Elegir entre un trabajo de supervivencia y el trabajo de tus sueños

 

Últimamente, tanto en las consultas individuales para emprendedoras, como en el finde que hemos pasado en casa buscando ideas de negocio a medida, como en mi grupo de mastermind se ha estado repitiendo un tema: cómo hacer compatible un sueño o un proyecto con las necesidades económicas reales del día a día.

Empecé a fijarme hace unas semanas, a partir de una consulta individual. La chica con la que trabajé tiene un empleo muy estable del que quiere huir pronto, pero en el que en realidad no está terriblemente mal (sale a una hora muy temprana, nadie la putea, cobra decentemente, no tiene que hacer tareas insoportables...). Venía con una idea de negocio que iba a tardar mucho en dar frutos –si es que los daba– y ya llevaba meses intentando arrancarla y prepararlo todo y le estaba costando la vida.

De hecho, se había puesto tan enferma que estaba de baja oficial sin poder trabajar ni en lo suyo ni en lo otro. Pero se había cegado con la idea de que tenía que intentarlo, de que tenía que ser ya, de que tenía no sé qué urgencia. Lo fuimos hablando y vimos claro que por su situación económica y por el modelo de empresa que planteaba no tenía ningún sentido lo que estaba haciendo. Buscamos una solución mejor en todos los términos, que seguía siendo una buena idea de negocio (muy buena, mejor que la anterior diría yo) pero no requería tanto tiempo ni tanto esfuerzo, encajaba más con lo que ella quería de la vida y lo mejor es que lo podía compatibilizar totalmente con su trabajo actual hasta ver si arrancaba bien o no y garantizar así el pago de todos sus gastos los meses que hiciera falta y, por tanto, garantizar así su tranquilidad y su salud.



Esta misma situación la veo muchísimas veces: sentir el impulso emprendedor y lanzarse a ello sin darnos cuenta de que el dinero es importante no solo para invertirlo y arrancar el negocio, sino para que todo fluya durante meses y podamos trabajar en él tranquilas hasta que pueda convertirse en una fuente real de ingresos por sí mismo. Y tener igualmente el plato de comida en la mesa y la factura de internet pagada.

No me cansaré de decir que está muy bien eso que nos cuentan de que hay que perseguir los sueños a toda costa, y de que está muy bien querer emprender y que se te ponga entre ceja y ceja y no pares hasta conseguirlo, pero lo primero, lo verdaderamente primero, es ser capaz de autosustentarte o autosostenerte o como se tenga que decir. Vamos, que a veces hay que perseguir los sueños después de un trabajo de supervivencia, o a la vez que el trabajo de supervivencia, o irlos alternando según necesitemos, a temporadas. Y no pasa absolutamente nada.

En la pirámide de las necesidades de Maslow ya nos dicen que lo primero que hay que tener satisfecho son las necesidades básicas: respirar, beber, comer, dormir, no pasar frío... Lo siguiente, cuando esto básico está cubierto, son las necesidades de seguridad y protección: tener salud, cuidar tu integridad física, tener un techo donde cobijarte, tener dinero suficiente para mantener todo lo anterior...

Aquí está nuestro tema, justo en el segundo escalón.

En el tercero ya vienen las cosas sociales: tener amigos, ser aceptado, formar parte de un grupo, que te quieran...

Y después en el cuarto llega el reconocimiento, tanto de una misma como de los demás: tener éxito, ser respetada y todo eso que está superbién.

Y por último ya en lo más alto está la autorrealización. Que ojalá todas podamos llegar a estar autorrealizadas, pero antes viene lo demás, si no, autorrealizarse es imposible. No se pueden saltar escalones en la pirámide de Maslow o en la vida, para el caso.

 

Por tanto, repito: antes viene la seguridad y la garantía de supervivencia que los sueños de reconocimiento y autorrealización.

 

 

Así que estos trabajos que menospreciamos pero que nos sostienen la vida hay que hacerlos con el mismo amor con el que haríamos la cosa más maravillosa del mundo, porque nos garantizan la supervivencia. Nos garantizan comer, el techo, un edredón calentito en nuestra cama, ir vestidas y calzadas como queremos y tener internet hasta en el móvil, para, mientras, poco a poco, ir construyendo el sueño y el camino a la autorrealización.

Pero nos emperramos en seguir persiguiendo cosas que están aquí de alto sin querer resignarnos a entender que no va a ser como hacer chas y que aparezcan a nuestro lado.

 

Estar mal con el dinero e ir siempre justísima (o no ir justísima pero rozar nuestro propio límite económico, que cada uno tiene uno distinto según le hayan enseñado sus padres y lo que para unos es tener un buen margen de ahorro para otros es una crisis nuclear) produce ansiedad continua, y desde la ansiedad continua es muy complejo enfocar un proyecto nuevo. Es un mal punto de partida.

 

 

Ahora, que como te digo una cosa te digo la otra, tampoco es buena idea posponer indefinidamente tus proyectos solo porque no tienes dinero o porque estás trabajando en otra cosa para tener dinero, no. Eso es una excusa. Lo que te lleva al equilibrio es repartir tu tiempo para hacer actividades que garanticen tu supervivencia y a la vez ir poniendo ladrillos en las actividades que van a garantizar que en un momento u otro  puedas dar el salto y  dejar lo que sea que haces ahora para ganarte un dinerito y cambiarlo por lo que sea que quieres hacer en el futuro para ganarte un dinerito.

 

Pero el momento es ahora. Si lo retrasas, tu sueño estará más lejos. Si no empiezas hoy sino mañana, tu sueño llegará un día más tarde. No es cuestión de meter prisa porque no puedes acelerar el proceso (a no ser que te toque la lotería o venga el genio de la lámpara). Pero hay que empezar.

 

Y lograr que no se convierta en un tema de "la mierda del trabajo de supervivencia contra el trabajo de mis sueños" sino de "este trabajo de supervivencia que no me entusiasma pero que posibilitará que llegue al trabajo de mis sueños".



Es verdad que algunos tienen suerte de partida y les sale el dinero por las orejas y viven de rentas muy felices, pero la mayoría de nosotras hemos tenido que trampear lo mismo que tú, que doblegarnos lo mismo que tú y que alternar curros y hacer cuentas y valorar cada euro lo mismo que tú. Y sí, a veces también hemos tenido que dejar pasar el tiempo para poder hacer lo que queríamos, hasta que hemos ahorrado o hasta que ha llegado el momento oportuno.

No tiene que darnos ninguna vergüenza trabajar para conseguir lo que queremos, aunque no pueda ser ahora mismo, y no tiene que darnos ninguna vergüenza ser pacientes y realistas. El dinero existe, y molesta, y limita, y es injusto. Pero también posibilita nuevos caminos y garantiza cierta tranquilidad. Y lo único que no hay que hacer con él es usarlo como excusa para quedarse quieta y no ir a por lo que quieres.

Un abrazo,

 

 

 

Envío los Apuntes, en privado, una vez al mes. 

Si quieres recibirlos, deja tu correo (y si no, tan amigas).