QUIÉN SOY Y DE DÓNDE VENGO

✦ EL ORIGEN


Me llamo Deborah Marín, nací en Barcelona (España) en 1981, en un barrio pobre pero en una casa llena de libros. Mi madre dice que empecé a leer con dos años, tratando de juntar las letras de los comics de Heidi que ella me leía mientras cocinaba —se ve que era impaciente e independiente ya entonces—.

Estudié Comunicación Audiovisual porque quería contar historias, y trabajé unos cuantos años en el mundo del cine y la televisión, hasta que me di cuenta de que no me hacía feliz, que nunca había sido feliz en el trabajo. Entonces empecé un proceso de investigación que me llevó a estudiar diferentes disciplinas artísticas y que terminó con Arieh —mi pareja desde 2007— y yo creando una marca a la que llamamos Dumbo. Para promocionarla empecé a escribir un blog, y poco a poco el blog no solo tuvo éxito sino que descubrí que me hacía feliz como nada lo había hecho antes. Después de un par de proyectos más, y de mucha investigación (estaba llena de dudas y conflictos internos) decidí empezar Oye Deb, en 2012. 

 

✦ ARRANCA OYE DEB


Mi idea era escribir en la intersección del emprendimiento y el crecimiento personal —quizás ahora suena obvio, entonces no lo era en absoluto—. Funcionó más que bien desde el principio, y en 2013 nos fuimos a vivir a una preciosa casa de campo y Arieh empezó a trabajar oficialmente conmigo. Creamos bastantes cursos, todos pensados para que nadie me necesitase, para que cada una descubriera que tenía dentro todas las herramientas y todas las respuestas.

Siempre dije que no a las charlas y los escenarios, a los eventos y talleres en directo, a las redes sociales, a publicar constantemente, a la "fama". Mi idea era ganar mucho dinero haciendo lo que me hacía feliz y pasando desapercibida. Un equilibrio difícil, pero que en aquellos tiempos se podía sostener con buen contenido, y lo conseguí. No era tan común encontrar buen contenido y nadie esperaba que fuera corto o fácil o que hiciera reír. Ay, aquellos tiempos... Igual no me daba cuenta, pero todo iba genial.

CUANDO TODO CAMBIÓ

En 2017 tuvimos a Ray, nuestro hijo (nos tocó uno que ni dormía ni dejaba dormir), y en 2020 se nos terminaba el contrato de alquiler y además el niño tenía que empezar a ir al colegio. Así que, contra cualquier sentido común —la pandemia, ¿alguien se acuerda?— decidimos volver a Barcelona aquel verano. 

El cambio me sentó muy malamente, tra tra. Para colmo, en 2021 tuvimos muchos problemas con nuestro programador y estuvimos prácticamente un año sin poder vender nada y con mucho estrés encima. En paralelo, yo me estaba dando cuenta de que Oye Deb, tal y como era entonces (con empleados varios, reuniones, estrategias, organización) me hacía todo lo contrario a feliz. Y, aunque me resistí mucho, porque quién quiere parar un tren que va a toda velocidad, decidí volver al origen, quedarnos solo Arieh y yo y regresar a hacer únicamente lo que de verdad hago bien: pensar, escribir y diseñar programas interesantes.

Entonces llegó la Sociedad Lectoescritora a mi vida y fue un soplo de aire fresco. También nos cambiamos de piso y de escuela y volvimos a mi barrio de toda la vida (eso sí fue aire fresco de verdad, vivo junto a la montaña). 

Parecía que todo volvería a estar en orden, pero no.

LO QUE HACE UN PADRE

Mi padre se puso enfermo a principios de 2023 y murió a los tres meses. Acompañándolo, y después de su muerte, empecé a pensar en todas las maneras en las que no me estaba siendo fiel a mí misma y en todas las cosas que me hacían estar enfadada constantemente. Algunas tenían que ver con el trabajo, y creía que podía reconocerlas, pero no sabía cómo cambiarlas. Me decía que no era posible, que tenía una familia que dependía de mí, que no tenía margen de actuación. Me empecé a sentir muy atrapada y desmotivada. 

Pensar en mí como "atrapada y desmotivada" es exactamente el extremo opuesto a lo que sentía cuando empecé a trabajar por mi cuenta, a lo que yo soy cuando tengo algo que me interesa entre manos. Se estaba produciendo una paradoja muy rara, un doblez en el espacio-tiempo, una fisura. ¿Quién era aquella persona? ¿En qué me estaba convirtiendo? ¿Iba a ser siempre así, hasta el final de mi vida laboral? ¿Quién quería ser, no ya ahora, sino en unos años? 

Entonces, en plena crisis de identidad, empecé a revisar mi historia. Y, gracias a una amiga muy observadora, me di cuenta de que había un pegamento que lo mantenía todo unido y que había permanecido oculto a mis ojos. Al no verlo, sentía que no tenía dirección ni significado, y el vacío existencial —que es durísimo— había entrado a ocuparlo todo. Lo que me interesaba, lo que me había interesado siempre, era la narrativa, las historias, las que nos contamos a nosotras mismas y las que les contamos a los demás y, por supuesto, las que recibimos del mundo. Esa idea empezó a encender de nuevo las bombillas y a espantar el horrible vacío.  

Esta pequeña parte de mí que ves ahora ya no se llama Oye Deb, sino Deborah Marín, y en ella todo gira alrededor de las narrativas. También he pasado del negro al rojo y del vacío al cosmos ;) 

UN CURRICULUM INVISIBLE

 

Me gustaría poder elaborar una lista de todos mis logros, lugares donde he estudiado, medios donde he salido, empresas que me han contratado, libros que he publicado, escenarios que he pisado, aplausos que he recolectado. Sin embargo, no tengo demasiado de eso para contar ni fotos de estudio para compartir (tampoco me fascina que me hagan fotos, la verdad). 

Mi historia ha sido una historia sencilla hacia fuera, pero compleja hacia dentro. No me he ocupado de brillar ni tener éxito como todo el mundo considera que hay que brillar y tener éxito. He querido hacer lo que mi cuerpo y mi mente sentían como bueno, respetuoso y correcto en cada momento. No siempre ha sido el camino con más retorno en capital económico o social. Ha sido el que ha sido y así lo he elegido. 

Eso sí, me hubiera encantado escribir muchos libros. Buenos, no de esos que les piden las editoriales a los influencers y que no hay por donde cogerlos (también dije no a eso). Y es que pese a todo he sido muy influencer, aquí donde me ves. Una influencer intelectual, en todo caso.

Quizás en algún momento logre escribir un libro bueno. Mientras, sigo intentándolo y guardando la producción en los cajones del ordenador. Una siempre tiene que tener ilusiones por cumplir. Las mías son eso, volver a vivir en el campo y perder mágicamente todos los kilos extra de la maternidad y la perimenopausia.