas que un año práctico yoga en casa de forma regular mínimo 4-5 veces a la semana. Incluso hay días que no me apetece hacer mucho ejercicio, pero en estos días empiezo con saludo al sol.
Lo de comida, nunca sufrí ningún problema grave, ni tampoco tenia sobrepeso. No soy partidaria de las hamburguesas, pero si se que comida grasosa y frita es pesada para mi. Hace como dos años me descubrieron hernia de hiato. Se que no es grave, pero empece a cuidarme. El medico me prescribio omeprazol, pero yo decidi que no voy a dependerme de los farmacos. Empece a comer poco pero como 4 veces al dia. También leo muchísimo sobre nutrición. No me gustan las dietas especificas. Solo hay que saber parar y escuchar tu cuerpo y comer de todo un poco. Se que siempre puede permetirme un capricho. Me encanta tu vida interior. Un abrazo.
Hola Deb,
Tienes toda la razón. Mens sana in corpore sano, decían los antiguos latinos. Abandonados delante de los ordenadores, hoy en día tratamos nuestro cuerpo como si fuera una extensión carnal que se tiene que someter sí o sí a las ordenes recibidas por parte del intelecto. No es sorprendente que se rebele..
Un saludo,
Sabina
Hola Deb!
Estos últimos post de Vida Interior están haciendo conexión conmigo en varios aspectos que tocas. Y los comentarios de l@s demás estan enseñándome muchas cosas también. En mi caso puedo contaros que hace poco me diagnosticaron hernia de disco y fue como que mi cuerpo me decía que debía parar un poco de llevar tantas cargas en la espalda, así que empecé a dormir mejor, a hacer los ejercicios del fisioterapeuta, a alimentarme con zumos, ensaladas, frutas, baje la carne y el pan…y si, estoy bajando unos kilitos, pero por lo visto hay mucho mas que necesito ver, y gracias a este post lo estoy conociendo. Muchas gracias a tod@s!!!!
Muchas gracias por recomendar el canal de yoga with Adriene, me encanta!
Bis a todo lo que cuentas !
No había tenido tiempo de leerlo hasta ahora pero no me he podido sentir más identificad
Hola! Me identifico mucho con lo que dices sobre el deporte… yo también odio el sudar y que se marquen los músculos… a mi también me gusta mucho bailar, de hecho estoy pensando en apuntarme a ballet clásico, que era lo que practicaba de pequeña, y es un super ejercicio.
Me alegra que te estés preocupando por tu alimentación, yo ahora estoy con un poco de sobrepeso y estoy yendo a una nutricionista que me ha ayudado mucho… ya he bajado 4kg y me siento mucho mejor…
Hola Deb! Qué tal?? Primera vez que te escribo, creo. Te sigo desde hace algo más de un año y me encantas. Si te soy sincera, por como soy aparentemente, no me pega nada todo esto (parezco super feliz y despreocupada, excepto para las personas que me conocen algo mejor). Por fin! Alguien que habla del cuerpo, del ejercicio y la buena alimentación sin ponerte una daga en el cuello. Gracias!
Me he sentido total y absolutamente identificada. Yo también necesito el mismo tipo de ejercicio que tú, odio absolutamente cansarme haciendo gimnasia, aborrezco correr (ahora está tan de moda que cuando lo digo la gente siempre intenta rebatirme), voy con señoras mucho mayores que yo y no quiero que me salgan músculos (y tengo una facilidad pasmosa, que le haremos).
La comida soy tan desastre como tú y me parece muy bien lo que propones. Tengo pendiente hacerme la prueba de tolerancia a los alimentos.
Gracias, Deb!
Pues yo soy todo lo contrario que tu. Me encanta sudar, terminar una clase de HIIT hecha cisco y estoy muy orgullosa de mis musculos. De mi celulitis no, a mi todo se me va al culo y los muslos, aunque tengo tableta de chocolate, me encantan las abdominales. Yo si que tengo tendencia a engordar, asi que tengo que cuidarme mucho, aunque el deporte bestia ya lo necesito mentalmente. Antes corria, hasta corri dos maratones, pero me lesione y tuve que dejarlo. Me encanta la bici tambien. El yoga sin embargo me aburre soberanamente y me pone de los nervios, aunque si que medito, vamos lo intento, ya sabemos como es la cosa. Respecto a la alimentacion, como bastante sano, mucha verdura y fruta, todo ecologico, nada de harinas refinadas ni azucar pero cuando salgo por ahi con los amigos se va todo al traste, jajaja. Pero bueno, sigo la regla del 80 20 y voy sobreviviendo…
El cardiovascular es necesario para sentirse bien, para estar saludable y para poner ese corazoncito a trabajar.
Cardiovascular son aquellas actividades físicas que elevan pulsaciones cardiacas y se hacen de una manera prolongada por x cantidad de tiempo. Tiene muchos beneficios, fortalece tu corazón, baja tu colesterol, baja triglicéridos, eleva endorfinas (eso te hace sentir genial), alivia el estrés, te da felicidad, mejora tu circulación, quema calorías, oxigenas sangre, y por consecuencia de todo esto también pierdes grasa.
Así mismo, cualquier actividad que eleve las pulsaciones de tu cuerpo, a él de primeras no le va a gustar. Lo odiará y te dirá que pares. El cuerpo y la mente son unos comodones, les encanta “lo de siempre”, lo “seguro”. Así que realmente no estás escuchando lo que tu cuerpo necesita, estás escuchando lo que a él le apetece. Que es quedarse en su sitio sin hacer grandes esfuerzos con actividades que no le requieran demasiado. :)
Hola Debora:
Te leo a veces, pero leo todo, no me va el emprendimiento empresarial, pero si el emprendimiento personal (para mi van separados, mi trabajo por cuenta ajena me encanta) he seguido muchas de tus recomendaciones, algunas me han emocionado tanto que he sentido que te debo una…Descubrí Biografía del Silencio en tus recursos y no he podido apartarme nunca mas de el.
Con el yoga me ha pasado como a ti y he descubierto una APP de Android (no se si existe para Iphone) que se llama Daily Yoga, creo que te gustará, es simple, tranquila y tiene 26 sesiones que son justo para respirar, estirarse y meditar…. La verisión en inglés es la mejor.
Saludos y gracias por todo lo que compartes.